El lunes se abría la campaña de crowdfunding para poder enviar a imprenta el juego de cartas Los valores del pensamiento: Historia de la filosofía. Estamos aún un poco lejos de lograr el objetivo pero sin dudas ha sido un buen inicio del que sois responsables fundamentalmente todos los que habéis ayudado en su difusión en redes sociales, principalmente a través de Facebook y Twitter. Un tiempo en el que también yo he intentado intensificar mi presencia en las mismas, esperemos que sin llegar a saturar a todos aquellos con los que el contacto virtual es más estrecho. Siempre es difícil establecer el punto de equilibrio entre la información y el agobio. En este caso, eso sí, la motivación fundamental es que nadie desee adquirir las cartas una vez cerrada la campaña, pues el precio de imprimir una sola de ellas es estratosférico, y a mayores se pretende focalizar todo el trabajo en el par de semanas de organizar los envíos. Si todo va bien, será aproximadamente en la primera o segunda semana de enero. Pero de esta campaña no me voy a quedar solo con eso, en caso de que todo salga adelante.
Para empezar, los contactos que he podido hacer en apenas unos días. Los amigos “más amigos”, que diría aquel, han echado una mano enseguida para informar a sus contactos, pero ha habido otros descubrimientos. Para empezar, Principio último, una de las cuentas de twitter más activas en todo lo referente a divulgación de filosofía, contando además con una web dedicada a la filosofía, que derrocha frescura, desenfado y desparpajo. Ayuda que bien complementa a la ofrecida por autores que empiezan a ser “grandes” en el panorama filosófico español, como Javier Gomá, que “ejemplarmente” colaboró en la difusión y cuyos libros tengo esperándome para hincarles el diente en los próximos días. Encuentro gratos, como también lo son los reencuentros con todos aquellos con los que uno comparte oficio, filosófico y educativo, tanto dentro de las aulas como fuera de las mismas. A ver si logro citarlos a todos: JorgeKoine, el filósofo adulto con mentalidad de niño, Juanjo Muñoz, el rey filósofo de las 3000 IEDA’s, Juan Antonio Negrete, el tábano socrático de Wert y sus “followers”, y amistades “olímpicas” como la de CITAFGSR o Carmen Iglesias. Más amigos del mundo filosófico que han echado la mano: Javier Comellas, Eduardo Recuero, Ladislau Girona, Daniel Inglada, Gerard Prieto y Jesús Zamora. En el terreno editorial, una de las que, a mi juicio, mejor cuida su imagen en las redes sociales: Herder. La guinda del pastel, la agitación en la red que siempre trae consigo Libro de notas. A todos ellos, y alguno más que se me pueda pasar, gracias por extender la idea.
En estos cinco días se aprende entre otras cosas, que esto del crowdfunding es fundamentalmente hacer comunidad. Establecer vínculos con otras gentes con las que se comparte un interés común. Querer sacar a flote una idea que nos resulta atractiva a todos. No es un terreno propio para buscar beneficios sino para promover aquellas cosas pequeñas que, precisamente por no dar grandes beneficios, quizás no tengan cabida en el gran mundo empresarial. Algo que quizás moleste en ciertos círculos, y que he vivido en primera persona: a los dos días de poner en marcha el proyecto, recibí un mensaje de los propietarios de la marca “Top Trumps”, exigiendo la retirada inmediata del proyecto por ser un “plagio” de su marca registrada. Inmediatamente les contesté informando de que no era la intención aprovecharse de su marca, y eliminé cualquier referencia a la misma en el proyecto. Algo peculiar y llamativo: que una empresa británica dedicada a editar juegos de cartas bajo un nombre, pueda pensar que se ataca su marca por que un puñado de profes de filosofía estén dispuestos a crear una baraja con un cierto valor didáctico. En fin, ver para creer. Esperemos que el proyecto pueda llegar hasta el final y superar esa cifra de los 1500 euros, para comenzar con el pedido de las barajas. Y sobre todo: que sigamos haciendo comunidad para ir apoyando las pequeñas locuras filosóficas. Las propias y las ajenas. Y digo lo de ajenas porque Oliver Álvarez, uno de los mecenas, ha creado también su propio juego: a hombros de gigantes. Yo ya he cambiado varios correos con él para comprar mi ejemplar.