No hay manera de escapar de la historia. Sería como intentar escapar de la gravedad tirando de los cordones de nuestros zapatos. Estamos de historia hasta el cuello. Y, sin embargo, para ser moral, hay que luchar contra la corriente. Esta es la única manera de mantener viva la fe en esa parte nuestra que no queremos que se confunda con el agua. Podríamos decir, entonces, que en el hombre la ley natural (la ley que le permite ser hombre) consiste en negar el imperio de la naturaleza.