En las últimas semanas he vuelto a leer a mi querido Borges. Relectura, pues, de
Historia universal de la infamia,
Ficciones,
El Aleph y el libro de ensayos
Otras inquisiciones. El goce siempre como si hubiera sido la primera vez, con nuevos felices hallazgos y un placer inefable. Sí recuerdo, frente a mis más antiguas o primeras lecturas, que en numerosos relatos he hallado un constante sentido del humor en cada frase de Borges, en especial, en los relatos de
Ficciones, como
Tlon… o Pièrre Menard. En concreto respecto al de
Pièrre Menard, autor del Quijote, la elegante gracia e ironía, el propio valor del relato, me han parecido aún mayores que en anteriores lecturas. En él se ven recursos que, por ejemplo, Bolaño empleará en abundancia: los autores ficticios, las listas de obras irrisorias e inverosímiles, la reflexión sobre el Quijote y la literatura. Es un relato genial. Pero todos los relatos son perfectos, inigualables. He disfrutado también más que antes de la relectura de Historia universal de la infamia.
Además, he terminado de leer
A la intemperie, libro de conferencias, entrevistas, crítica y reseñas de Roberto Bolaño. Otra obra que me he bebido sin darme ni cuenta. Porque a estas alturas hay que leer solo por purísimo gusto.