Escrito por Luis Roca Jusmet
Si nos remitimos al padre fundador, Freud, podemos comprobar que hay una situación originaria de desencuentro entre filosofía y psicoanálisis. Freud nos dice en su autobiografía algo paradójico: que sus verdaderos intereses son de naturaleza filosófica, pero que al mismo tiempo es constitucionalmente reacio a lo especulativo y tiene una gran desconfianza hacia la filosofía. En realidad la paradoja no tiene una solución dificl. Freud tiene inquietudes filosóficas en la medida en que sus preguntas coinciden con las preguntas filosóficas originarias, que reformula el propio Kant : ¿ Qué podemos saber ? ¿ qué debemos hacer ? ¿ qué podemos esperar ? Preguntas que, como dice el filósofo, se pueden sintetizar en una cuarta ¿ qué es el hombre ?. Por otra parte la filosofía de finales del siglo XIX y principios del XX se ha institucionalizado como filosofía académica y especulativa. Esta es la que no interesa a Freud. Freud tiene entonces, como dice textualmente, un espíritu de conquistador que le orienta hacia los enigmas clásicos de la filosofía, buscando siempre nuevos horizontes teóricos. Pero por otro lado lo hace con un espíritu de rigor y buscando una base empírica . Rigor y carácter empírico que él atribuye pura y exclusivamente a la ciencia.. Freud teoriza y busca verificar sus formulaciones a partir de la observación clínica y casi podríamos decir que retoma la postura radical de Hume al considerar los textos metafísicos como un material que más valdría quemar. Estos textos filosóficos son para Freud, al igual que los de la religión, obstáculos para la verdad. Pero la religión es una ilusión ( que Freud insiste en diferenciar del error) que tiene un interés en la medida en que es la proyección imaginaria de un deseo. Es un engaño, pero es fascinante, mientras que la metafísica es una especulación estéril. El triste papel del filósofo sería para él, entonces, el de sustituir el viejo catecismo de los clérigos., es decir, lo peor de la religión. Los filósofos nos ofrecen una
Weltanschauun ( Cosmovisión )) que tienen un carácter totalizador, basado en puras especulaciones cuyas pretensiones irritan profundamente a Freud. En otro sentido la filosofía es un enemigo del psicoanálisis porque defiende el imperio de la conciencia. El axioma fundamental contra el que lucha Freud ( que es el de la identidad entre psiquismo y conciencia) tiene en los filósofos sus más decididos defensores. Esto no quiere decir, hay que matizarlo, que Freud desprecie a todos los filósofos. Aunque desconfía de la filosofía escolástica, especulativa, metafísica de manera radical, Freud se interesa por el trabajo de algunos filósofos concretos. De hecho tanto la buena filosofía como la buena literatura están presentes en el discurso freudiano, a través de referencias que tienen una función precisa en su discurso. Podríamos citar a Empédocles, Platón, Schelling junto Sófocles, Moliere, Goethe o Shakespaeare. …
Más que criticar a Hegel, a quién seguramente no había leído, lo que criticaba eran sus epígonos, los mediocres profesores universitarios. No olvidemos que es en el siglo XIX cuando aparece la profesionalización de la filosofía. En este sentido podemos situar a Freud en la tradición positivista.
Repasando su biografía podemos señalar encuentros puntuales de Freud con la filosofía. En su juventud participará puntualmente en las reuniones filosóficas dirigidas por uno de los grandes de su época, Franz Brentano. Brentano no sólo le proporcionó una formación filosófica ( muy centrada en Platón y en Feuerbach) sino también los materiales sobre los que construir una lógica rigurosa. Freud tiene además un gran interés por John Stuart Mill, como pone de manifiesto diversos comentarios que hace a lo largo de su vida. En su autobiografía Freud dirá que reconoce la influencia importante de Fechner Gustav Theodor (1801-1887) médico y filósofo alemán
Aunque en su autobiografía también considerará a Schopenhauer y a Nietzsche como antecedentes del movimiento psicoanalítico ( ya que intuyen la existencia del inconsciente) Freud no reconoce por parte de ellos ninguna influencia directa. Aquí Freud precisa que su virtud no es haber descubierto el inconsciente ( como acabamos de decir otros ya lo hicieron desde la filosofía, o desde la literatura), sino haberle dado un fundamento científico. Freud leerá con atención a Schopenhauer y constatará afinidades profundas con especialmente con las hipótesis contenidas en
Más allá del principio del placer ( aunque precisando que su lectura fue a posteriori de la elaboración de esta obra). Dirá de Schopenhauer que es el único filósofo que provee a la metafísica del antídoto necesario. Es interesante tener en cuenta del papel que jugaba Schopanheuer en el contexto cultural alemán. Schopenhauer era un crítico radical de la filosofía académica, que ataca el discurso prepotente y dogmático de los especulativos hegelianos y que despierta curiosidad en los medios científicos.
Se interesará por Nietzsche ( por la influencia de una amiga común), Lou-Andrea Salomé) pero comentará, con una sinceridad que hay que apreciar, que prefiere no leerlo para no dejarse seducir por su lenguaje. Nietzsche será para Freud una especie de tabú. Se ha escrito mucho sobre las coincidencia, siempre discutibles, entre los dos autores, cuyos talantes son, por otra parte, radicalmente distintos. Stefen Zweig también será una especie de enlace indirecto entre los dos autores y Thomas Mann escribe unos breves pero conocidos escritos en los que agrupará a Schopenhauer, Freud y a Nietszche. .
Quizás lo más correcto sería orientar a Freud en la línea positivista: la ciencia, superadora de la filosofía y antes de la religión, es hoy el único camino serio hacia la verdad del mundo. Pero hay que hacerlo con reservas. Algunos autores, como Bruno Bettelheim, intenta demostrar que Freud nunca fue un positivista. Bettelheim nos presenta un Freud humanista e incluso educador que entendería su trabajo en la línea de las teorías del filósofo alemán, contemporáneo suyo, Wilhelm Windelband. Para él las ciencias humanas son ideográficas y se basan en lo histórico singular, en el acontecimiento. Los métodos de las ciencias físico-naturales, que son nomotéticas y se basan en las leyes precisas y en la estadística, no valen para el estudio de lo humano. Las traducciones inglesas, según Bettelheim, se han ocupado sistemáticamente de distorsionar el lenguaje de Freud adaptándolo al cientifista de los positivistas. Personalmente creo que, aunque Bettelheim dice algunas verdades, su postura es insostenible. Es cierto que Freud tenía, como dice, un gran bagaje humanista y modeló su estilo basándose en los clásicos de la lietratura alemana; y también lo es que las traducciones inglesas dan un sentido falseador a algunos de sus términos. Pero es dudoso que Freud eligiera el planteamiento de su ciencia como hermenéutica, en la línea de Windelband. Sí hay que recordar, y el mismo Freud insiste en ello, que es Goethe quién le conduce a la inquietud científica. Y Goethe tiene una concepción holística y heterodoxa de la ciencia muy diferente del cientifismo positivista. Pero más bien parece que Freud va transformando este impulso de naturalismo romántico goethiano en una ideología científica que reconoce sus límites. Freud polemizó explicitamente con las teorías ficcionalistas de Vahinger. Defiende una concepción realista de la ciencia. Y acepta el esquema positivista de los tres estadios la ciencia, única fuente posible del saber, es incompatible con la religión, que tiene el carácter ilusorio del animismo. Y también con la metafísica, que calificará como un conglomerado de residuos animistas, de animismo sin magia. En las propias filas del psiconálisis se ha introducido este animismo a través de Jung, en quién erróneament confió como su sucesor, y Freud deberá realizar una extirpación muy dolorosa para él de esta quinta columna en el propio movimiento psicoanalítico.
Pero Freud supera, en la práctica, el discurso postivista porque su concepción de la ciencia es más amplia y porque da a la especulación una función necesaria. Pero entre la metafísica de la filosofía y la metapsicología del psicoanálisis considera que se encuentra la diferencia entre una mala y una buena abstracción. ¿ Y en que consiste esta diferencia? En que la primera es a priori y la segunda no, ya que está integrada en el discurso científico y se sostiene en la contrastación empírica. El tipo de contrastación empírica es, por otra parte, radicalmente diferente a la verificación positivista y Freud defenderá una contrastación selectiva en la que unos pocos pero significativos casos clínicos son suficientes para fundamentar una hipótesis.
Mi conclusión es que entre el psicoanálisis freudiano y la filosofía hay básicamente un desencuentro. Freud es una figura muy potente en el terreno del pensamiento y sus últimos escritos culturales son reflexiones críticas que podrían calificarse, en sentido amplio, de filosóficas. El mismo Freud nos dice en su apéndice autobiográfico que el cambio de intereses que reflejan ” Se podría describir como una fase de desarrollo regresivo. Mi interés hizo un rodeo, que duró toda una vida, por la ciencia de la naturaleza, la medicina y la psicoterapia, y luego regresó a los problemas culturales que desde hace mucho tiempo antes ya me fascinaban, cuando apenas tenía edad para reflexionar”.
Otro cuestión sería si ya es productivo en la actualidad mantener el término, introducido por Paul Ricoeur, de maestros de la sospecha ( que incluiría a Marx, Nietzsche y Freud). Pero no se trata de saber si este calificativo es o no es verdadero en términos absolutos. La apreciación de Ricouer fué original en su momento y permitió, junto a otros trabajos ( como por ejemplo el de Foucault), una lectura diferente de estos autores y de sus afinidades. Pero una vez pasada la reflexión hay que dejar las cosas en su lugar. Freud es un ilustrado pesimista, un liberal conservador que inventa un nuevo saber con pretensiones científicas, al que da el nombre de psicoanálisis. Su espíritu de conquistador y de veracidad le hace seguir adelante, no retroceder frente a la ideología dominate . Pero este nuevo saber es un producto de la propia lógica de la modernidad, de esta razón crítica y de este sapere aude instituido por la ilustración. Freud habla en nombre de la razón, de la que dice que, aunque hable en voz baja, lo hace con insistencia, aunque su voz sea molesta. Será ( como dice Althusser en su precioso artículo sobre el psicoanálisis) un hijo natural, ilegítimo, no querido de la Razón Occidental, porque contradice las buenas costumbres, el derecho y la moral. Pero la propia ilustración ya apareció con hijos naturales, como bien constata Rousseau. Nietzsche es diferente porque es radicalmente un antiilustrado ( aunque solo podía nacer, también, como un producto de la ilustración). Nietzsche combate contra los ideales de la ilustración ( razón, progreso, ciencia, igualdad). Pero como Nietszche no es un reaccionario, en lugar de reivindicar como otros antiilustrados la tradición contra la modernidad, lo que introduce es una una mirada abismal sobre el hombre moderno. Ni él mismo puede creerse la ilusión que ha fabricado, la del superhombre. Hay quizás en común entre Freud y Nietzsche una cierta visión trágica de lo humano y, por supuesto, una aceptación de la parte oscura del hombre. Pero esta visión trágica es vivida por Freud de manera estoica y por Nietzsche de manera romántica, heroica. Sus actitudes y perspectivas vitales son radicalmente diferentes. En este sentido Freud es mucho más próximo a Schopenhauer pero no puede compartir con éste su alternativa de buscar el nirvana, ya que esta búsqueda para Freud es la de un
sentimiento oceánico basado en una regresión del yo y que se consolidarà como una ilusión, contrario a su ética de la veracidad.
De todas maneras hay otra manera de enfocar la cuestión, que es la de preguntarse si el mismo Freud, más allá de lo académico, no es un filósofo. La pregunta tendría dos aspectos. El primero es el de la
metapsicología freudiana. Freud reconoce, después del fracaso de su proyecto de una psicología planteada en términos científicos estrictos ( es decir una neurofisiología) que hace falta construir una teoría no verificable. Lo es porque se enfrenta a la
realidad psíquica, que como tal no es observable directamente ni pueden constratarse sus efectos a través de un experimento. Podríamos pensar entonces que es uan especie de antropología metafísica. Pero no lo es porque Freud propone una via de contrastación original que es la clínica. Los casos clínicos no pueden generalizarse ( método inductivo) ni se les puede aplicar el método hipotético-deductivo, por lo que el psicoanálisis no es, finalmente una ciencia. Pero tampoco es una filosofía. El psicoanálisis es algo nuevo que no puede formularse en término de ciencia o de filosofía. Es otra cosa.
El segundo aspecto de la pregunta es si Freud escribe, en algún momento, filosofía. La respuesta es que sí. Me parece que El malestar de la cultura puede considerarse un libro filosófico. Parto aquí de la definición de filosofía que hace Foucault a partir de su lectura de Kant. Hay una filosofía académica, que sería la del análisis de la verdad. Pero hay otra mundana que consiste en hacer una ontología del presente, es decir una reflexión crítica sobre la actualidad de la que formamos parte. Aquí podemos situar este extraordinario libro de Freud.