Los filósofos, decía Musil, son seres tan violentos que, para compensar su frustración por no tener un ejército a su disposición, dedican todas sus energías a encerrar al mundo en un sistema.
Todo poeta es el ayudante de cámara de una ideología. Por eso puede susurrarnos cómo son sus dobladillos. Pero los poetas no crean ideologías. Les falta imaginación para eso. Crear una ideología es una labor titánica que sólo está en manos de profetas. Así pues, podríamos decir que el poeta es el ayudante de cámara de un profeta. O, si se prefiere, que los poetas auténticos son los profetas.