Un vídeo formado por
10.000 fotos anónimas de jóvenes de todo el mundo,
robadas a sus dueños con un programa informático que aprovecha los
fallos de seguridad de sus ordenadores, se proyecta en una sala del
Sheila C. Johnson Design Center, un espacio expositivo del
Parsons The New School for Design de
Nueva York. Ninguno de los retratados
tiene conciencia de formar parte de una obra de arte titulada
The Others que, hasta el 17 de abril, se exhibe en la exposición
The Public Private, comisariada por
Christiane Paul, profesora de
The New School y comisario adjunto de
New Media Arts en el
Whitney Museum de
Nueva York.
The Others es la última provocación de
Eva y
Franco Mattes, una pareja de artistas y hacktivistas italianos que desarrollan sus trabajos en el ámbito del media art y las nuevas tecnologías,
conocidos en todo el mundo bajo el seudónimo de
0100101110101101.ORG. Su polémica presencia en la exposición responde a las motivaciones de una selección de obras que se propone
reflexionar sobre el impacto de las nuevas tecnologías y las redes sociales en relación al significado de
espacio público y privado.
Las piezas seleccionadas
se presentan por primera vez en los Estados Unidos, pero en su mayoría se pueden experimentar también desde un simple ordenador doméstico. “Su esfera conceptual pone en entredicho los
significados de legalidad y privacidad, mediante el uso de estrategias que van desde las
prácticas de hacking hasta los
sistemas de vigilancias para reflexionar sobre los profundos
cambios en la percepción de la identidad”, explica
Christiane Paul.
Además de la polémica obra de los 01.ORG, en la exposición se pueden ver las curiosas imágenes de
Carlo Zanni, un artista italiano que en 2008
se descubrió retratado por las cámaras de
Google Street View mientras paseaba su perro. En aquel momento decidió convertir estas instantáneas en
Self Portrait with Dog, una secuencia de imágenes que ha trasladado también a otros soportes como óleo sobre lienzo. Para
The Public Private,
Zanni presenta su último y asombroso hallazgo,
Self Portrait With Friends (I fannulloni), donde
fannulloni (vagos, en español) hace hincapié en la ironía de haber descubierto que en 2012 se había convertido en
el artista más retratado en las calles de Milán, ya que
su imagen volvía a aparecer otra vez en los callejeros online de
Google Street View.
Evidentemente
algo está pasando y, a pesar de cómo nos estamos tomando a la ligera
el tema de la privacidad en la redes sociales e Internet, es cada día más evidente que
lo privado se está convirtiendo en una cualidad efímera. Sorprende la actitud social de aceptación que generan estas violaciones de la intimidad por parte de tecnologías que manejamos cotidianamente, unos atropellos que probablemente
nadie pasaría por alto si procedieran de una persona real. Sin embargo finalmente toda estas violaciones del espacio físico individual y colectivo son una realidad y gracias a Internet sus contenidos están al alcance de todo el mundo.
Testimonia toda esta problemática también la pieza
Face to Facebook de
Alessandro Ludovico y
Paolo Cirio, que han
centrado su crítica en el gigante de las redes sociales. Los artistas italianos han trabajado el concepto de privacidad con una acción que consistió en
robar un millón de perfiles de Facebook, reorganizarlos por tipologías y, después de filtrarlos con un programa de reconocimiento facial,
publicarlos en una web creada especialmente.
Sorprende descubrir que
cuatro las obra presentadas en
The Public Private proceden de
artistas italianos. Además de
Face to Facebook,
Paolo Cirio presenta también
Street Ghosts, un proyecto que se enfrenta a la
práctica de la postfotografía, a través del uso conjunto de la plataforma
Google Street View y las técnicas de arte urbano.
Paolo Cirio ha recorrido a través del callejero de Google todas las paredes de las principales ciudades del mundo en las que está permitido realizar intervenciones artísticas. En estos lugares
se ha centrado en la presencia de personas que han sido involuntariamente
fotografiadas por los coches de Google en el momento que transitaban delante de estas paredes. Finalmente ha seleccionado estos
retratos digitales de personas reales y los ha imprimidos en tamaño natural. para luego desplazarse al lugar exacto donde han sido tomadas las fotos de Street View para
devolver los retratos de la red a la realidad física, pegando las siluetas en el espacio público.
Sin duda alguna,
después de tantos años de información mediatizada y politizada por los medios de comunicación, los artistas italianos han acabado sensibilizándose y han aprendido a
dudar de la libertad e independencia con las que a menudo se promocionan en el mercado las herramientas de la informática doméstica. Sin embargo,
no son los únicos creadores críticos, que despliega la selección de
The Public Private. El más destacado quizás sea el iraquí
Wafaa Bilal, que se dio a conocer por sus
polémicas instalaciones interactivas, como cuando llegó a
auto segregarse en la galería FlatFile de
Chicago para convertirse durante un mes en
una diana humana a disposición de un público que podía
dispararle bolas de pintura presencialmente o a través de Internet.
Bilal presenta
The 3rdi, el tercer ojo o el tercer yo, la memoria de
una célebre acción que documenta visualmente unos meses de su vida, durante los cuales
tuvo una mini cámara implantada detrás de la cabeza. Cuando tuvo lugar la performance, la cámara
retransmitió en tiempo real todo lo que pasaba a espaldas del artista, captando cada minuto una imagen, que terminaba siendo proyectada en tiempo real en la exposición
Told Untold Retold, organizada por el
Museo de Arte Moderno de
Doha en
Qatar.
“
The 3rdi plantea
una reflexión sobre la inaccesibilidad del tiempo y la dificultad de capturar memoria y experiencia. Queríamos implantar la cámara en la frente, pero debido a la
polémica sobre el derecho a la intimidad de los alumnos, hemos preferido colocarla en la nuca”, nos explicó
Mahdis Keshavarz, portavoz del artista, mientras que
Bilal, que es también docente de la Universidad de Nueva York, se recuperaba del postoperatorio.
James Coupe presenta
Panoptic Panorama #2: Five People in a Room, una instalación formada por
un anillo de cinco cámaras configuradas para monitorear el espacio a 360 grados y capturar los rostros de los presentes, que luego terminan siendo replicados en unas pantallas alrededor de la sala.
Facebook Demetricator de
Ben Grosser es un
complemento para navegadores que pretende
alterar las funcionalidades de Facebook. Toda la interfaz de esta red social está repleta de números, que se pueden considerar
una representación del valor social de los usuarios. “Todo se contabiliza, los amigos, los
Me gusta, los comentarios...
Facebook Demetricator anula estos parámetros dejando abierta una ventana para ver quiénes son y qué tienen que decir los contactos.
A dieciséis persona le gusta esto se convierte en
a las personas le gusta esto.
Facebook Demetricator invita los usuarios de Facebook a
experimentar la red social sin la mediación de los números”, explica
Grosser.
Cierra la selección de obras
Evidence Locker de la artista y escritora estadounidense
Jill Magid. En su trabajo, que es al mismo tiempo
una vídeo instalación y una performance que tuvo lugar a lo largo de un mes en las calles de
Liverpool,
Magid plasma una reflexión sobre
los sistemas de vigilancias y las cámaras CCTV. El proyecto, que se desarrolló en colaboración con el
Liverpool’s City Watch, surgió a partir de una especie de juego en el que la artista involucró los servicios de vigilancia
haciéndose pasar por una investigadora y pidiendo que las siguieran a través de las cámaras de la ciudad,
vestida con un abrigo rojo. Aprovechando un
fallo burocrático de estos sistemas, cuyas grabaciones en el
Reino Unido tienen que ser borradas al cabo de un mes
si no se verifica ningún incidente,
Magid consiguió salvar las imágenes grabadas.
El
incidente en realidad
fue creado por la misma artista, que aprovechando los parámetros insuficientemente definidos de la ley británica, consiguió que las grabaciones no fueran borradas
estableciendo una relación de complicidad con las autoridades a las que envió repetidas
cartas de amor, suplantando absurdamente la fría relación que normalmente se establece entre el ciudadano y los sistemas de control. Estas cartas, que
se pueden leer y recibir dándose de alta en el sitio de
Evidence Locker, la hicieron tan popular que finalmente pudo obtener también las grabaciones originales para dar forma a su proyecto artístico.
Como última reflexión sobre esta interesante selección de obras
nos parece sorprendente que una exposición de esta características en los
EE UU no incluya
ningún proyecto realizado en este país.
Ben Grosser y
Jill Magid son estadounidenses, pero el primero ha desarrollado
una aplicación para Facebook y la segunda
se desplazó hasta Liverpool para estudiar las cámaras de vídeo vigilancia, quizás recordando los problemas que tuvo
Bill Brown de
Surveillance Camera Players.
Roberta Bosco y
Stefano Caldana,
Cuando lo privado se hace público, El arte en la Edad del Silicio, 18/03/2013