Casi darían ganas de volver al blog con aquello de “decíamos ayer..”. Pero ni pasó tanto tiempo ni fueron tan dramáticas las circunstancias, así que será más que suficiente con retomar el tema que nos traíamos entre manos, que no es otro que comentar por aquí algunos de los ejercicios de la pasada olimpiada filosófica de Castilla y León (después tocará hincarle el diente también a la de España). El tercer dilema moral decía lo siguiente:
Las caricaturas de Mahoma
En 2005 el diario danés Jyllands Posten, de carácter conservador, publicó una caricatura de Mahoma, en la que se insinuaba que éste podía guardar una bomba debajo de su turbante. El artículo versaba, además, sobre la libertad de expresión y la autocensura a la que se ven obligados humoristas, artistas, periodistas y escritores para no herir ciertas susceptibilidades. La caricatura fue considerada ofensiva por muchos grupos musulmanes a nivel mundial: no sólo representaba a Mahoma, hecho que está prohibido en el islam, sino que además lo asociaba con la violencia. Se sucedieron los conflictos diplomáticos y las amenazas, que cristalizaron en diversos atentados en varios lugares del mundo. Siete años más tarde, el diario satírico francés Charlie Hebdo volvía a publicar unas caricaturas de Mahoma, que provocaron también múltiples conflictos y enfrentamientos, algunos de ellos de en países bien lejanos de Francia.
Preguntas a resolver: ¿debe un humorista gráfico renunciar a publicar imágenes de Mahoma?
¿Son estas imágenes un ejercicio de libertad de expresión?
Reaparece el problema de la libertad de expresión y el respeto a las creencias religiosas. Es bien sabido que en el islam no se permite representar a Mahoma y no menos sabido es que ciertos caricaturistas disfrutan convirtiendo en tema central de su actividad aquello que puede ofender a un grupo social determinado. El conflicto está más que asegurado y desde posturas más moderadas puede parecer que exageran unos al ofenderse tanto por el hecho de que alguien pretenda dibujar a su dios, pero también los otros, firmes defensores de que su libertad de expresión va indisolublemente unida a la posibilidad de pintar a Mahoma, como si no hubiera otros temas a los que enfrentarse desde la viñeta diaria o semanal. El victimismo como pose conduce a un resultado nefasto: bien saben los que profesan el islam que hay corrientes dentro del mismo que abogan por un aperturismo y una reinterpretación de los textos y que en nada se ofenden si ven una representación de Mahoma. Por su parte, los propios caricaturistas podrían dirigir su ojo y su lápiz hacia otras realidades, si de verdad quieren mostrar su compromiso con el pensamiento crítico.
Se trata en definitiva de una posición de madurez moral e intelectual, que tantas veces se les exige a niños y adolescentes, pero que se echa de menos también en el mundo de los adultos. No hay diálogo intercultural ni convivencia posible si nos dejamos llevar por la provocación como moneda de cambio. Hay quienes provocan con dibujos y quienes lo hacen con disturbios y atentados. No estamos, evidentemente, hablando de una respuesta proporcionada, y esto bien podría inclinar la balanza del lado de los caricaturistas. Sin embargo, pierden toda la razón que pudieran tener cuando se empeñan en la mofa y la humillación, y cuando en lugar de construir puentes para el cuestionamiento están poniendo las bases para el odio mutuo. Fijémonos si no en la gran diferencia que hay entre la caricatura-provocación y la crítica. Cuando son los propios integrantes de países islámicos los que hacen daño, y no precisamente por pintar a Mahoma, sufren el daño en primera persona. Ellos son los que abanderan el pensamiento crítico y los que se la juegan en cada viñeta. Y no aquellos otros que ven los toros desde la barrera y desde un sofá de Dinamarca o de París pretenden reírse de lo atrasados que son ciertos creyentes, por rechazar si quiera la opción de representar a su dios o su profeta. Si lo primero es auténtica libertad de expresión, lo segundo es un escupitajo en la cara, que pretende hacer pasar por libertad de expresión lo que es falta de respeto.