Si bien los tratadistas aseguran que el monopolio legítimo de la violencia lo tiene el Estado, parece evidente que el monopolio moral, lo tiene la izquierda.
Viendo las propuestas que nos hacen algunas lumbreras católicas, por supuesto rebosantes de buena fe, ¿qué quieren que les diga? ¡Mil veces prefiero aquel oxímoron de la democracia cristiana a esta redundancia de la socialdemocracia cristiana moderna! Andreotti era la suficientemente listo como para saber que tenía que pactar cada día con el diablo; Teresa Forcades parece creer que el diablo es irrecuperable para la verdadera religión y que hay pactar solamente con los ángeles custodios. Esta sociedad se está convirtiendo en un infierno de salvadores. ¡Para que luego digan que la teología política ha muerto! Algunos católicos parecen estar convencidos de que la firma de manifiestos incrementa la Gracia Santificante.