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El café de Ocata
ISuperamos los 20.000 muertos por coronavirus. La cifra oficial es, exactamente, de 20.043, pero todos sospechamos que se queda corta. Este número solo nos puede dejar indiferentes si no pensamos mucho en él. Si lo vemos meramente como una cifra sin contenido.
IIEn esta catástrofe los muertos no tienen rostro. No sabemos nada de sus rasgos físicos, sus biografías, sus planes, sus miedos, sus deudos... Nuestros 20.043 muertos son 20.043 muertos anónimos.
IIIMe resulta imposible llevar gafas y mascarilla. Se me empapan los cristales y no veo nada. Así que tengo que ir sin gafas por la calle, pero me las tengo que poner para pagar en las tiendas y aquí comienzan los problemas.
IVMe temo que todos creemos que los potenciales agentes contaminadores son los demás. Por eso ayer la propietaria de una frutería volvía la espalda a los clientes, se bajaba la mascarilla al cuello y tosía sin complejos. Por eso hay guantes por el suelo. Por eso es más fácil acercarse a un conocido que te encuentras por la calle que a un desconocido.
VSe atribuye a Jacques Chirac este esputo dialéctico: "Las mentiras políticas sólo vinculan a quienes las escuchan".
VIPor razones tecnológicas que se me escapan, no puedo ni responder ni agradecer los comentarios que ustedes dejan por aquí, pero hoy no quiero pasar por alto el de Eugenia Torres.
A mí, que no me olvidaré jamás de dónde vengo, me entristece profundamente que sean los padres de la escuela pública los que con más insistencia protestan contra las evaluaciones, los deberes y, en general, contra la exigencia académica escolar. Su actitud, además de contribuir a difundir una imagen poco rigurosa de los docentes, es profundamente lesiva para sus hijos. Un pobre pidiendo lástima es que es tan pobre que ha perdido hasta su dignidad. Si alguien no debiera nunca renunciar al pundonor, al orgullo, a la voluntad de superación es un pobre, a no ser que se dé por supuesto que la pobreza económica lleva aparejada una inevitable pobreza moral, cosa que me parecería insultante.
Cuando se habla de estas cosas siempre recuerdo un cartel electoral del PSUC en el que un obrero con las manos abiertas decía: "Mis manos, mi capital". No entiendo a quienes no quieren incrementar su capital, es decir, su autonomía. ¿Es que no se dan cuenta de que hay muchos conocimientos que si un pobre no los adquiere en la escuela no los va a poder adquirir en ningún otro sitio?
Sí, los docentes están haciendo un trabajo fenomenal. El mayor elogio que se les puede hacer es el de reconocer que están a la altura de las circunstancias. Procuro mantenerme en contacto con un gran número de centros educativos y creo saber lo que estoy diciendo. Pero, si le he de ser sincero, a veces tengo la sensación de que su trabajo, inmenso, es un poco caótico, especialmente con los alumnos que no siguen un libro de texto. La crisis actual nos está demostrando dos cosas. La primera, que la tecnología puede -y debe- completar al maestro, pero es incapaz de sustituirlo. La segunda, que la improvisación no puede suplir una buena secuenciación de contenidos. Si los alumnos tuvieran un libro de texto, el seguimiento coherente de su trabajo en casa sería más fácil. Además muchos libros de texto tienen versión digital, con lo cual se facilitaría su seguimiento.
Repito aquí algo que he estado defendiendo en varios foros estos días: Un aprobado general no es otra cosa que el desprecio colectivo hacia el conocimiento convertido en regalo lastimoso a los alumnos más vulnerables para hacerles creer que así compensamos su vulnerabilidad.
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El café de Ocata
IGracias a todos los que ayer os preocupasteis por mí. Pero estoy perfectamente. Lo mío fue una pequeña pájara mientras subía el Tourmalet, al que no hay manera de verle la cima.
IIEsto de
uno de mis blogs de guardia, Auto/ficción: "Pienso en la inconsciencia del que pasea, incapaz de anticipar que con los años inéditos sentirá nostalgia de los pasos inocentes, perdidos para siempre, sabiéndose culpable, ahora, por no advertir -entonces--el peso magnífico de la luz y el aire suavemente aromático, y esa aspereza de la tierra con la que se alegran las manos de los campesinos".
IIIEl confinamiento es una invitación permanente a la inacción culpable, a pasar las horas muertas tumbado en el sofá, frente a una televisión encendida pero incapaz de decirte nada, aunque no pare de hablar, mientras piensas que hay mil maneras mejor de aprovechar el tiempo. Al prolongarse, inevitablemente nos obliga a mirarnos con displicencia. "¿Esto es todo lo que sabes hacer?", nos preguntamos.
IVPasar el tiempo, es decir, poner las riendas de nuestra vida en manos del tiempo, ese es el martirio blando de la desidia. Una dulzura amarga.
VLos antiguos, y Aristóteles en primer lugar, diferenciaban varias formas de relacionarnos con el tiempo:
1. La "skholé": Es la relación activa con el tiempo libre. Hay que subrayar "libre", porque esta actividad es propia de la persona que tiene cubiertas sus necesidades corporales y se dedica a las actividades liberales, las del espíritu. Los mejores ejemplos de estas actividades serían la música, la lectura y, sobre todo, la teoría. De aquí deriva nuestra escuela.
2. La ocupación ("askholia", o negación de la "skholé): Es el conjunto de actividades con las que tenemos que acarrear para poder disponer de tiempo libre. Es el trabajo ("ponos") que nos permite comprar el descanso. Dice Aristóteles que vamos al trabajo como a la guerra, para conseguir la paz.
3. La recreación ("anapausis"), es el descanso del trabajador, el paréntesis en el que se recuperar fuerzas, el rato del bocadillo o del cortado, vamos.
4. El juego (paidia), que nos relaja, entretiene y divierte.
En nuestra relación con estas diferentes formas de gestionar el tiempo se acaba formando nuestros carácter ("ethos").
VI
A veces Aristóteles utiliza el término "diagogué" en relación con la "skholé". El prefijo "dia" indica proceso, a través de (día-logos, día-metro...). El verbo "ágo" significa conducir. Hermes, el dios conductor de las almas, recibía el apelativo de "diagogueo".
Con esta relación, Aristóteles quiere indicar que la "skholé" es el proceso mediante el cual nos vamos transformando a nosotros mismos.
VIIY aquí me permito una breve parada en el "pedagogo", término formado con "paidós" (niño) y el verbo "ágo". En Grecia, era la persona que acompañaba al niño hasta el lugar donde se practicaba la "skholé". Cuando comenzó a utilizarse esta palabra en Italia, a la gente le sonaba a "pedante", que no significa otra cosa que "peatón", "andar a pie", porque tenían muy presente el contraste entre la arrogancia de muchos pedagogos (ya resaltada por Platón) y su pobreza (tanto material como de "skholé").
VIIIUn ejemplo un poco hiperbólico de lo que era la "skholé" nos lo proporciona Plinio el Joven en una de sus cartas, al relatar la permanente hambre de sabiduría de su tío, Plinio el Viejo. Nunca dejaba de aprender, fuese el que fuese el bullicio que le rodeaba. Incluso cuando iba a bañarse aprovechaba para escuchar algún libro o dictar algún texto. "A su lado había siempre un secretario con un libro y tabletas (...). Por esta misma razón prefería ser transportado en una silla por Roma. Recuerdo una vez que me criticó por ir caminando y me dijo: 'No deberías haber perdido ese tiempo', porque pensó que se desperdiciaba todo el tiempo que no se dedicaba al estudio".
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El café de Ocata
Ayer por la tarde, no sé muy bien por qué, viví un fuerte bajón anímico. ¿El primero?
De repente comencé a pensar que el hecho de haber estado protegido hasta hoy no significa que mañana no vayas a infectarte y que el hecho de haber generado anticuerpos positivos no es una garantía de protección y me vi a mí mismo recluido en casa por tiempo indefinido para proteger una fragilidad que la misma reclusión fragilizaba. Al mismo tiempo recibí varios mensajes de amigos que me comentaban que se lo estaban pasando mal, bien porque sus negocios estaban acumulando pérdidas cada día, bien porque estaban hartos de la cuarentena.
Todos los planes que tenía para este año se han visto alterados. Las fechas de entrega de varios textos se han pospuesto sine die y me vi rodeado de proyectos ilusionantes truncados. Me encerré en mi cuarto y sentado en el sofá estuve un buen rato sin hacer nada, sintiendo pasar el tiempo de manera deshilachada y vaga. Pasado un rato, comencé a leer. Me entretuve un poco con La educación de los hijos, de Nebrija y decidí que tenía que escribir algo sobre ese interesantísimo texto, pero pronto pasé a otra cosa, y a otra, y finalmente me fui a la cama dejando varios libros abiertos sobre la mesa. Me costó dormirme. Me sentía recluido dentro de la reclusión y mis pensamientos me llevaban a otra reclusión, la interior, que era como la reclusión de un vacío.
Hoy estoy más animado. Me imagino que no sólo las estadísticas del coronavirus tienen dientes de sierra.
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El café de Ocata
"No queremos entender que la precaución es el mejor médico del Mundo", escribía el polígrafo Gregorio Mayans y Siscar (1699-1781) en
El mundo engañado por los falsos médicos. Algunos "expertos" dicen que la precaución, en el caso del coronavirus, va para largo.
He escrito en
El Subjetivo sobre la fractura moral que nos ha producido el coronavirus, aunque no parece escandalizarnos demasiado.
He titulado el artículo Rerum senilium, pensando en las cartas de Petrarca.
Veo también una fractura moral en la frivolidad con que se anuncia que se dará un aprobado general a los alumnos de primaria y secundaria En realidad, lo que se anuncia es una promoción mayoritaria, pero no general, puesto que se dice que sólo repetirán los casos imprescindibles (luego, habrá repetidores), que se planificarán actividades de recuperación para los que lo necesiten (luego se admite que la promoción no significa aprobado) y que la evaluación no será homogénea, ya que se tendrá en cuenta el diverso rendimiento del alumnado en los dos primeros trimestres del curso. Es decir, se copia a Italia pero con una salvedad, aquí se acaba dejando en manos de las Comunidades Autónomas la letra pequeña del asunto.
Las autoridades educativas parecen creer que no importa que seamos más o menos inteligentes, más o menos virtuosos, más o menos autónomos, más o menos egoístas, más o menos vagos... lo que importa es que somos vulnerables y hay que evaluar a los alumnos por su vulnerabilidad. Hay en esta convicción pedagógica una derrota moral que, sin embargo, muchos pedagogos consideran una victoria. Pero la vulnerabilidad es una propiedad universal del ser vivo y por sí misma es incapaz de discriminar entre diferentes modelos de vida. Para aspirar a una vida buena se necesita un criterio de evaluación de lo humano diferente, un criterio que apunte hacia lo mejor que cada uno puede llegar a ser, no a lo que todos, inevitablemente, ya somos.
Johnny E. Williams se pregunta si la "romantización" de la cuarentena es un privilegio social. La pobreza siempre cuenta, como es evidente, sobre todo en los países pobres. "¿Qué tipo de cuarentena vamos a tener aquí, me preguntaba un amigo mexicano, si mucha gente no tiene ni casa?" Pero entre nosotros, eso que Williams llama "romantización" no es sino una forma sofisticada de espantar el miedo. Lo que determina cómo vives las cuarentena no es tanto tu espíritu aventurero como la diferencia entre la salud y la enfermedad.
Les voy a hacer un regalo.
Echen una ojeada a la Fundación Robert Schuman.
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7:49
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El café de Ocata
¡Lo que me cuesta escuchar en la tele a políticos y a expertos! No creo que sea del todo sana esta hartura mía, pero eso es lo que hay. Los veo como pésimos actores, sin registros, que temen defraudar a un público necesitado de actores creíbles. Pero peores, como dice Hughes, que los políticos y expertos, son los intelectuales que nos quieren convencer de que el futuro estará a la altura de sus prejuicios. Hay una auténtica epidemia de futurólogos incapaces de respetar su miopía. ¡Menos mal que los pueblos se empeñan en desmentir a sus profetas!
Rafael Gambra -¿alguien se acuerda de él?- comentaba en uno de sus artículos en El pensamiento navarro (17 de octubre de 1971) que una vez oyó en Navarra una expresión que designaba muy gráficamente la inutilidad o irrelevancia de una conversación o de unas deliberaciones: “es como lo que hablan los pobres en los pajares”.
El 15 de marzo comencé este diario. Llevo, pues, un mes, pobre de mí, hablando conmigo mismo en este pajar digital. ¿El primer mes?
Nota: Para las ironías barojianas sobre lo de "pensamiento navarro", recuerdo que El pensamiento español lo creó y dirigió el navarro más navarro que en la historia ha habido: Francisco de Borja Navarro Villoslada y Navarro Villoslada (sus padres, Manuel y María del Pilar, eran primos, de ahí la repetición del apellido) que, además, nació en Viana.
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7:53
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El café de Ocata
I"De furia de villanos, de etcétera de notarios y de consulta de médicos, libera me Domine" - Juan Costa, "El gobierno del ciudadano", Zaragoza, 1584.
IIUn nuevo vídeo de animales urbanizándose. Esta vez muestra a un par de ciervos paseándose como dos turistas ociosos por las calles de un barrio de París.
IIILa Generalitat de Catalunya, reticente ante la vuelta al trabajo en actividades esenciales, ha advertido de un posible rebrote de los contagios si no se acata el confinamiento estricto de la población. Al mismo tiempo, el Servei Català de Trànsit informaba que el Lunes de Pascua, estando vigente el estado de alerta que obliga al confinamiento en las casas, han regresado al área metropolitana de Barcelona 40.432 vehículos. El presidente de Foment del Treball ha defendido el retorno a las actividades no esenciales porque “la que se nos viene encima es grande”.
IVLa primavera está explotando en mi jardín:
V
La OMS: “El nuevo coronavirus que da lugar al covid-19 es 10 veces más mortal que la gripe A (H1N1), que apareció en marzo del 2009 en México”.
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VII
Jesús Silva-Herzog sostiene en su blog “Andar y ver” que la falta de realismo político “es, aunque parezca extraño, resultado de una imaginación seca”. Estoy de acuerdo. El pobre de imaginación es incapaz de ver nada que ponga en cuestión sus prejuicios y no sabe mantener un trato saludable con lo que tiene delante de las narices. No ve más que la parte de la realidad adicta a sus preconcepciones. El resto le resulta sencillamente impensable. “La imaginación es la perdición del ideólogo”, concluye. Pues bien, la Generalitat de Catalunya se ha sentido gravemente ofendida porque el gobierno de España le ha mandado 1.714.000 mascarillas. ¡1.714! Ha tomado la cifra como un agravio a la historia de los catalanes. A Navarra han mandado 16.000 mascarillas. Curiosamente el año 1600 se derrumbó el claustro gótico de la Real Colegiata de Santa María de Roncesvalles y Francis Bacon descubrió la existencia de una cosa llamada "sesgo confirmatorio".
VIII
IX
La liturgia de los aplausos de las ocho de la tarde se ha impuesto en mi calle como una celebración eucarística. Diría que hemos descubierto colectivamente el placer de tener la obligación de un ritual compartido. Ayer estaba hablando amenamente por teléfono con un amigo de Málaga cuando dieron las ocho y le dije que tenía que colgar. No solo aplaudimos con ganas e, incluso, con cierta rabia. Lo principal es que nos saludamos unos a otros con nuestros aplausos, atentos a que no falte nadie. Me gusta tener esta sujeción a tierra firme, como a un amarre al más allá del confinamiento. Creo que a estas alturas todos tenemos claro que aplaudimos porque así tenemos algo que ofrecernos.
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El café de Ocata
Tras varias mañanas soleadas, hoy amanece nublado. Ha llovido durante la noche y, muy probablemente, volverá a llover durante el día. La primavera es voluble, como la naturaleza. Ayer circuló por las redes un vídeo en el que se veía un gamo corriendo por las desiertas calles de Valladolid.
E.R. me envía un mail con sus observaciones sobre el lenguaje que, pretendiendo ayudarnos, no deja de acosarnos en esta crisis:
- Las mascarillas no son necesarias en marzo, pero son imprescindibles en abril.
- El virus es como la gripe en febrero, pero en marzo es una pandemia mortal.
- Tenemos la mejor sanidad de Europa, pero no tenemos camas, ucis, respiradores, ni mascarillas para los hospitales.
- Tenemos controlada la epidemia, pero no sabemos cuántos contagios hay porque no tenemos tests y desconocemos el porcentaje de asintomáticos.
- Nadie puede salir de casa, salvo los que tengan que ir a trabajar en puestos esenciales, en puestos no esenciales, y los que deban ir a hacer la compra...es decir que confinados realmente solo están los niños...
- Hemos adquirido mascarillas pero no las distribuiremos hasta que acopiemos más.
- Decían en febrero-marzo: "No OS protejáis con mascarillas (en residencias, en empresas..) para no crear alarma". Y al cabo de una semana, se decretaba el estado de alarma.
- No hemos acabado el confinamiento del estado de alarma, pero se puede ir a trabajar porque no se puede colapsar la economía.
- Los que deban ir a trabajar, que vayan en transporte privado, aunque las mascarillas las repartiremos en la entrada del metro.
Podemos añadir algún mensaje paradójico más
- Debemos dejar atrás las palabras gruesas y el lenguaje agresivo, pero los de mi partido, seguirán igual.
- Todos debemos trabajar unidos en torno a un gobierno desunido.
- Todas las medidas están basadas en criterios científicos, pero no todos los científicos comparten las medidas.
- Las muertes descienden, pero en los días festivos no sabemos muy bien qué pasa; habrá repuntes y no hay que descartar que vuelva a ser necesario tomar medidas extremas.
- Hay que volver al trabajo y las empresas deben garantizar la protección de los trabajadores, pero la CEOE denuncia que el Gobierno no ofrece los medios para ello y los sindicatos piden no trabajar "sin protección".
- El gobierno asegura que se negocia con los empresarios mientras estos se quejan de que a penas se los informa y, en todo caso, prefieren no ser informados por Iglesias.
Lo único cierto es que el número oficial de fallecidos asciende ya a casi 17.000. Y todos sabemos que el número oficial no es el real.
E.R. concluye su mensaje: “y así....se puede listar innumerables mensajes con doble vínculo en el que el ciudadano queda atrapado hasta la esquizofrenia social”.
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El café de Ocata
IDomingo de Resurrección. «La luz es lo más hermoso de este mundo, y del otro», decía Miguel Servet.
IIAlemania nos ha demostrado en esta crisis que la política es el arte de elegir perjudicados, es decir, de elegir quienes no forman parte de los nuestros. Vista la contundencia con que ha defendido a los suyos, los alemanes ya no están en condiciones para mirar por encima del hombro a Viktor Orbán.
IIILas familias en reclusión viven como vivían antes, pero amplificando sus rasgos. La cuarentena no ha hecho aflorar nada nuevo, solo ha subido el volumen. Leo en la prensa que "un hijo pega a su padre porque este se niega a salir a comprarle marihuana".
IVHay muertes invisibles por coronavirus: las de los ancianos que mueren solos en sus hogares y que no aparecen en los datos oficiales. A veces un vecino llama a la policía porque en el piso de al lado el teléfono no deja de sonar...
VEl escritor norteamericano Nick Tosches solía tener un lamento en los labios: “I wanted to be alone, not forgotten”. Hay que tener a alguien que te quiera mucho al lado para que te deje solo sin abandonarte ni un minuto.
VICuando Petrarca decía "sé que en las cosas humanas no hay nada sólido", miraba al cielo y se tranquilizaba. Allí reinaba lo estable.
VIIA partir de mañana y visto que las cifras de muertos y contagiados mejoran día a día, los trabajadores de sectores no esenciales volverán al trabajo. La medida del gobierno es arriesgada, porque no cuenta ni con el beneplácito de todos los expertos ni con la unanimidad en el Consejo de ministros. Pero parece claro que si no comenzamos a descongelar la economía, la falta de recursos puede acabar siendo insoportable. El gobierno de la Generalitat se ha apresurado a culpar a Sánchez de un posible rebrote de la epidemia.
VIIIEl futuro siempre sorprende con sus grandes descubrimientos históricos. Nos esperan grandes descubrimientos en las próximas semanas.
IXGracias, B.:
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El café de Ocata
IEuropa, decía Steiner, es una plaza con una terraza de un café. Sueño con los densos y aromáticos cafés del Petit Cafè. Su terraza era, a partir de las 11:00 mi lugar de trabajo. Allá estaba mi mesa, a la sombra de un plátano.
IIQuizás lo que quede de esta crisis, dada la evidencia de que la memoria es la gran prófuga de la política, sea el recuerdo efímero del sentido de lo trágico. Pasadas unas pocas semanas, volveremos a creernos posmortales... siempre que el virus no mute, claro.
III Una palabra me ronda desde hace días, la de "descontemporáneo". Hay que ser algo descontemporáneo para poder alejarse un poco del presente y observarlo a la distancia que permita comprenderlo. De cerca, se ve todo borroso.
IV¿Y si solamente ante Dios -ante el Cristo velado del Sábado Santo, también- pudiéramos tener una imagen completa de nosotros mismos? La liturgia cristiana nos dice que Dios no se nos da en una única imagen, sino en la historia.
VLo veo cada vez más claro: Se está pasando el miedo. ¿Es por el efecto balsámico del tiempo o por el enorme empeño de nuestras autoridades -acompañado por el de la mayoría de medios de comunicación- por ocultarnos los muertos y así convertir nuestra reclusión en una burbuja de aburrimiento, de un aburrimiento... y de nada más?VILeído en las redes: "La vida normal comenzará el día que abra el bazar chino del barrio".
VII
El volcán Krakatoa ha hecho erupción, despertando a otros seis volcanes. Hubo un tiempo en que creíamos en signos premonitorios. Ahora tenemos que conformarnos con regularidades estadísticas.
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El café de Ocata
La cuarentena es una molestia soportable. Es cierto que comienza a percibirse una saturación. Hartos de recluirnos entre cuatro paredes, vamos asomándonos cada vez con más descaro a las puertas de nuestras casas y perdiéndole el miedo a la intemperie. Nunca he visto a más personas sin prisa paseando melancólicamente a sus perros por la calle mientras se entretienen con el móvil. Pero la reclusión, aunque canse, es llevadera. Comemos y bebemos bien. Hay montones de canales en la televisión, siempre hay libros interesantes por leer y los amigos son amables y llaman de vez en cuando para decirnos que están ahí.
Las cosas cambian radicalmente cuando el virus se entromete de sopetón en nuestras vidas y descubrimos, de repente, cuál es la auténtica realidad de lo que nos está pasando. Quien choca con el virus, no puede evitar, por lo que me cuentan, sentirse pasajero del Titanic. La tripulación es incapaz de tapar las vías de agua que se han abierto en el "estado del bienestar" y tus demandas de socorro se pierden entre los gritos de auxilio de un pasaje asustado e impotente.
El estado de bienestar funcionaba porque en realidad no lo habíamos puesto a prueba. Nunca le había llegado el agua al cuello.
Me han contado historias terribles. Me gustaría poder detallar lo que el director de una residencia de ancianos me ha dicho, pero le he prometido mi silencio y lo tendrá. Ayer, una amiga me relataba con detalle su perplejidad cuando una voz remota le aconsejó por teléfono que confinase a su hijo de catorce años en su habitación porque tiene todos los síntomas del coronavirus, a pesar de que en su familia han llevado la cuarentena a rajatabla. La misma voz le añade que lo lleve a urgencias "si empieza a ahogarse", pero que no hay tests. Llegarán, pero no saben cuándo. Lo importante es que le observen la temperatura con frecuencia. ¿Cómo, si el termómetro de casa está estropeado y es imposible encontrar uno en las farmacias? Me cuenta más cosas inquietantes que no me atrevo a transcribir porque me cuesta creer que sean ciertas.
A pesar de las dimensiones de la tragedia, nos negamos a ver las imágenes de los ataúdes alineados en los espacios habilitadas para ello. No queremos contemplar el retorno de la muerte, esa cosa tan obscena que habíamos alejado de nuestras vidas, recluyéndola en tanatorios higiénicos, con máquinas de café y estrictos horarios de visita. Nos negamos a mirar cara a cara a la desnarigada porque, si lo hiciéramos, nos veríamos obligados a aceptar nuestra pequeñez, tan vulnerable. Pero la muerte, esa molestia insoportable, se ha empeñado, nos guste o no, en exhibirse sin complejos en la plaza pública de una sociedad que, hasta hace pocos días, quería creerse a las puertas de la posmortalidad.
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El café de Ocata
Parece que, poco a poco, se va viendo más gente por las calles. Los paseos de los perros se van alargando unos metros cada día, el camino de la compra es menos directo, la puerta de las calle más tentadora... Estamos comenzando a sentirnos saturados. ¿Hasta cuándo seremos obedientes?
Sobre el dilema de ayer, la respuesta es que, si necesitamos ser morales es porque somos finitos. En el fondo, es el mismo dilema que nos planteaba Platón con su famoso anillo de Giges: ¿Cómo actuaríamos si fuéramos propietarios de un anillo que nos hiciera invisibles? Eso es ética-ficción. La cuestión importante es cómo actuar cuando tienes cuerpo y cortas miras. En una ocasión, Moyano desarrolló un largo discurso en el Parlamento sobre lo que hubiera ocurrido de no haber triunfado la revolución del 68. Sagasta le contestó: “S.S. me recuerda lo que le pasó a uno que se entretuvo toda su vida escribiendo una obra de muchos volúmenes para demostrar los milagros que hubiera hecho un santo, si tal santo hubiera venido al mundo”.
Viendo las declaraciones y ruedas de prensa de nuestros gobernantes, me acuerdo de la historia de aquellos dos vecinos que contaba Freud. Un vecino le dice al otro” Yo jamás te pedí prestado tu caldero y, además te lo devolví intacto y, por otra parte, ya estaba agujereado”.
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El café de Ocata
Día -¡al fin!- de trabajo intenso y productivo. Productivo no significa que haya escrito páginas admirables, ni tan siquiera que haya avanzado en la resolución de algo, sino que me pasé el día ahondando en la complejidad de un problema que tenía entre manos. Digamos que al anochecer su complejidad era mucho mayor que al amanecer. Y eso está bien. Quisiera escribir una defensa del humanismo, escandalizado como estoy por lo que estamos haciendo con los ancianos. Tengo la sensación de que nos estamos derrotando moralmente a nosotros mismos al plantearnos siquiera la cuestión de qué vidas son más o menos útiles. Una vez abierta esta rendija, los fantasmas que se cuela por ahí son incontrolables. Volví a Kojève y me llevé un interrogante a la cama: ¿Y si el poshumanismo ya ha tenido lugar y estamos viviendo en una situación en la que no nos importa a cuánto tenemos moralmente que renunciar para preservar nuestro bienestar material? Agamben parece no dudar de que, efectivamente, esto es lo que pasa. Pero no deja de ser pasmoso que los jóvenes no comprendan que los viejos no son alienígenas, sino, simple y estrictamente, su futuro.
La perplejidad se me hizo explosiva cuando me detuve ante el siguiente dilema moral que nos presenta Saul Smilansky, un profesor de filosofía de la Universidad de Haifa: Lo que somos no es independiente de lo que nos ha hecho, así que o lo queremos todo o lo rechazamos todo. ¿Si pudiéramos hacerlo, qué preferiríamos: eliminar del pasado las circunstancias calamitosas que, sin duda, provocaron enormes sufrimientos a otras personas, eliminando también la posibilidad de nuestra existencia, o elegirnos a nosotros y por lo tanto todo lo que nos ha hecho posibles, incluyendo el sufrimiento ajeno? (
Saul Smilansky, “Morally, Should We Prefer Never to Have Existed?” Australasian Journal of Philosophy).
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El café de Ocata
IComienza a hablarse de la salida del túnel, del retorno, de la recuperación de la actividad económica, de estabilización, de mesetas, del plan para recuperar progresivamente la normalidad.
¡"Normalidad", qué palabra!
En las últimas 24 horas han muerto 205 ancianos en las residencias catalanas de la tercera edad por el coronavirus. Nos vamos acercando al millar de defunciones y, sin duda, rebasaremos la cifra porque no deja de crecer el número de positivos y hay más centros con presencia del virus que sin él. Mientras tanto, el ayuntamiento de Barcelona ha declarado que no tiene capacidad para incinerar a todos sus fallecidos.
IICuenta Estobeo (Florilegio 3.7.69) que "cuando una plaga estaba afligiendo a los espartanos, a causa del asesinato de los embajadores de Jerjes -que habían exigido tierra y agua como signos de servidumbre-, recibieron un oráculo según el cual serían salvados si algunos espartanos fuesen seleccionados para ser ejecutados por el rey. Entonces Boulis y Sperkhis dieron un paso adelante porque creían que eran dignos de ese sacrificio. El rey, impresionado por su valentía, les ordenó que se fueran a casa".
Es decir, hubo un tiempo en que las plagas tenían sentido. Quiero decir, había una razón moral que las explicaba y, por lo tanto, había una razón moral para superarla. Ahora no. Ahora sabemos que el virus es amoral. Morimos sin razón, porque no hemos tenido suerte.
IIILa palabra "cuarentena" proviene del italiano "quaranta", pero su origen remoto se encuentra en la Biblia, donde la purificación está frecuentemente asociada a este número: los cuarenta días y cuarenta noches del diluvio, los cuarenta años de errancia de los israelitas en el desierto... y los cuarenta días de Cuaresma.
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El café de Ocata
B. me envía un interesantísimo artículo que Bernard-Henri Lévy firma en Le Point ("Hystéro-virus", 9 de abril de 2020).
El filósofo francés comienza repasando dos importantes pandemias de la segunda mitad del siglo XX por las que hemos pasado muchos de nosotros. La primera, la gripe asiática de 1957-58, causó la muerte de entre uno y dos millones de personas. La segunda, la gripe de 1968, conocida como gripe de Hong Kong, se cerró con, al menos, un millón de muertos.
Observa Bernard-Henri Lévy que nadie se acuerda de estas dos pandemias por la sencilla razón de que nadie las consideró dignas de ser rememoradas. En su transcurso, nadie imaginó, tampoco, la posibilidad de un confinamiento masivo o de paralizar la economía. Podemos sospechar, pues, que no son los hechos colectivos los que dejan por sí mismos una huella en nuestra memoria, sino el eco que esos hechos encuentran en los medios de comunicación. Un acontecimiento no es histórico, ni marca la frontera de un antes y un después colectivo si los medios de comunicación no se empeñan en asegurarnos que será así.
Hoy, resalta Lévy, sin darnos apenas cuenta de la relevancia de lo que estamos haciendo, consideramos como algo evidente que la vida tiene prioridad sobre la economía. “Eso es magnífico”. Pero no debemos olvidar que, en contra de lo que frecuentemente se oye, no estamos ante una tragedia sin precedentes, sino ante una histerización mediática de una tragedia, porque los “showcratas de los medios de información” se han empeñado en que así sea.
La pregunta que esta situación le sugiere a Lévy es inquietante: “¿Qué privilegios, qué derechos y libertades estamos dispuestos a sacrificar en el altar de nuestro sueño de un Estado sanitario en el que nos curaríamos de todo, hasta de la muerte?” Al leer esta pregunta he pensado inmediatamente en el "Estado universal y homogéneo" de Kojève, que garantizaría nuestro bienestar colectivo y nuestros pequeños placeres cotidianos a cambio de ir diluyendo en el caldo de la satisfacción corporal la sustancia moral de una democracia digna de su nombre.
Hay dos miradas posibles a la historia, que son también las dos maneras posibles de entenderla. La primera es la que lanzamos desde los valores del presente al pasado y, la segunda, la que lanzamos desde el pasado al presente. Todo se ve distinto según la perspectiva elegida. Por ejemplo, la actual pandemia, vista desde el pasado es una más, y no de las más graves porque nos pilla con un sistema de salud muy sofisticado, pero que puede tener consecuencias importantes por nuestra manera de afrontarla. Vista desde el presente, creemos estar asistiendo al derrumbe de algo indefinido y al nacimiento de no sabemos muy bien qué.
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El café de Ocata
Derrida señaló una inquietante similitud entre el animal, el criminal y el soberano.
Ninguno de ellos respeta la ley.
El animal (incluyo aquí al coronavirus), simplemente la desconoce. Vive en la inconsciencia de la ley.
El criminal, la conoce. Tanto es así, que la posibilidad de su existencia como fuera de la ley depende de la existencia previa de la ley. Tiene experiencia de los beneficios que pueden proporcionarle el saltársela. Como se cree más listo que la ley, la amenaza de la pena no lo frena. Es menor que su confianza en sí mismo. Se cree el soberano, pero no lo es. Es sólo su parásito.
El soberano es el que crea la ley y, por lo tanto, vive por encima de la ley. Por eso se cree capacitado para hacer leyes nuevas.
El criminal vive de trampear con la ley; el animal, de ignorarla; el soberano, de crearla.
En situaciones de crisis, como la actual, se sitúan frente a frente el animal y el soberano. El criminal es sólo una anécdota a pie d página. Son los dos primeros los que escriben la historia porque ambos compiten por la creación de lo nuevo.
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El café de Ocata
INo tenía muy claro al principio a qué, exactamente, salíamos a aplaudir a las 8 de la tarde, pero allí estábamos, asomándonos a las calles vacías desde las ventanas de nuestra reclusión, dejándonos las manos con unos aplausos más encendidos que los que nunca dedicaremos a ningún artista. Pero poco a poco he ido comprendiendo que salimos a aplaudirnos. Por eso los vecinos nos miramos mientras damos palmas a un ritmo que una batuta anónima dirige con destreza y sentimos que nos estamos empujando hacia adelante, en un esfuerzo colectivo que, al menos de las 8 de la tarde es muy útil. Por eso mismo nos tiene a todos aplaudiendo durante cinco minutos y saludándonos con gestos cómplices para decirnos que allí estamos, antes de regresar a la clausura. Este y el de bajar la basura son los únicos ejercicios físicos que estos días me tomo en serio, casi litúrgicamente. El tiempo, mientras tanto, avanza y en los noticiarios hablan de que quizás, quizás, se comience a ver, allá al fondo, la luz de la salida del túnel.
IINono de Panópolis, un monje cristiano del alto Egipto que vivió en el siglo V, cuenta en sus
Dionisíacas que el dios del tiempo, Cronos, “pastor de los siempre fluyentes años”, acabó sintiendo compasión por las interminables fatigas del hombre. Dirigiéndose a Zeus, le suplicó: "Que sea otro quien cargue sobre sus espaldas el discurrir del tiempo, yo estoy ya cansado de tanto compadecer a esos desgraciados mortales. Prometeo no debió haber robado el fuego, sino el dulce néctar que regocija el corazón de los dioses".
IIIClaro es que hay formas y formas de pasar el tiempo. Por ejemplo el diario
La Rioja informaba ayer que "unas catorce personas permanecen encerradas en cuarentena en el Pub Macumba de Rincón de Soto", dado que se han registrado allí algunos positivos. El Macumba es un famoso club de carretera de La Rioja, situado entre Alfaro y Calahorra, al que suelen acudir clientes de los pueblos cercanos. No haré más comentarios.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Siento un cierto cansancio de noticias. Hay demasiadas, demasiado sesgadas, frecuentemente son contradictorias y, la inmensa mayoría, muy poco estimulantes. Pero si uno apaga la televisión, descubre pronto que no hay refugio en las redes. Vuelvo pues, al fin, a la lectura.
Pero es imposible sustraerse a lo que nos ocurre, principalmente a las dudas del gobierno. Ahora sale el vicepresidente Pablo Iglesias diciendo que el patriotismo es poner lo general por delante de lo particular. Posiblemente está pensando en lo que los suyos llaman "la socialización del ahorro". No, señor Iglesias, el patriotismo es el reconocimiento espontáneo de lo propio en lo nuestro.
Leo que cuando salimos a comprar llenamos la cesta especialmente con productos frescos (comprensible), repostería, cerveza y bebidas de alta graduación. El consumo de cerveza se ha incrementado un 23% y el de destilados un 17%. Me imagino que estos datos no tienen en cuenta la reducción del consumo debida al cierre de bares y restaurantes.
Navegando por esos mares tecnológicos de Dios, me encuentro con estas palabras de Maya Angelou: "There is nothing quite so tragic as a young cynic, because it means the person has gone from knowing nothing to believing nothing".
¿Nos curará esta pandemia a los europeos del cinismo manso al que nos hemos ido rindiendo relajadamente, poco a poco?
¿No hay un rastro de cinismo en la tentación de aislarse del ruido circundante?
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El café de Ocata
ITras asegurarnos que las mascarillas no servían para nada, las "autoridades" nos advierten ahora que no podemos salir a la calle sin ellas. Sin embargo, no hay manera de comprarlas. ¿Dónde las ha conseguido toda esa gente que ha comenzado a llevarlas como bozal de su desconfianza?
IINunca he sentido tan evidente como estos días aquella sentencia que, según Leo Strauss, le repetía su abuela: "Te maravillarías, hijo mío, si supieras con qué poca inteligencia está gobernado el mundo". Y la política no tiene reservas de inteligencia a las que recurrir.
IIIHoy he sentido de manera muy viva cómo diferentes personas se alejaban de mí, en la calle y en el mercado, tomando una distancia elusiva que entiendo, pero que no deja de ser la del temor al apestado. ¿Será porque no llevo mascarilla, por ser viejo, porque cada vez hay más miedo... o por todo junto?
IVHe mantenido una larga conversación por zoom con un pedagogo de la República Dominicana. Me ha costado responder a su pregunta por cómo van las cosas en España. He optado por la mentira piadosa.
VXavier de Maistre nos asegura en su viaje alrededor de su habitación que se siente "lejos de los inquietas preocupaciones de los hombres e independiente de la fortuna". Definitivamente, mi habitación es muy otra.
VIHay otro libro del que se está hablando mucho estos días,
La peste, de Camus. Allí encontramos una sentencia que reclama nuestra fe: "Lo que aprendemos en medio de las plagas es que hay más cosas que admirar en los hombres que cosas que despreciar." Me parece a mí que las situaciones de excepción no hacen más que sacar a la superficie, ampliándolo, lo que cada uno ha ido construyendo en las situaciones de normalidad.
VIILas 20:00, comienzan los aplausos. Dejo esto para unirme. Hoy me apetece más que ningún otro día. Son señales de navegantes perdidos en alta mar. Pero antes les diré que tengo la fortuna de estar leyendo una joya que ha caído casualmente en mis manos:
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El café de Ocata
Tras varios días grises, vuelve el sol a lucir radiante, para iluminar nuestro desconcierto. Pero esto es la primavera: tiempo variable, como la historia. Ayer en España superamos los 10.000 muertos. Es decir, los 10.000 muertos registrados por coronavirus. ¿Recuerdan cuando nuestro mayor problema por estas fechas eran las alergias? ¡Cómo ha envejecido la normalidad!
Parece que las cifras que se nos dan, tanto aquí como en el resto de países, hay que tomarlas con precaución. Pero es difícil saber qué información es la fiable. En
El País se puede leer hoy que sólo en uno de los cementerios de Wuhan han ingresado más cadáveres estos últimos días que el número total de fallecidos en toda China. ¿Es verdad? Si lo fuera, sería una verdad bien paradójica, ya que las imágenes que nos están llegando de esta región nos muestran que, dos meses después del estallido del coronavirus, las tiendas vuelven a abrir y la gente regresa a las calles, parte esencial de nuestro ecosistema existencial.
Uno de los males asociados al coronavirus es la incertidumbre. Es difícil saber a dónde mirar para encontrar información fiable. A las redes sociales, no, que se han convertido en una pugna feroz de ladridos. Pero el auténtico problema es la mirada de escepticismo que dirigimos a las autoridades que nos debieran estar liderando.
Otra flor negra que florece en esta primavera atroz: el paro. En marzo aumentó en España en 302.365. No están registrados los ERTES. Un ERTE viene a ser como el limbo del empleo.
Una curiosidad: En los últimos días se han disparado las visitas de norteamericanos al Café de Ocata. Bienvenidos sean.
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El café de Ocata
Me pregunta pello@ugleskola.org cuál sería la lectura correcta de Platón con respecto a la salida de las caverna.
No tengo hilo directo con Platón. Pero tampoco parecían tenerlo sus sucesores en las Academia, ya que pronto se observó en la misma una clara deriva escéptica. Las interpretación del platonismo en clave escéptica tuvo una larguísima historia. Por poner dos ejemplos, ahí están los
Prolegómenos a la filosofía de Platón, escritos por un maestro de una escuela platónica posterior a Proclo o los platonistas ingleses del entorno de Grote que dieron forma a la filosofía utilitarista a partir de una minuciosa lectura del vocabulario de la utilidad en Platón, preferentemente en el
Protágoras.
Pero sin tener hilo directo con Platón, de una lectura minuciosa de
la República es fácil deducir que se trata éste de un diálogo que pretende más curar al lector de toda tentación de idealismo político, que animarlo a creer en la ciudad ideal. En la
República se construye una ciudad en el
logos que, como se admite al final del diálogo, no resistirá los embates del tiempo y que, además, está edificada, toda ella, sobre una "noble mentira". Por si fuera poco, la tantas veces analizada analogía entre las partes del alma y las de las ciudad, se hunde estrepitosamente cuando Platón considera que hay otra parte más en el alma que es potencialmente letal para cualquier polis que pretenda organizarse racionalmente. Le da el nombre de
τὸ ἀγανακτητικόν, que podemos traducir por "parte emotiva" o "parte variable" o, incluso "extravagante".
Para Platón no hay una vida política más allá de la caverna por la sencilla razón de que la ciudad es la caverna. Y no hay salida. Cuando al final del diálogo habla de la vieja querella entre la filosofía y la poesía está resaltando este hecho. Platón no ha venido a liquidar esta querella sino a mostrar la sustancial reticencia de la política a la racionalidad. Por algo sacó a la filosofía de las calles de Atenas y la refugió en el jardín de Academo.
Sócrates, que tan escandalosamente fracasa educando a Alcibíades, nada tiene, evidentemente, de filósofo-rey. Si algo nos muestra su figura son los límites de la persuasión filosófica.
La ley no es algo que subyazga al caos de lo contingente y que, por lo tanto, se pueda rescatar para domeñar el caos y la contingencia. Es el caos el que se acaba imponiendo como ley, porque suya (llamemos al caos naturaleza, si se prefiere) es siempre la última palabra. Esto es lo que nos muestra el diálogo que pone a la ciudad en el tiempo, el
Critias, y nos revelan también estos días en los que la Generalitat de Catalunya les dice a los ancianos que "morirse en casa es la mejor opción".
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El café de Ocata
IEn Cataluña, a día de hoy, parece que los ancianos fallecidos por coronavirus en las residencias son, al menos, 250 más que los reconocidos. Ante el colapso de la sanidad, recurrimos -también en Cataluña- a eufemismos que nos permitan afrontar nuestra derrota moral: hay que “limitar el esfuerzo terapéutico", hay que priorizar el ingreso hospitalario para “aquellos que se puedan beneficiar del mismo en cuanto a los años de vida salvados y evitar ingresos en pacientes con escaso beneficio”, “en el caso de los pacientes en situación final de vida se puede plantear el tratamiento en el entorno residencial”... Las mismas "autoridades" que dicen lo anterior aconsejan no “referirse al hecho de que no hay camas para todos como motivo para denegar los cuidados intensivos”.
IIMe escribe B. desde París:
“Al escuchar Resistiré, canción que no conocía, pensé que padecía una alucinación auditiva. Cuando la cantante comienza los primeros compases, creía estar escuchando el comienzo de mi canción española favorita, Porque te vas, en la magnífica y sublime película de Carlos Saura, Cría cuervos. Escucha el pasaje que te envío, ¿no es cierto? Me vi a mí misma mucho tiempo atrás, en los años 75-80, una época en que recorría los pequeños cines del Barrio Latino, en los que se podía ver una obra maestra casi todas las semanas... Así que yo también, a mi escala, he experimentado lo del revenant”.
Sobre el Voyage autour de ma chambre, de X. de Maistre, B. recuerda Les vieux, de Brel:
“Leur monde est trop petitDu lit à la fenêtrePuis du lit au fauteuil Et puis du lit au lit’’.
Y concluye así: “À Paris, il fait un peu froid, mais depuis deux semaines le ciel est d’un bleu pur. Un temps idéal pour la promenade”.
IIIParís.En la madrugada de ayer falleció en Estrasburgo, por coronavirus, Rafael Gómez Nieto, el último superviviente de La Nueve, la legendaria compañía de soldados republicanos españoles que entró como avanzadilla en París el 24 de agosto de 1944 al mando del general Leclerc. Tenía 91 años. Al entrar en París conducía un carro blindado que llevaba pintado el nombre de “Guernica”
IVEstamos padeciendo una auténtica epidemia de eufemismos. Léanse, para comprobarlo, las palabras de la ministra portavoz del gobierno: "No se ha detenido la actividad, sino que se ha incorporado la economía a una especie de hibernación, donde se han detenido los servicios esenciales para tener la economía en un sistema basal".
VOído ayer en la panadería: "En casa nos peleamos por ver quién baja la bolsa de la basura".
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El café de Ocata
A media mañana he salido a comprar. Lloviznaba, pero no me apetecía coger el paraguas. Estaba deseando mojarme. El recorrido ha sido corto: La panadería, la frutería, el supermercado. Pero qué satisfacción, poder andar, dar un paso tras otro sin tener que estar topando con paredes, sentirme a mí mismo lejos de sillas y sofás, sensualmente satisfecho, acogiendo con alegría la presencia del hermano viento en mi cara, redescubriendo la gozada que es tener dos piernas articuladas en tobillos, rodillas y femorales y comprobar que todo funciona como en un día de estreno. La vida activa es la vida en actividad. Casi me parecía sentir mi propia sangre deslizándose satisfecha como un torrente por cada una de mis venas y explayándose por mis músculos.
Pero se ha acabado y el vuelto a los viajes alrededor de mi casa.
Estos días se están hablando mucho del Viaje alrededor de mi cuarto que escribió el hermano de Joseph de Maistre, Xavier, mientras penaba un arresto domiciliario de 42 día por haber participado en un duelo.
Como si quisiera vengarse de los jueces, Xavier escribe con cierta altanería: "Me han prohibido ir y venir por la ciudad, pero me han dejado el universo entero; la inmensidad y la eternidad están a mis órdenes."
No hay duda de que Xavier tiene un vasto mundo interior que le permite recorrerlo sin cansarse, y una imaginación feraz que le ayuda a poblarlo con mil fantasías: "Nada, creo, más atractivo que seguir el rastro de las ideas, cual cazador que persigue a la presa sin atender ruta fija."
Cuando finalmente recupera la libertad siente que el mundo exterior le sabe a poco, que las calles son mucho más estrechas que su alma y se lamenta porque la sujeción a los negocios le hará imposible volver a disfrutar de la libertad espiritual de su celda.
No es mi caso. A mí me gustan las calles, las tiendas, las plazas, las fachadas, los parterres, los coches aparcados, las personas con las que me encuentro y a las que no me atrevo a saludar muy de cerca, me gusta sentir que camino para afirmarme a mí mismo caminando y que mi cuerpo sigue vivo mientras voy a comprar pan.
He vuelto a casa con el bolso de la compra repleto, mojado y feliz.
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12:24
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El café de Ocata
"Aunque queramos eliminarlo, siempre hay un pasado que retorna", escribe el ultratradicionalista Francisco Elías de Tejada, que por ser tradicionalista era federalista, por cierto. Elías de Tejada recoge la idea del Ortega de La rebelión de las masas: "El pasado es un revenant y si no se le domina con la memoria, refrescándolo, él vuelve siempre contra nosotros y acaba por estrangularnos".
Yo creo que el pasado es, efectivamente, un revenant, pero a veces vuelve como tragedia, otras como comedia y otras más como un pasajero "déjà vu".
Vuelve, ciertamente, con algunos de sus contenidos (ahí tenemos a nuestra memoria histórica y sus derivados), pero también vuelve como forma histórica. Este último regreso es el que más me interesa, porque lo que en realidad pone de manifiesto con su insistencia en inmiscuirse en el presente, es una constante antropológica. Por ejemplo, en tiempos de crisis (revolucionarias o epidémicas), una de las necesidades más urgentes de la población es una canción colectiva. A veces se crea y a veces se recupera. Es el caso que estamos viviendo esos días con el revenant Dúo dinámico y su Resistiré.
Como todo aficionado al fútbol sabe, no hay nada que te duela cuando estás cantando el himno de tu equipo.
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16:34
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El café de Ocata
Alain Minc firmó ayer un interesantísimo artículo en Le Figaro: "Frente a la crisis, los estados y las sociedades civiles ofrecen serias razones para la esperanza".
Es un artículo que pone la probidad al servicio de la salud política colectiva, del que extraigo cinco ideas:
La primera: "En nuestra turbia vida cotidiana, es una higiene psicológicamente saludable atender a las razones para ser optimistas. Las autoridades se equivocan al proclamar que estamos experimentando una crisis peor que la de 1929: es paradójicamente gracias a ellas por lo que evitaremos otra Gran Depresión. Si los gobiernos y los banqueros centrales de aquel momento hubieran tomado las medidas adoptadas hoy por sus sucesores, tal vez Occidente habría evitado la cadena fatal que condujo a Hitler."
La segunda: "¿Quién hubiera imaginado que las opiniones mórbidamente individualistas, narcisistas y anarquizantes, tan renuentes a todas las formas de orden, aceptarían sin protesta restricciones en su forma de vida que ni siquiera habían conocido en tiempos de guerra y, lo que es más, las aprobarían en proporciones increíbles?"
La tercera: "¿Quién hubiera pensado, hace dos meses, que "héroe anónimo" pasaría a ser en un término genérico? No me refiero sólo a los trabajadores de la sanidad, sino a todos los trabajadores que se hacen cargo del país todos los días, desde cajeros hasta basureros, policías, repartidores, comerciantes..."
La cuarta: "En un mundo que se empeñó en descalificar cotidianamente la acción política, esta acción está conociendo una legitimidad desconocida durante década".
La quinta: "Un mínimo contrapunto a la dictadura del pesimismo y la melancolía es esencial".
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El café de Ocata
ITal como funcionan los debates políticos y dada la convicción generalizada de que el valor de un argumento depende de si el que lo defiende es de los nuestros, podemos establecer ya con certeza una de las enseñanzas que sacaremos de todo esto: la culpa la tuvieron los otros.
IILos hogares familiares se han convertido en las trincheras de esta singular guerra contra el coronavirus. Y el armamento más poderoso de las familias resulta ser la serenidad, la organización y la alegría.
IIISe necesitan tests para saber quién ha producido ya los suficientes anticuerpos como para ponerse a trabajar y sacar a flote nuestra economía. ¿Es así, verdad?
IVEl pasado mes de julio, paseando en la placidez de la noche vallisoletana, Joan José Laborda se lamentaba del poder creciente de la "efebocracia" en el seno de los partidos políticos. No podíamos sospechar que medio año después veríamos desplegado todo ese poder socialmente en el menosprecio de la vejez al que estamos asistiendo.
VEmilio Lledó es un filósofo que me gusta bastante cuando calla. Cuando habla dice cosas como esta: "Ojalá el virus nos haga salir de la caverna, la oscuridad y las sombras”. Todo filósofo que crea que hay una salida de la caverna, ha leído mal a Platón.
VIMi admirada y querida María Blanco en
El Español: "La deuda es la nueva esclavitud". ¡Si al menos fuéramos capaces de aprender esta sencilla y obvia lección!
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16:04
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El café de Ocata
El Cultural ha enviado a catorce personas a decir algo con sentido en cuatro líneas sobre lo que nos pasa. Pueden encontrar las 14 aportaciones
AQUÍ.
La mía, titulada "El futuro de la arrogancia", es la siguiente:
Hasta el 8 de marzo todo era política: la ley, la caricia, el género…Ahora nos recluyen porque todo lo que la política puede ofrecernos para calmar nuestra inquietud ante la naturaleza, es la promesa terapéutica de dos límites: la frontera nacional y la casa familiar. ¿Quién nos iba a decir que íbamos a encontrar refugio contra la naturaleza en la patria y en la familia? La ciencia, claro, no sabe ofrecernos nada de esto.
El Estado, repetíamos, era una entidad prepotente predispuesta a transformar cualquier emergencia en estado de excepción. Pero ahora el propio Estado anda asustado por la soberbia de un virus minúsculo, que es el auténtico soberano, porque no discrimina. Estamos perplejos porque antes fuimos arrogantes en la demagogia y en la negligencia, y del desdén al miedo hay un paso. En el rico e hiperideologizado Occidente, habíamos olvidado la naturaleza, un recuerdo que sólo se podían permitir los países pobres. ¿Aprenderemos algo de todo esto? Lo mismo que en la pasada crisis económica: que la memoria es la gran prófuga de la política, pero quien no sepa soportar la frustración, no sabe nada de política.
Yo me reafirmo en convicciones que ya tenía: que cuando las grandes instituciones se tambalean, la familia sigue ahí ofreciendo una solidaridad inagotable; que las naciones son instituciones morales y los virus no; que los Salvini se alimentan ideológicamente de lo que los Trudeau no saben gestionar.
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13:08
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El café de Ocata
Estoy recibiendo llamadas telefónicas muy extrañas. Dado que van en aumento, no sé si obedecen a un incremento paralelo de la confusión general o a que el aburrimiento acaba expulsándonos de la televisión y arrojándonos al teléfono.
Acabo de pasar cinco minutos al teléfono convenciendo a una tal Aurelia de que yo no era Lorena. Y no sé si lo he logrado del todo.
Ayer por la noche, muy tarde, me llamó un señor con acento andaluz que quería comprar mi máquina elevadora. Tampoco había manera de convencerlo de que yo ni sé que es eso. El hombre insistía en que había visto el anuncio por algún sitio.
El sábado me llamaron para preguntarme a dónde tenían que ir a buscarme.
Que quede muy claro: no me quejo. Al contrario, agradezco mucho cada llamada. De hecho, estiro cuanto puedo el hilo de la conversación, porque en tiempos como estos, no hay que desperdiciar ninguna oportunidad de distracción. Un ratico de diálogo de besugos con un desconocido que duda de tu identidad es una bendición del cielo que hay que agradecer con buenas maneras, educada, amable y pacientemente.
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El café de Ocata
IEl sofá cansa. Y cuanto más cómodo, más cansa.
IIHay tardes en las que sólo hay dos alternativas al sofá.
IIILa primera es la del frigorífico. Pero hay que resistir. Mejor optar por el cansancio.
Nunca había intentado ver tanta televisión como ahora. La tele aburre.
La tele aburre, el sofá cansa, el frigorífico es un instrumento de tortura de la voluntad.
IIILa segunda alternativa es ir al baño. Puedes subir y bajar escaleras, hacer lo que tengas que hacer, lavarte las manos, entretenerte con las formas de las aguas de una baldosa, mirarte en el espejo, aprovechar para echar una mirada al exterior. Está lloviendo.
IV Me refugio finalmente en mi cuarto. Más sofá. Vuelvo a Quevedo. Comienzo Visita de los chistes.
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13:53
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El café de Ocata
Mañana espléndida, un auténtico regalo primaveral. En la terraza, tumbado a la bartola con los Sueños en la mano. Quevedo me arranca de vez en cuando una carcajada y en cada página me presta algún motivo para la sonrisa. Me voy entregando dulcemente a ese rescoldo de luz que crece en mí. Hay una brisilla leve, de nuevo aliento, que permite que el sol me vaya macerando en una placidez serena. Esta mañana el alma me viene a la medida del cuerpo. Mientras tanto, en el horno se está haciendo una lubina a la sal. Somos dos, pero somos un mundo.
Se pueden disfrutar paréntesis de felicidad suspendida en el aire en medio de la peste que todo lo emborrona porque en esta mañana todo es presente. No hay vacíos que llenar y la mirada está satisfecha con lo que alcanza a ver.
Mañana volverá a ser lunes.
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23:17
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El café de Ocata
Esto que hoy llamamos pandemia durante muchos siglos se llamó plaga y todo el mundo sabía que las plagas siempre vuelven.
Mi abuelo Federico recordaba a veces la plaga que vivió en 1918 (mi madre tenía 3 años y mi padre, 5), la de la Gripe española, y contaba de manera muy dramática y misteriosa que la gente se moría de repente, que igual estabas hablando con uno en la plaza y súbitamente caía fulminado por la muerte. No sé qué había de verdad en esos recuerdos, pero lo que me interesa resaltar es el recuerdo mismo.
"¿Qué cambiará tras el coronavirus?", se empeñan en preguntarme.
"Lo mismo que tras la primera guerra mundial", he contestado hoy. Es decir, buenos propósitos olvidados al poco tiempo y la memoria herida de los supervivientes que tenderán, de forma espontánea, a añadir de vez en cuando una pincelada dramática a las historias que contarán a sus nietos para ganarse su atención.
Las crisis graves producen una gran cantidad de literatura sobre lo que ya no volverá a pasar. Me imagino que necesitamos fe en nosotros mismos y eso nos ayuda a pensar que somos listos y que ciertos errores de bulto relacionados con lo inmediatamente vivido no se cometerán nunca más.
Es falso. El hombre siempre tropieza en las mismas piedras (las de su naturaleza).
Una de las características de la vida política es la mala memoria. El hombre vive hacia adelante y no suele mirar al retrovisor. Somos, en la vivencia inmediata de nuestras cosas, más futurizadores que rememoradores. Pero es que, además, las nuevas generaciones nacen, afortunadamente, sin memoria, y en poco tiempo, entre la desmemoria de unos y la novedad biológica de otros, vamos dejando aislados a los supervivientes traumatizados.
El olvido de las permanencias antropológicas es una de las características del presente y el pensar que vamos a aprender no sé cuantas cosas de nuestro dolor, una de las manifestaciones de este olvido.
Nadie ha reflexionado más que los griegos sobre el "páthei máthos" (πάθει μάθος), es decir, sobre las enseñanzas del dolor. Su conclusión fue que a algunos el dolor les enseña a ser humildes. Pero la humildad nunca estuvo muy de moda en política.
La gripe de 1918. ¿Observan las máscarillas?
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El café de Ocata
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22:50
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El café de Ocata
El primer ministro de Portugal, Antonio Costa, lo ha dicho resaltando cada sílaba: "Re-pug-nan-te”.
Respondía así a una embestida que el ministro holandés de finanzas acababa de dirigirnos a España e Italia, al sugerir que sería interesante investigar por qué carecemos de los recursos necesarios para afrontar esta crisis, a pesar de que la zona euro lleva siete años ininterrumpidos de crecimiento.
Habiendo tantos muertos por medio, esta reticencia a tomarse en serio los estragos de la pandemia del coronavirus tiene, efectivamente, algo de repugnante. Pero precisamente por ello no debiera hacernos olvidar un punto bastante elemental: cuanto menor sea el déficit de un país, más margen de maniobra tiene ante situaciones imprevistas y menos expuesto está a soportar inoportunos reproches.
Los antiguos sabían que, como a las vacas gordas les suceden siempre las vacas flacas, no conviene que la llegada súbita de estas últimas nos pille con las arcas vacías. Menos conveniente es aún que nos pille cargados de deudas.
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El café de Ocata
Amanece y ya sé todo lo que haré a largo del día. Decidme la hora y yo os diré cuál será mi actividad o mi pasividad. Será la de ayer y la de mañana. Únicamente los cielos cambian cada día la intensidad de su luz. Mientras tanto, ahí fuera, las glicinas llevan avanzada su floración y millones de flores se marchitarán en los invernaderos y campos de cultivo porque se han quedado sin destino.
Coléte Stérol, "Coronamaison"
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El café de Ocata
INo hay alternativa científica a la política. Por eso el político que se parapeta tras los científicos es muy mal político. Las cosas humanas no son cosas de tubos de ensayo. Pero es que, además, la ciencia pocas veces ha sido una voz unánime. La ciencia suele ser -y ahora lo es- una polifonía. Lo que podríamos llamar la “epistemocracia”, es decir, el gobierno de la ciencia o de los sabios es una pesadilla.
IIEntre los científicos también hay populistas.
IIIAcabo de enviar un largo artículo, de 7 páginas, a The Objective. Saldrá el sábado y comienza así:
“Todo estaba preparado -¿recuerdan?- para que el Mobile World Congress nos confirmara que el futuro ya era una rutina, que la tecnología 5G, los big data y la inteligencia artificial tomaban el mando… y, de repente, a un chino normal y corriente le da por zamparse un filete de pangolín (o de civeta o de murciélago -¡qué más da!) y, de nuevo, el factor humano mandó al carajo a nuestras agendas y puso al mundo en cuarentena".
IVLa política se ha transformado en terapia. Pero terapia política.
VHay un riesgo enorme en atender la terapia y olvidar la economía, porque una mala economía sólo puede proporcionar una mala terapia.
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El café de Ocata
Los días van perdiendo su nombre a medida que se suceden en una procesión de clones. ¿Es hoy miércoles o jueves? ¿Fue ayer o anteayer cuando...? Por su consistencia todos saben igual. Van todos de uniforme. Sin embargo, me considero afortunado por vivir en una casa unifamiliar con una pequeña terraza y un pequeño patio trasero. Puedo salir a "que me dé el aire", a empaparme lánguidamente de sol o a ver cómo mi mujer se empeña en mantenerse en forma saltando a la comba a un ritmo frenético. ¿Cómo pasará estos días una familia de cinco miembros en un piso de 80 metros cuadrados? Me considero afortunado, también, por tener tantos amigos que me escriben o me llaman interesándose por mi salud.
Ayer me comentaba el frutero que tiene dos tipos de clientes, los viejos y los demás. Los viejos llegan preocupados, tristes, apenas hablan. Se sienten la diana de esta crisis. Los demás están pasando una cuarentena, más o menos incómoda, pero que obedece a una amenaza remota. Poco después pude confirmar sus palabras viendo el vacío que se creaba en torno a una anciana con un carrito de la compra.
Afuera se suceden las pugnas políticas -que muestran la falta de un liderazgo claro en la gestión de la crisis- y las noticias sobre heroísmos y miserias humanas. Ambas cosas van unidas. Si hay héroes es porque no todos lo somos y si las miserias son noticia es porque mientras nos escandalicemos nos sentimos humanos.
Mientras tanto, la primavera sigue asomándose a nuestras ventanas, a incordiar.
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El café de Ocata
"Los médicos, conscientes de la fragilidad humana y conociéndola bien, son a menudo, en novelas y películas, los personajes más tolerantes e indulgentes, con una cara 'resignada y tranquila' (Carlo Collodi), solidarios de los márgenes extremos de la vida humana."
- Carlo Ossola
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El café de Ocata
Las crisis, inevitablemente, sacan a relucir nuestras mejores virtudes y nuestros peores defectos. Son tiempos de cobardes y de héroes, de apóstatas y de mártires.
Dos ejemplos.
El martes pasado en La Línea, decenas de personas apedrearon y abuchearon a los policías que custodiaban a un grupo de 28 ancianos con coronavirus que trasladaban a esta ciudad desde la residencia de Alcalá del Valle. Los ingresaron en la residencia Tiempo Libre (¡cómo juegan con nosotros nuestras palabras!), dejando allí un dispositivo policial para garantizar la seguridad de los recién llegados.
El mismo día, en la residencia San Jerónimo, de Estella, 15 trabajadores decidieron encerrarse con los 62 ancianos residentes, recluyéndose para pasar junto a ellos el tiempo que haga falta. Todos los ancianos están sanos, pero así garantizan, cortando el contacto con el exterior, que lo seguirán estando. La idea surgió de los propios trabajadores.
En la mayoría de las residencias el virus no lo introducen los ancianos, sino el personal que los cuida o los familiares que los visitan.
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12:03
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El café de Ocata
Vengo de hacer la compra. Caminar es cada día que pasa un placer a la vez más intenso y más reticente. En el supermercado han cerrado la panadería, la pescadería y los productos cocinados. Pero lo que más me ha sorprendido ha sido comprobar que la distancia de precaución, que era, hasta hace poco, una distancia de educación que hemos ido ensayando con buena fe, se ha convertido en una distancia de miedo. Nos rehuimos, nos separamos cuanto podemos, intentamos no cruzarnos en la acera, no rozarnos en el supermercado. Las reticencias crecen.
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8:42
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El café de Ocata
IComentada hace unos días que, en tiempos de normalidad y previsibilidad, es fácil ser kantiano, pero que cuando nos atrapa una crisis, nos deslizamos rápidamente hacia el utilitarismo. Rawls concluyó, al observar este hecho, que estamos atrapados en una doble moral, según sean las que, siguiendo a Hume, llama “circunstancias de la justicia”.
La circunstancia que hace posible la justicia es para Rawls “la escasez moderada”. La justicia es necesaria porque competimos entre nosotros por bienes moderadamente escasos. Pero si lo que está en pugna es un bien que afecta a mi propia existencia, entonces veo las demandas de los otros como un riesgo existencial.
No siempre es así. Algunos, cuanto mayor es el riesgo existencial, más afirman su voluntad de mantener firme el principio kantiano del respecto absoluto de la dignidad del otro, sean las que sean las consecuencias. Es lo que hacen los santos, muchos de los cuales no han leído a Kant, pero sí el Evangelio. Es el caso de Giuseppe Berardelli, un sacerdote italiano de 72 años, que ha renunciado al respirador que su parroquia (en Bérgamo) le había comprado, para cedérselo a un joven desconocido, gesto que le ha costado la vida.
Don Giuseppe
IIAyer recibí este mensaje alarmista: "Buenos días, de manera extraoficial me han dado información de que se tiene pensado declarar el estado de excepción, por lo que ello conlleva, si no me han engañado y creo que no, le aconsejo que haga acopio de comida saludos." Mal asunto, que los bulos se vayan propagando. Independiente de lo que perturban por sí mismos la convivencia, ponen de manifiesto una desconfianza colectiva hacia las autoridades que es muy peligrosa.
IIIDe la UPAEP -universidad de Puebla, en México- me preguntan: “¿Te gustaría dar nuevamente una videoconferencia? qué tal sobre
La labor docente en situaciones humanas como la que estamos viviendo? Por supuesto, les respondo que me tienen a su completa disposición.
IVLeo ahora mismo en BBC News: "At least 50 priests have reportedly been killed by coronavirus in Italy."
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El café de Ocata
Varios medios confirman por las redes sociales lo que en un primer momento me negué a creer que pudiera ser verdad. Fuentes del Ministerio de Defensa aseguran que nuestros militares se han encontrado con cadáveres en las camas de algunas de las residencias de ancianos que han entrado a desinfectar, mientras los ancianos vivos, abandonados a su suerte, se movían de aquí para allá en un estado de salud lamentable.
Sí, estas cosas no sólo son posibles: Son reales. Y usted y yo podríamos estar allí, perdidos, desorientados, abandonando nuestro cuerpo a la llegada de la muerte. Y serían los militares los únicos que acudirían a salvarnos.
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El café de Ocata
IMañana gris. Lloviznea. Nubes densas, compactas y bajas que desfilan lentamente, con pesadez, sobre los tejados empequeñecidos por la proximidad del cielo. La gente aún duerme. ¿Cómo estará la playa? ¿Hasta dónde llegarán hoy las olas? ¿Cómo fue la puesta de sol de ayer? ¿Cómo se sentirá esta mañana en la cara la brisa húmeda y salobre del mar?
IIBeatriz Mazoy, farmacéutica con 26 años de experiencia en un barrio de Gijón, escribía ayer por la tarde una inquietante entrada en Facebook en la que aseguraba que el 1 de febrero, previendo lo que se venía encima “contacté con mis habituales proveedores, multinacionales conocidas, para hacer pedidos directos de aquello que consideré necesario: Sterilium, el gel hidroalcoholico que conocéis de los hospitales, y guantes.” La respuesta que recibió fue: “Sterilium, ni lo sueñes, lo compran los hospitales en media Europa.” Tras admirarse de que lo que ella era capaz de prever no lo previera el gobierno, continúa: “Mañana volvemos al mostrador, lleno de infectados sin confirmar, de infectados posibles, de gente atemorizada y triste, con nuestra mampara de metacrilato que nos ha hecho un colega abriendo el taller de noche, con una mascarilla cada uno que nos ha regalado un colega técnico de ambulancia (y que nos dure toda la crisis) y con los guantes que nos han regalado las peluqueras del barrio y mi amiga la dentista. Yo, además, tengo un escapulario de la Virgen del Carmen. El agua bendita la hemos sustituido por una solución casera de hipoclorito (lejía) que mi adjunta expande con un pulverizador que nos regaló el chino de al lado justo antes de cerrar la tienda y despedirse negando con la cabeza.”
IIISi en Europa están emergiendo del anonimato las fronteras interiores (el 83% de los franceses desea el cierre inmediato de sus fronteras), en España están tomando cada vez más protagonismo las fronteras autonómicas, cosa que pone de manifiesto una desconfianza hacia el poder efectivo del gobierno central -no me atrevo a escribir "del Estado"- y su credibilidad como gestor eficaz de la crisis.
IVEl coronavirus ha resuelto con su mera presencia una gran cantidad de falsos debates que, vistos desde aquí, parecen ahora entretenimientos de ociosos. En educación, por ejemplo, estamos redescubriendo la importancia insustituible de algo que nos falta: la relación cara a cara entre un maestro que sabe y un alumno que quiere saber. La educación no va de lectura de libros, sino del valor de mi interpretación del significado de este libro y el tasador del valor valioso es el maestro. No va de resolver problemas, sino de resolverlos ante alguien que puede comprender la lógica que me guía hacia el éxito o el error. No va de aprender autónomamente a ser autónomo, porque en el aprendizaje de la autonomía es imprescindible que alguien nos vaya orientado y corrigiendo en cada paso equivocado que damos. Hay mucha información que puede ser transmitida sin la presencia directa de un maestro, pero para evaluar la relevancia de esa información, necesitamos una relación cara a cara con alguien que sepa medir nuestra ignorancia.
VHace unos siglos los cronistas de una pandemia como la nuestra hubieran hablado de las flechas de la muerte, convencidos de que hay Alguien tensando su arco y apuntando hacia algunos de nosotros y, por lo tanto, que a pesar de todo, la muerte, aun en estas circunstancias, sigue teniendo algún sentido. Hoy esas flechas no las dispara nadie. Simplemente nos contagiamos con un virus ciego y algunos, no sabemos muy bien por qué, mueren.
VIEl Marqués de Tamarón pidió ayer en su blog “a cuantos me honran con sus comentarios (…), que eviten descuidos en la ortografía”. Me parece un comentario propio de aristócrata: justo cuando el azar nos domina es cuando más debemos esmerarnos en los detalles que sostienen la cultura en su pugna permanente con la naturaleza.
VIIAl atardecer, la ciudadanía recluida en sus casas se ha puesto de acuerdo para asomarse a los balcones a aplaudir. Me emociona profundamente el caso de un anciano con Alzheimer al que su mujer lo saca al balcón a esa hora a tocar la armónica y le hace creer que los aplausos van dirigidos a su música.
VIIICinco minutos antes de que el mundo se hunda también será un placer supremo meterse en una cama con las sábanas limpias y dejarse arrastrar por su invitación a esa experiencia tan singular que es la entrega plácida y absoluta al sueño.
IXA las dificultades para concentrarme en la lectura hay que añadir las dificultades para controlar mi cuerpo mientras leo.
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El café de Ocata
Mi nieto Bruno (10 años) nos envía por WhatsApp a toda la familia un vídeo que ha grabado de una épica batalla que libran sus soldados de juguete. Imita vibrantemente las voces de dolor de los caídos, los gritos heroicos de los vencedores, etc. Pero la única pregunta realmente pertinente es la que le ha dirigido su primo Gabriel: "Pero Bruno... ¿cuáles son los buenos y cuáles los malos?"
¡Bendito mundo en el que los buenos son buenos; los malos, malos, y no hay entre ellos espacio para matices".
No es, desde luego, nuestro mundo a día de hoy. Por eso envidio a mis nietos. En nuestro mundo asistimos pasivamente al hundimiento -esperemos que coyuntural- de todos aquellos discursos que consideraban intocables los derechos inviolables (o inalineables o invulnerables, como quieran ustedes) de las personas, aquellos derechos que, supuestamente, deben ser respetados siempre de manera absoluta.
En tiempo de guerra, como el presente, cuando las necesidades son mucho mayores que los recursos, la moral kantiana (utilizar al hombre siempre como fin, nunca como medio) se retira para dejar paso a la moral utilitarista de Bentham (podemos dejar morir a un anciano si así podemos intentar salvarle la vida a un joven).
O sea que, efectivamente, tenemos una doble moral: una para tiempos de paz (kantiana) y otra para tiempos de guerra (utilitaria). Pero esto es como decir que toda consideración sobre el valor intrínseco de una persona sólo es creíble en el paréntesis que media entre dos conflictos o, lo que es lo mismo, sólo es creíble mientras la naturaleza no molesta.
Una anciana de 95 años gana la batalla contra el virus en Módena.
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10:28
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El café de Ocata
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7:15
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El café de Ocata
ISi se produjera el fin del mundo, ¿durante cuánto tiempo seguiría llegando "spam" a nuestro correo electrónico?
IIComparecencia del presidente Sánchez en horario de máxima audiencia en la televisión. Me gustaría mucho poder hablar positivamente de la misma.
IIISigue creciendo el número de muertos. ¡Si el coronavirus oliera, todo sería distinto! Pero es las amenaza fantasma que todos intuimos que, tarde o temprano, llevaremos dentro.
IVRecibo muchos mails de amigos contando sus inquietudes e interesándose amablemente por mi salud. El historiador Claudio Albertani me dice: "En México es mucho más difícil observar las medidas que ese toman en Europa. Hay unos 50 millones de personas que viven al día, en la informalidad total, y es muy difícil explicarles que mejor que se queden en su casa. Muchos, ni casa tienen... A ver cómo nos va, porque las autoridades no lo están tomando en serio, no dicen la verdad y apenas están asumiendo que el problema existe".
VMi querida amiga búlgara Vesselina Vassileva, de la Nueva Universidad de Bulgaria: "¿Cómo les va en estos tiempos crueles? Le pido, de todo corazón, que se cuide. Todos estamos encerrados en las casas y cumplimos con exactitud las órdenes. Casi nadie sale de su casa. Las calles de Sofía están desoladas. Rezo para que se encuentre con la mejor salud del mundo y que siga tan valiente como le conozco".
VIVan cayendo los días de reclusión y allí afuera florece, con total inconsciencia, la primavera. Tiene la naturaleza algo de spam.
VIIEpitafio poskantiano: "La primavera creciendo allí afuera, y el spam desbordando mi ordenador".
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5:53
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El café de Ocata
En algunos comercios están reservando ciertos horarios de compra exclusivamente para los viejos, que suele ser a primer ahora. Después la entrada está reservada para los que tienen menos de 65 años.
Como aquí nadie es especialista en reclusiones por coronavirus, estoy dispuesto a aceptar disciplinadamente todas las medidas que se nos impongan, aunque alguna no deje de sorprenderme.
Pero los más jóvenes debieran tener bien presente que no son inmunes al coronavirus. Hay jóvenes que mueren y ancianos que sobreviven y no pocos de los ancianos que mueren han sido contaminados por un joven inconsciente.
Entiendo que la esperanza de vida de una persona pueda ser un criterio para atenderla o no en unos hospitales sobrepasados de trabajo y faltos de camas, pero la esperanza de vida de un grupo es una medida estadística, mientras que la esperanza de vida de un individuo es un enigma. Nadie sabe si estará aquí la semana que viene. Entendámonos: nadie lo supo nunca. Por eso Esquilo hablaba de la esperanza ciega, que es la auténtica esperanza de vida.
El anciano Platón de
Las leyes decía que los abuelos son "imágenes vivas de los dioses" y añadía: "Cuando tienes en casa, como un tesoro inmóvil y abatido por la edad a tu padre o a tu madre, no deberías creer que ninguna imagen santa tiene más valor que ellos a los ojos de los dioses".
Gregory Ferrand, Who Are We Now?, 2017.
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17:35
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El café de Ocata
El TNC pone a disposición de todos los interesados su biblioteca teatral.
Aquí podéis encontrar "Les Veus interior" de Eduardo De Filippo con el prólogo que le he escrito. En principio, está previsto que se estrene a principios de mayo.
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10:58
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El café de Ocata
Tiene algo de insultante, este sol espléndido. Brilla como si fuera día de fiesta, cuando para nosotros, los humanos, sólo hay un sólo día, que no es ni de fiesta ni laborable. Es un interminable día de paciencia, en el que nos vemos comprometidos con el empeño de sacarle punta a la cotidianidad del recluso, mientras descubrimos lo frágiles que son los pronombres posesivos.
¿Continúa mi casa siendo MI casa? Si lo fuera, podría utilizarla a mi antojo y, por ejemplo, salir y entrar de ella cuando quisiera.
¿Continúa mi cuerpo siendo MI cuerpo? Si lo fuera, no me sorprenderá a mí mismo sondeándome en busca de algún síntoma del bicho, ese intruso soberano.
Los discursos sobre la soberanía, la autonomía y lo mío han envejecido de repente.
Decía Donoso Cortes que en el infierno sólo se oye una palabras, "mío". Si es así, nosotros estamos en el purgatorio.
Parece que están aumentando las peleas entre vecinos. ¿Era Kant el que hablaba de la insociable sociabilidad de los hombres?
Lo que veo veo cierto es que en las colas de entrada a las tiendas de alimentación, cada vez es mayor la distancia que las personas guardan entre ellas; que ya no nos cruzamos con nadie en las aceras, pues uno u otro baja al asfalto para preservar su espacio de pretendida inmunidad; que aumenta el número ds personas con mascarillas y que, por algunas reacciones, uno no puede evitar tener complejo de contaminado.
Y, sin embargo, ahí está el sol, impertinente y provocador, afirmando lo poco que le importamos.
Ayer un amigo me llamó por teléfono para preguntarme cómo veía todo esto. Le comenté que me estaba sorprendiendo la capacidad de iniciativa de China y el retraimiento de Europa y los Estados Unidos. China parece dispuesta a jugar -no sé aún si a pequeña o gran escala- el papel que los Estados Unidos jugaron en Europa tras la Segunda guerra mundial.
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23:08
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El café de Ocata
Me he propuesto ser optimista o, al menos, no alimentar con mis palabras ni la acritud, ni el pesimismo, ni, sobre todo, el caínismo. Pero me encuentro con que cada día se agranda un poco más la parte de nuestra realidad a la que no puedo mirar de frente si quiero ser fiel a mi compromiso.
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7:29
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El café de Ocata