Escrito por Luis Roca Jusmet
En su curso "El gobierno de sí y de los otros" , impartido el primer trimestre del año 1983, Michel Foucault se plantea en una de sus clases qué es lo real de la filosofía. Es en la clase del 16 de febrero y lo hace a partir del análisis de algunos textos platónicos, como el proceso que va desde el diálogo Albicíades hasta la carta VII.
De entrada la filosofía se presenta como una tarea ( ergon) más que como un discurso ( logos). Preguntarse por lo real de la filosofía ( como ergon y como logos) no es preguntarse la relación que tiene la filosofía con lo real. Es preguntarse como se inscribe en lo real el ergon-logos filosófico, el decir veraz del filósofo. El filósofo se dirige a quién ejerce las leyes. Pero no para decirle lo que tiene que hacer, no para dictarle las leyes. Se introduce en la política pero jugando un juego diferente que el político. Hay una analogía con el papel del médico. El médico ejerce el diálogo y la persuasión con el paciente, no se limita a darle recetas.
El filósofo quiere salir de sí mismo y ser escuchado, pero no por su habilidad retórica, quiere anular la voluntad del oyente. El filósofo no quiere manipular, como hace el retórico, sino persuadir, argumentar, convencer.
El filósofo tiene un camino por recorrer y lo hace a través de diversas prácticas.Implica una decisión previa, que es la de elegir este camino y a un maestro que debe enseñarle el camino. Esto significa ser capaz de aprender unos principios, de interiorizarlos y de aplicarlos en nuestra vida cotidiana. Pero en el Albiciades era una cuestión de mirada del alma, de reconocimiento de sí misma. Una conversión a partir de una mirada que te transformaba. En cambio lo que te transforma en la concepción final de Platón no es la mirada sino la práctica, este trabajo que vas haciendo a lo largo de este camino que vas definiendo con tu acción cotidiana. Es lo que Foucault llama el ascetismo que es la construcción de uno mismo en relación con lo que va surgiendo en su vida cotidiana. Esto es lo real de la filosofía en cada cual.
La filosofía no es el camino de las mathémata, es decir, del conocimiento de fórmulas, formal. Cuando Platón rechaza la escritura en la carta VII no lo hace para afirmar que el lenguaje escrito no puede reflejar el logos, que debe ser tratado de forma oral. Lo hace porque el cuestionamento de la escritura lo es de la filosofía como logos, ya que es sobre todo ergon, un trabajo sobre uno mismo.
La relación entre filosofía y política no es normativa. No hay que caer en una interpretación literal de la República o las Leyes, donde supuestamente el filósofo explica como debe ser una ciudad ideal o sus leyes. La filosofía debe enseñar que lo real de la filosofía está en las prácticas que uno ejerce sobre sí mismo y en relación con los otros. Es, por tanto, la articulación entre el gobierno de sí y el gobierno de los otros.