He finalizado la lectura del libro
Poemas, de María Zambrano, edición de Javier Sánchez Menéndez, ediciones de la Isla de Siltolá. Se trata de una colección de la brevísima producción poética, al menos hecha pública, que escribiera la magnífica filósofa malagueña. Una obra escasa, sobre todo si se piensa lo mucho que dedicó a meditar sobre la poesía y el elevadísimo valor que le dio a esta. Su teoría poética está prefigurada en el siguiente poema-fragmento:
“Estoy demasiado rendida para escribir, demasiado poseída. Sólo podría hacer poesía, pues la poesía es todo y en ella uno no tiene que escindirse. El pensar escinde a la persona; mientras el poeta siempre es uno. De ahí la angustia indecible, y de ahí la fuerza y la legitimidad de la poesía” (p. 67).
Sus poemas rompen con las formas de la métrica tradicional, salvo alguno que conscientemente adquiere un carácter de cancioncilla no demasiado perfecta en lo formal. La intensidad la logra con las propias palabras que van sucediéndose en versos irregulares, con el sentido, con aquello a lo que cada una, y todo el conjunto, apunta. Es una poesía difícil, no ubicable con facilidad y de ella voy a destacar dos poemillas. Se trata de una elección muy personal, que quizás no destaca otros poemas que deberían mencionarse y más representativos, pero es el tipo de poesía, de la que cultivara la filósofa, que más me ha llegado, quizás por su forma más propiamente poética, pero sobre todo por la hondura lograda en tan pocas palabras. Son dos poemas de juventud, de un momento de pesimismo existencial, bellísimos, que recuerdan algo a la Pizarnik:
Ni los aires vuelvan a correr su vueloHondo aljibe del silenciodeja correr tu tesoro.Inunda con él la noche,los espacios, los ciegos corazones.Para definitivamente el tiempo, clava en la noche al tiempo.Silencio y muerte solos, muerte y silencio, quietos.
Otro, fuerte, desgarrado:
Ni brisa ni sombra.¿Por qué, muerte, así te escondes?Sal, salte, sácate de tu abismo,escápate tú ¿quién te retiene?¿Por qué no borras con tu mirada el universo?¿Por qué no deshaces las piedrascon tu sombra, muerte, sólo con tu sombra,con tu mano desnuda,con tu rostro de estatua, desnuda presencia a quien nada resiste?Enseña, muestra tu cara a los mundos,que ya no haya espacio,ni cielos, ni viento, ni palabras.Quiero hundirme en el silencio.