Lo más probable es que toda tu vida sea el resultado de las decisiones de un adolescente pajillero jugando a simular el siglo XXI. ¿Cómo se te queda el cuerpo? No, no se me ha ido la olla, estoy hablando del argumento de la simulación establecido por Nick Bostrom en 2003.
En realidad he exagerado un poco, pero entendedme, quiero tener gancho y que me dejen seguir escribiendo aquí o, desde el nuevo punto de vista, que quien sea que esté jugando con mi vida me deje seguir escribiendo aquí visto que el cabrón, o cabrona, no ha tenido a bien hacerme una estrella del rock al que invitan a drogas y orgías por costumbre. Pero conste que no me quejo, solo refiero.
Pero antes de seguir calentándome con el tema prefiero explicar de qué va eso del argumento de la simulación, así que léeme. Total, no te queda otra: todo esto está simulado, como los despidos del PP.
Los fundamentos
Estamos en el 2015, año arriba, año abajo. Tenemos tablets, smartphones, portátiles e incluso frigoríficos conectados a la red. Nuestra capacidad computacional ha avanzado exponencialmente desde el origen de los primeros ordenadores hasta nuestros días, y por lo visto seguirá avanzando todavía por un tiempo. Hay gente que discute los límites de la computación en términos de memoria, de número de cálculos por segundo, etc., y estiman que este ritmo de mejora computacional no puede seguir indefinidamente. Todos esos cálculos sirven para una cosa: para pasar de ellos. Están basados en extrapolaciones y, como se ha demostrado en mil y una ocasiones, las predicciones basadas en extrapolaciones tienen una deliciosa manía de fallar. Ya lo dijo Bohr: «Es terriblemente difícil hacer predicciones, especialmente cuando se refieren al futuro». Tomen nota.
Lo que podemos pensar es que en algún momento una civilización como la nuestra en el futuro habrá alcanzado tal poder computacional y tal habilidad a la hora de programar que será posible hacer una simulación del pasado. Y quien hace una, hace ciento.
La simulación sería tan compleja que los seres simulados, emuladores de los antepasados de la civilización simuladora, tendrían consciencia de ellos mismos y podrián experimentar experiencias complejas como las que nosotros sentimos. Vamos, una realidad virtual con consciencias simuladas. Una pasada.
Aquí nos podemos perder en discusiones de teoría de la complejidad, la teoría de computadores, la teoría de la información… pero tampoco ganaríamos nada. Para lo que sigue solo tenemos que aceptar que en el futuro tendremos computadoras que podríamos clasificar como «pepinos» donde se podrá simular todo un mundo como el nuestro con seres conscientes y con una compleja red de relaciones.
El meollo de la cuestión
Todo el asunto comenzó en 2003 con el artículo de Nick Bostrom Are you living in a simulation? («¿Estás viviendo en una simulación?»). En este trabajo Bostrom afronta una cuestión simple: establece tres afirmaciones y muestra que todas ellas no pueden ser ciertas al mismo tiempo. Para entrar de lleno en el trabajo hay que manejar ciertos conceptos de probabilidad; sin embargo, la idea principal y las conclusiones se pueden adquirir sin más que pensar un poco. Veamos cuales son esas afirmaciones:
1. Las civilizaciones se extinguen antes de adquirir un nivel tecnológico tal que les permita desarrollar simulaciones completas de sus antepasados.
2. En las civilizaciones que han alcanzado tal nivel tecnológico el interés por crear dichas simulaciones es nulo.
3. Estamos viviendo en una simulación con mucha seguridad.
¿Pueden ser falsas esas tres afirmaciones al mismo tiempo?
Supongamos que la primera es falsa. Entonces podemos decir que es muy probable que haya civilizaciones que alcancen un desarrollo tecnológico que les permita implementar programas de simulación de sus antepasados, y que cada individuo de la simulación tiene consciencia de sí mismo y pude interactuar con los demás dentro de los parámetros de la simulación.
Supongamos también que la segunda es falsa. Podemos por lo tanto concluir que, una vez que se ha alcanzado la posibilidad de crear simulaciones completas de una civilización en tiempos pasados, estas se realizarán indiscutiblemente en gran número.
Suponer que tanto la primera afirmación como la segunda son falsas nos condena a pensar que el número de simulaciones es muy alto. Si el número de simulaciones es muy alto, el número de individuos conscientes simulados es muy alto. De hecho, habría muchos más individuos simulados que los que se dieron realmente en un sustrato biológico real, podemos decir. Así que, si tú eres un ser consciente de ti mismo y tienes muchas experiencias, la probabilidad de que seas una simulación en lugar de un organismo biológico real son muy altas. Con toda probabilidad tú eres una simulación.
Ojo, Bostrom no dice que ese sea el caso, lo único que establece es que dadas las condiciones de evolución y desarrollo tecnológico que permitan hacer esas simulaciones solo una de las tres condiciones expuestas puede ser verdadera.
Pero claro, si la primera es la verdadera entonces tendremos que explicar por qué mecanismo una civilización se destruye a sí misma antes de llegar a poder hacer simulaciones de sus antepasados. Si es la segunda la que es verdadera, ocurre que encontramos una delicada situación: aún cuando la civilización se mantiene en el tiempo y aún cuando puede hacer simulaciones complejas de civilizaciones pasadas no las hace. ¿Por qué? La veracidad de dicha afirmación deja muchos interrogantes: ¿por qué no hacer algo que está al alcance de sus posibilidades? Basta considerar que los historiadores de dicha civilización futura avanzada querrán hacer simulaciones de la historia pasada y tener un laboratorio virtual donde comprobar eso que tanto nos gusta: «¿Qué hubiera pasado si…?». Cualquiera de ellas puede ser cierta a ojos de Bostrom y cualquiera de ellas abre interrogantes interesantes y problemáticos.
Como yo me considero optimista y como parece ser que se cumple eso de «si se puede hacer, se hará», tenemos que aceptar que la tercera afirmación es posible siempre y cuando la tecnología futura lo permita, que es el factor limitante de toda esta historia.
Las reacciones al argumento de simulación
No debe sorprender el hecho de que este trabajo causara mucho revuelo en ámbitos filosóficos, teológicos, físicos y matemáticos. Para ser justos, es de recibo comentar que argumentos de este tipo se han dado una y otra vez, siendo uno de los primeros de los que el que escribe tiene conocimiento el propuesto por Renè Descartes cuando expuso en sus Meditaciones Metafísicas que todo el universo y todo lo que contenía no era más que el producto del sueño de un genio maligno. Este fue el punto culminante del desarrollo de la duda metódica cartesiana de la que el trabajo de Bostrom es, a mi entender, un justo heredero.
El argumento de la simulación, que es lo que hemos expuesto anteriormente, da lugar a la hipótesis de la simulación. El argumento solo nos dice que es posible que la afirmación que propone que somos una simulación es cierta. La hipótesis de la simulación establece que, dado que la opción existe, planteemos que de hecho nosotros somos una simulación. Entonces surgen multitud de reacciones, más allá de detractores y defensores, que analizan todos los aspectos técnicos de la idea, y que podemos clasificar en varias categorías:
-Aspectos morales: Si los elementos de una simulación son individuos conscientes que sienten y padecen, ¿podemos jugar con ellos a simular guerras? Este es el tipo de pregunta que se hacen a partir de la hipótesis de la simulación. Por supuesto, también se tratan los aspectos de si en la simulación es posible tener moralidad o ética de forma natural. ¿Nos premian o nos castigan los simuladores cuando hacemos algo malo o algo bueno? ¿Quién determina que algo es bueno o algo es malo? ¿Cómo saber si nos castigan o nos recompensan?
-Aspectos teológicos: ¿Qué sentido tiene un dios para un individuo que vive en una simulación? ¿Acaso nuestros simuladores no serían como dioses que dictan las leyes bajo la que la simulación tiene lugar?
-Aspectos físicos: Que la física se desarrolle con leyes que son muy fáciles desde el punto de vista computacional, es decir, es fácil implementar las leyes físicas en un ordenador y hacer simulaciones, tiene sentido si estamos viviendo en una simulación. En la simulación todo estará regido por el código de programa que dirija la misma y por lo tanto será lo más simple y eficiente posible.
Para más información os recomiendo la página de Bostrom donde hay un repositorio actualizado de todos los trabajos que están relacionados con el argumento de la simulación. El tipo es honesto, también incluye los trabajos críticos. La página es The Simulation Argument.
Cuando esta noche te vayas a la cama piensa que tal vez esté jugando con tu vida un niño de trece años al que su madre le está llamando insistentemente para cenar y ordenándole que apague el ordenador. Esperemos que el chaval luche por cinco minutitos más…
Nos seguimos leyendo.
Enrique F. Borja, Vivimos en la puta matrix, muy probablemente, jot down 13/06/2015