Revuelto como está el heraclíteo río de la filosofía, juguemos por un momento a adivinos, tratando de imaginar qué futuro le espera a la filosofía y a su enseñanza en las próximas décadas. Aquí van cinco propuestas, algunas más verosímiles y otras menos.
- Desaparición completa: una vez marginada en el sistema educativo, es posible que pase a ser una de esas disciplinas antiguas, propias de tiempos pasados, y que no despiertan el interés de nadie. Y que en la próxima reforma, año 2020 a más tardar, ya ni siquiera se estudie. Terminaríamos en una sociedad en la que no se enseñaría nada de filosofía, y esta se limitaría a plácidas conversaciones espontáneas, nacidas al albur de los paseos o los encuentros casuales, en las que quizás alguien con un poco más de memoria pueda aportar algo de luz: “Sí, este tipo de preguntas se estudiaban antes en una asignatura que se llamaba filosofía…” Puede que la filosofía sea en unos años un vetusto fósil cultural.
- Aunque muera la filosofía, siempre quedará el filosofar: puede que no se enseñe, pero que haya escritores o artistas que mantengan vivo el afán del pensamiento. Artículos en prensa con un enfoque filosófico, videoinstalaciones que nos interrogan. Por qué no: ensayos que platean algunos de los problemas vitales del ser humano. La filosofía refugiada más allá de las aulas. Sin duda, una vía de escape más que plausible.
- La vuelta al deseo ilustrado: tras años en los que la filosofía haya ocupado una posición marginal en la educación, quizás una nueva ley vuelva a revitalizar su enseñanza, considerando que se han perdido unos rasgos humanísticos que son necesarios para la vida. No es ingenuo pensar que las tendencias pendulares de la historia sitúen la filosofía como asignatura troncal del bachillerato en esa reforma hipotética del año 2020.
- Una filosofía libre de academia: opción más que verosímil, quizás seamos los propios docentes los responsables primeros y últimos de la decadencia de la filosofía en nuestro país, y ese pensamiento vivo, activo y dinámico se instale en los talleres, las sesiones de filosofía práctica, los cafés filosóficos y las consultas de asesores filosóficos. Abandonar las aulas para hacerse presente en otros ámbitos sociales: desde las empresas, a las asociaciones civiles o los partidos políticos. ¿Por qué no imaginar que una persona con formación filosófica podría desempeñar un papel útil en estos ámbitos?
- La disolución académica: la propia evolución de la filosofía ha llevado a varios autores a anunciar su muerte. Ya no hay filosofía, sino siempre “filosofía de”. El futuro de la misma podría consistir en pequeñas referencias secundarias que se plantean en los estudios más diversos: desde la ciencia hasta la economía, pasando por la literatura. La filosofía pasaría así a ser una especie de disciplina trasversal, en la que no serían necesarios especialistas, y que de alguna forma vendría a poner una nota de reflexión en todas las áreas, estimulando de esta manera al pensamiento a los futuros físicos, matemáticos, médicos, ingenieros, economistas…