No hay duda alguna que ser profesor o profesora implica una determinada actitud frente a los demás. El trabajo deberá cumplir con unos requisitos importantes previos para ser considerado apto o apta para dicho menester. Hace unos días me hablaban que en la preparación de los estudios de Practicum docente se presentan personas que su filosofía es trabajar ocupando un lugar donde no te van a fiscalizar, ni a enjuiciar, ni observaran como trabajas. La persona que me lo contaba lo veía como negativo , como si eso no debiera ser un derecho y la persona que se preparaba para docente buscase una salida a la falta de control, rigor, disciplina, aplicación que permite trabajar sin ser valorado. De hecho todo venía por mi renuncia a un curso de formación con el título "observación en el aula" por considerar que no había definido una finalidad clara que conseguir . Efectivamente si uno piensa en el sistema educativo puede analizar que es uno de los trabajos -en el sistema público tanto como en el privado o concertado- donde la valoración externa e interna del profesorado se realiza menos. ¿Será esto un acierto ? ¿Debe contemplarse esto como una forma de evasión de capital humano?
Hace ya algunos años las auditorias económicas en los centros se empezaron a realizar para no despilfarrar los recursos destinados a la educación. Sin embargo las pruebas como las competencias básicas desde hace tiempo polemizan por hacer públicos o no los resultados puesto que pueden dar origen a una jerarquía de centros buenos y malos.
Más allá de las consideraciones sobre la necesidad de ser transparentes en las prácticas docentes, de ser claros en nuestras valoraciones, de buscar la objetividad en las valoraciones e instrumentos de aprendizaje ; existe hoy un problema grave social llamado desconfianza.
Hace años los sindicatos empezaron hablando de la gestión directiva de los centros por direcciones especializadas y preparadas para ejercer y rendir mejor en resultados de aprendizaje y de gestión económica los centros educativos. Ya en su momento hubo oposición por creer que bajo la buena voluntad de la supuesta necesidad de mejorar el dinero, las horas, los recursos humanos mal utilizados , se escondía una mala fe administrativa central por convertir el aprendizaje en un proyecto empresarial y mercantil de calculo sin más.
El trabajo hoy nos ha convertido en amos y jefes de nosotros mismos, nos autoexigimos más que nadie, nos sentimos con la responsabilidad de darlo todo , renunciamos a horas de salud por el trabajo, nos preparamos más que nunca las clases, debatimos nuestras mejores formas de aprender en equipos docentes, sometidos a este trabajo diario y permanente. Los salarios no son muy buenos por la " docencia de urgencia" que cada día solucionamos una y otra vez.
Hay sin embargo un fenómeno social que avanza cada vez más llamado desconfianza. En las escuelas y centros educativos el clima de recelo amenaza a toda la comunidad. ¿Qué ha pasado hasta nuestros días ?
Los niños y niñas, adolescentes cada vez más se encuentran hiperprotegidos. La exagerada protección sobre su persona los convierte realmente en intocables. Está bien que existan derechos y que se proteja a los alumnos y alumnas de este mundo inhóspito que tienen a veces delante. Sin embargo si la muerte de un profesor a manos de un adolescente , o acusación de unos padres hacia un profesor, o la difamación contra un centro educativo puede ser considerada como un riesgo más de nuestra profesión seguramente andamos por mal camino.
Hay que saber entender la tolerancia y el respeto como uno de los pilares de la sociedad. Esta claro que como profesionales al servicio nos debemos regir con parámetros de conducta social de gran ejemplaridad . No podemos ser simplemente profesores sin ser personas que educamos en todos los aspectos . Sin embargo ¿ Quien nos protege ?
La constante amenaza social que juzga, valora, critica sin más hacia los profesores está teniendo consecuencias importantes. Hay que romper ese círculo de desconfianza entre profesorado, alumnado y familias porque de lo contrario nos encontraremos perdidos en un mar de denuncias, de contradenuncias, de mala fe, de agravios.
Las direcciones no pueden emprender un ataque sin ser capaces de buscar lineas de diálogo con sus trabajadores a menos que no nos sintamos parte de una empresa más.