Marie-Jean-Antoine de Caritat, marqués de Condorcet, más conocido cómo Nicolas de Condorcet, fue un aristócrata de ideales revolucionarios y alabada inteligencia y conocimientos que vivió en Francia durante la Revolución Francesa, en la que jugó un destacado papel.
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Siendo la Revolución Francesa una etapa de reivindicaciones racionalistas en sustitución de los prejuicios y tradiciones sin fundamento arrastradas con el Antiguo Réminen, se puede llegar a concluir que estos ideales serían un inmejorable caldo de cultivo para estos primeros pasos del Movimiento Feminista, en el que Nicolas de Condorcet, impregnado con las innovadoras influencias que llegaban de Estados Unidos, se sintió tan involucrado.
Ante este asunto, Condorcet desarrolla argumentos tan sólidos cómo, mediante el uso de las matemáticas, llegar a la conclusión que, aún en el supuesto de que los varones fueran superiores física e intelectualmente al género opuesto, siempre habría una minoría de féminas que estarían por encima de la media varonil, desmontando así, con los mismos términos que sus adversarios, todos los argumentos rivales. Además, abogando por un sistema de co-educación entre géneros, el filósofo sostiene que no hay una diferencia real de facultades, sino de destino social.
A su vez, cataloga la discriminación de la mujer cómo una “diferencia artificial”, es decir, creada por y para beneficio de los hombres, y asumida con el tiempo por las mujeres, frente a las “diferencias naturales”, que dice, sería peligroso y absurdo querer destruir.
Pero nada más allá de la realidad, conceptos cómo el de la superioridad física e intelectual del varón, el miedo ilógico a que la familia cómo estructura social fundamental se desmoronase o la propia tradición hicieron que la sociedad rechazase de plano esta propuesta, posteriormente conocida cómo de igualdad de género.
Pero aunque los frutos de sus esfuerzos fueron casi nulos y finalmente la mentalidad de la época se impuso y, por tanto el Sufragio Universal Masculino fue lo instaurado tras la Revolución, hombres tan relevantes cómo Nicolas de Condorcet consiguieron que a día de hoy “El Siglo de las Luces”, es decir, la Ilustración, sea calificada cómo la primera ola de feminismo racional y riguroso, con pasos cómo este en la reivindicación de los derechos de la mujer.