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El café de Ocata
Posiblemente no tengan ni idea de cuánto están haciendo el Capitán Petabolsas y su ayudante por ustedes. Pero cuando lean esto comprenderán que están en deuda con ellos. Escribo esto sin que el Capitán Petabolsas me lo haya pedido. De hecho a él le importa un comino la fama. Él se limita a jugarse la vida haciendo lo que tiene que hacer y es feliz haciéndolo. Pero todo gran hombre debe tener su cronista.
El Capitan Petabolsas peta bolsas. Es decir, hace explotar las bolsas de plástico abandonadas sin dueño por la calle. Es una operación delicada la suya, porque hay que darles un pisotón con la planta del pie ligeramente inclinada, de manera que los dedos estén más elevados que el talón. Al mismo tiempo hay que tener buen cuidado de que la apertura de la bolsa esté apuntando hacia el talón del pie. De esta manera al hacer presión sobre la bolsa vacía, el aire que contiene se acumula en la parte cerrada y caba produciendo una explosión que si la cosa se hace bien, puede ser lo suficientemente estruendosa como para que la gente se pare a ver qué ha pasado.
Ustedes pueden pensar que esto es una chiquillada, pero lo que no saben es que cada vez que el Capitán Petabolsas hace explotar una bolsa callejera, impide que se convierta en un Esdrújulo Jastrofomán. ¿Que qué es un Esdrújulo Jastrofomán? Eso nadie lo sabe, porque nadie los ha visto cara a cara, pero existen. Y son peligrosos, muy peligrosos. Por eso el Capitán Petabolsas lleva una lucha sin cuartel contra ellos y a favor de la humanidad.
Y esto es todo lo que tenía que decirles.
Firmado,
El ayudante y abuelo del Capitán Petabolsas.