Me entero en Bulgaria, que es el país de Orfeo, de la conversión de Pasionaria. Les confieso que no me ha sorprendido su epistrophê, porque el vigor mitinero de esta mujer radicaba precisamente en su capacidad para enardecer a sus oyentes (mejor hablar de sus oyentes que de "las masas") hablando como si lo hiciera desde el púlpito, con arrebatos de misionero en predicación cuaresmal y con una imaginería sacada de los reclinatorios.
Un ejemplo: “No lloréis a vuestros hijos caídos en la lucha gloriosa. Ellos viven en el corazón de España. Volverán a vosotros, a vuestros lares y a vuestro cariño, no en las noches temerosas de la Santa Compaña de la conseja popular, sino al alba de la resurrección, cuando las campanas de España, repicando a gloria, anuncien al mundo que el pueblo es libre, que la tiranía ha sido derribada” (Dolores Ibarruri a las madres gallegas).
“Las masas españolas –escribe Franz Borkenau en El reñidero español- han abandonado a la Iglesia, no porque hayan perdido el fervor religioso tradicional de la raza hispana, sino porque ha sido la Iglesia española la que lo ha perdido. La necesidad de una fe fanática, sin la cual el alma española parece incapaz de vivir, ha encontrado otros canales para manifestarse.”