Mirar de encontrar alguna luz en la oscuridad permite que el naufragio rutinario y existencial sea algo más ligero. Los ojos penetrantes de un mochuelo , en concreto , de un "xot" (en catalán) nos indican que hoy no es fácil hablar y escuchar.
El hablar que no es el parlotear con una forma de cháchara , un verburrear con uno mismo no tiene otro objetivo que reconocerse uno o una como única interlocutora válida en su vida y su existencia. Hoy hay muchas personas que hablan por hablar, que parlotean o verborrean como si fuera eso lo que les lleva a su circunloquio lleno de verdad y justicia. En una frase de película se podría decir , creen y sostienen que "la justicia soy yo" "la verdad soy yo" .
Por eso hablar no tendría que ver con eso , más bien se referiría a algo que le afecta a uno , que le interpela, que le sitúa frente a otro, que le hace pensar, que le hace ser desde el otro... En este hablar hay o existe una posibilidad de diálogo , aunque sea como un espacio y un lugar que sostiene o debería sostener las condiciones para establecer una proximidad con las ideas y hacer del que está dispuesto a dialogar. Este hablar es ajeno a la pretensión de encontrar algo que nos aleje del mismo hablar y en cambio si que propone una cercanía de encuentro de algo común y compartido , de algo que nos hace coincidir en ideas, hacer, pensar, vivir. Seguramente esto último , este vivir es lo que une en este diálogo a quien se encuentra de primeras a disponerse frente al otro.
El escuchar es un saber , un momento de disponibilidad que no es un parar atención un rato para que el otro se sienta escuchado . En la escucha hay actitud de recepción y de intención de aprender con el otro de algo común entre los dos. Por eso escuchar no es oír , o simplemente mirar al otro sin saber lo que dice .. En esta escucha hay una actividad de presencia frente al otro que permite que uno reconozca este mirar, abrazar, observar, aprender, recoger,....
Estas dos consideraciones hablar y escuchar creo que hoy se encuentran alejadas de las realidades llamadas democráticas. El gran engaño de hoy es pensar que en la democracia hay transparencia llenándola de normas y vigilancia. El error democrático es destapar corrupciones para seguir ocultando el verdadero problema del sistema democrático y su falta de compromiso con la ciudadanía. Por eso tal como sostienen Habermas y Apel , dos pensadores , ya desde hace décadas seguidores de una determinada visión de la intersubjetividad lingüística entendida como comunidad ideal de diálogo , no se dan ni se promueven estas condiciones desde las instituciones para confiar en un hablar y escuchar posible.
Los sistemas hoy han generado una gran duda sobre la verdad misma. ¿Qué hay de verdad en los hechos que nos suceden? Los medios de comunicación optando por la ideología que parecía que con Althuser iba a desaparecer , controlan con una dosis alta de hegemonía el poder. La clase política en descrédito no ha hecho verdaderos signos y señales para generar una confianza en la población. No ha diálogo social, ni diálogo entre clase rica y pobre, no hay diálogo sindical puesto que los sindicatos dejaron hace tiempo de representar a nadie, no hay pactos sociales corporativos ....
La democracia en una virtualidad que sostiene los "me gusta" o "nos gustamos mutuamente" promueve una batalla y una guerra irreal de manifestantes que no se manifiestan, de voyeures que no observadores sociales ajenos a lo que nos pasa y como nos pasa. Hay incomodidad y las terapias emocionales no pueden suplir a este sobreesfuerzo laboral que hoy se exige en la condición del trabajador asalariado . No hay ninguna forma de gestionarse las emociones que nos dirija mejor nuestras vidas y nuestras existencias.
Hablar y escuchar son técnicas que se están perdiendo , o , artes entendidos como esa relación que establecemos con nuestra verdad y nuestro compromiso con nosotros mismos. Hoy el fenómeno del diálogo se encuentra en un callejón sin salida seguramente producto que una necesidad de confiar en que el orden se nos impone, que la democracia se nos regula, que la palabra nos mata lentamente a través de desvincularse de la acción y del pensamiento.