La filosofía, como saber actividad humanos, no está exenta de caer en trampas, de cometer errores del dicho y el hecho. Algo que hemos de tomarnos con cierto sentido crítico y sobre todo con sentido del humor. Ahí van cinco bulos filosóficos, cinco ideas que podemos encontrar en la propia tradición filosófica y que, examinadas a fondo, nos resultan más complejas de lo que a primera vista hubiéramos podido pensar.
- En filosofía, es más importante la pregunta que la respuesta. Curiosa tesis: si cogemos todo lo que se ha escrito en la historia de la filosofía, está lleno de pretendidas respuestas que su autor pretende compartir (o imponer). No abundan tanto las preguntas cuanto las respuestas. Y eso es precisamente lo que nos tocó estudiar en su día: respuestas de otros.
- La filosofía cultiva la pureza conceptual. Hubo quien, con ciertas pretensiones, la definió como la ciencia del concepto. Siempre hemos oído hablar de la claridad y la precisión como requisitos de un texto filosófico. Así nos toca “transmitirlo” en clase para que quien se inicia coja cierta maña en el difícil arte de la definición. Pero leer después sobre esencias, entendimientos agentes y pacientes, reducciones fenomenológicas y demás compañías conceptuales provocan cierta risa respecto a las exigencias del bachillerato.
- La filosofía nace del asombro. Esta actitud prístina parece irse desdibujando a medida que avanza la historia. Se puede dudar sobre su función en tantos y tantos libros y pensadores, que han reinterpretado su pasado o pensado sobre su presente con actitudes de partida que distan mucho del asombro.
- La filosofía es interdisciplinar, aspira al todo y tiene una mirada global: bastante tienen los estudiantes de filosofía con estudiar “lo suyo” como para dominar el resto de saberes. El graduado en filosofía no es una voz autorizada o especial respecto al resto, ni mucho menos está más autorizado que el resto para hablar de cuestiones como la física, la biología o la medicina. Lo cual no quiere decir, por cierto, que su punto de vista deba ser ignorado. Más bien al contrario: debe ser escuchado y tenido en cuenta como una más de las perspectivas.
- La filosofía es la madre de todas las ciencias: mentira relacionada con la anterior y que pretende agarrarse a un pasado que quizás nunca existió, arrogándose una cierta superioridad intelectual. Lo cierto es que la ciencia ha encontrado en la filosofía una aliada, pero también en ocasiones un serio obstáculo para su progreso.