Ignacio Ruiz QuintanoAbc Gregorio Luri ha sacado a colación lo que escribió
Max Aub en el prólogo de su “Campo francés” a propósito de la guerra civil española:
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Un suceso de esta importancia sólo podía acontecer en un país tan fuera de la realidad como España. Sólo este país de individualistas (retribuidos por el Estado) podía competir con los lémures noruegos en la puesta en marcha de un suicidio colectivo. Los lémures noruegos son las criaturas escogidas por el crítico literario
Harold Bloom para designar en su mundillo a los intelectuales de lo que él llama la Escuela del Resentimiento, que imitan a aquellos roedores: cuando uno se lanza por el precipicio, todos le siguen. Nuestra idea del Estado no es superior a la que pueda tener un lémur. Toda relación con el mundo (y para nosotros el centro del mundo es el Estado) es de naturaleza personal: un caballero se enfada por una multa con el Estado y tira hacia el precipicio seguido de sus correspondientes lémures.
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