El caballo salvaje del poema sugiere el redil de tanto delito
un buen día de bosque y campo los descubre sin aventuras
en medio de los árboles
pastando
o haciendo el amor a veces.
Caballos indomables
de mis sueños que galopan atravesando el viento
de negras crines de blancas patas en medio de la espesura de la montaña
relichan como si nada
arrojados a la intemperie de lo recluido en su terreno vallado
Cabañas salvajes de laderas de montes
la selva negra anda perdida
ocultas en los límites
la hierba espesa fresca mantiene la yegua y los potrillos
en espera
Luego viene la muerte
con su camión cargado
el frigorífico mantiene los cuerpos a la temperatura de la carne fresca
y ellos y ellas venga pastar con la muerte
manchones de alfalfa
en esos cercos brutales
ocultos a la mirada de la cosumidora gente que los disgruta en sus platos .
Me han de recordar que estoy aquí
y seguiré estando , anhelando , agarrado a la madre tierra que huele a vida
mis pizca de humanidad se viste de verde y marrón
con el vestido de sol , de rayitos hirientes y a la vez cautivadores de belleza
y tu no estas .. no estás ...
de ese tiempo soñado con el que la vida se sostiene aprendo de contemplar a Venús en la noche estrellada
Ellos mientras siguen pastando
esperando la guadaña que un día les llevará lejos ,
tan lejos como los platos que los acompañaran con patatas y guisantes con lechuga o tomate.
Universo de resoplidos y pisadas , al galope viene la muerte
no se les escapa ni uno ni una ni dos ni tres o cuatro
potreras legales que en el matadero las convierte atravesados en ganchos en montones de cuerpos sin vida
La historia no es poesia ni el poema algo que sirve para contar lo que nos pasa o sucede
Dudo que se salve de la mano del ejecutor , del verdugo, del matarife que sostiene el cuchillo afilado
Me pregunto porque voy al bosque a pasar horas y horas observando y contemplando los caballos
los observo y miro para poder vivir , sólo por eso
Ahora sólo conozco yo mi secreto guardado en el bosque
sonreir a la paciencia de mi silencio profundo
acariciar el caballo que le palpita todavía su corazón
y sentarme a esperar cuando se lleven el camión el cuerpo hierto y frio de los pobladores salvajes del bosque .