Escrito por Luis Roca Jusmet
Lo que he hecho siempre, y continuaré haciéndolo, es defender que hay que votar. O mejor dicho, lo hago desde que se me pasó la etapa juvenil izquierdista que, como dijo Lenin, es la enfermedad infantil del comunismo. Podríamos decir , generalizando, que es la enfermedad infantil de la izquierda. Como explicó Lenin, lo que hace el izquierdismo es sustituir el movimiento real de las masas por el voluntarismo y las realidades por los deseos. Sin ser leninista hoy leninista, pero continuando siendo de izquierdas, me vale la definición. No soy leninista pero me parece que es una buena definición que también vale para un socilademócrata consecuente. La verdad es que para mí ser de izquierdas quiere decir defender el Estado de Derecho, entendiendo como tal el que garantiza las libertades políticas e individuales y pone los medios para garantizar los derechos sociales y laborales. Es una definición modesta pero ambiciosa. Quiere recoger lo mejor del liberalismo, del republicanismo y del socialismo. Me parece que la "Declaración Universal de los Derechos Humanos" es la que mejor recoge este espíritu. Es una apuesta radical porque va contra la lógica del capitalismo y de la burocracia, es decir de las oligarquías económicas y políticas. Pero aceptando la economía de mercado y la democracia liberal. Hay que buscar fórmulas participativas pero la base de la democracia debe ser unas elecciones con sufragio universal donde se presenta opciones políticas diferenciadas. Es la apuesta de la socialdemocracia y estas últimas semanas estamos viendo con esperanza como los viejos partidos socialistas tienen la capacidad de renovarse y superar sus tendencias oligárquicas ( que son propias de cualquier partido de gobierno).
La democracia española, incluso desde el punto de vista liberal, tiene muchas limitaciones. Pero es un sistema democrático y España es un Estado de Derecho.La Constitución debe y puede mejorarse pero no hay que olvidar que salvo en cuestiones concretas ( monarquía, privilegios de la Iglesia) es una Constitución basada en los derechos humanos y que quizás debemos pensar más en aplicarla de manera radical que en cambiarla. Otra cuestión es el modelo territorial que puede discutirse y reformarse en un sentido más federal.
El 27 S se convocan elecciones en Cataluña. Estas elecciones quieren ser, según la Generalitat, plebiscitarias. Las elecciones plebiscitarias son antidemocráticas de por sí porque se votan opciones heterogéneas que se pretenden reducir a un solo tema. Porque una opción tan radical como separarse del Estado del que se forma parte, pretende hacerse con una mayoría simple y que se basa en un recuento en el que el voto de un ciudadano de Lérida vale más que el de Gerona y el de Gerona que el de Barcelona.
Delante de esta situación lo que es prioritario en primer lugar es que no gane la propuesta
Junts pel sí o la CUP, colofón del independentismo que no solo no es deseable sino que nos conduciría al desastre. Por otra parte la propuesta
Catalunya sí que pot, que se pretende de izquierdas sin presentarse como tal, está totalmente atrapada en el juego sobernaista del
Dret a decidir y ni se sabe si los que se presentan son o no son independentistas. Son la ceremonia de la confusión. Luego están las opciones de la derecha catalanista, que es UDC, o españolista, que es el PP. Ciutadans ya se ha definido en una línea que podr´çaimso llamar de la derecha liberal.
Solamente queda el PSC y las pequeñas formaciones que se presentan como de izquierda no nacionalista como Recortes cero. Pienso que hay que ser posibilista y esto quiere decir que un voto debe materializarse en el apoyo a un representante que puede salir. A pesar de las corruptelas en la que han estado implicados dirigentes del PSC, de su deriva nacionalista y en algún momento neoliberal, hoy el PSC quiere hacer una apuesta socialdemócrta y federalista.
El PSC, para mí. cometió el grave error porque potenció el soberanismo con Maragall al proponer un cambio de Estatut que tenía como base la consideración de Cataluña como sujeto soberano. Pero los que estaban al frente del partido en aquellos momentos se han ido a un partido nacionalista, el MES. Se confiaba en Maragall como el que nos daría una salida a la hegemonía nacionalista y acabó entrando en su juego más que ofreciendo una alternativa.
Dentro del PSC han aparecido redes mafiosas y corruptelas, cuyo caso más claro es el de Manuel Bustos en Sabadell.
También diluyó, como el PSOE, una posición clara de izquierdas en muchos aspectos, interiorizando aspectos del neoliberalismo.
Espero que el trayecto por el desierto que está atravesando hoy el PSC le depure de arribistas y oportunistas y sea capaz de participar en la construcción de una alternativas de izquierdas no nacionalista en Cataluña. Espero que el ejemplo de Gran Bretaña sea un estímulo para hacer del PSC un partido federalista de izquierda con unos principios éticos comprobados.
En todo caso lo que sí tengo claro es que es el voto más coherente para un ciudadano catalán de izquierdas no nacionalista.