Es esa de la risa que no respeta nada, porque no encuentra nada más sagrado que su propio ja-ja-já. Pone de manifiesto un masoquismo al que ya nos hemos habituado, completamente inconscientes del precio que pagamos por estar siempre dispuestos a picotear en nuestro propio hígado, buitres de nosotros mismos. Claro que el masoquismo es la manifestación de un desmesurado narcisismo que tiene los pies de barro. España o nos duele o nos da risa. Para que nos duela no nos importa darnos un tiro en el pie; para reirnos, vestiríamos de payasa a nuestra propia madre. Esto es lo que por aquí entendemos por pensamiento crítico.