En la cama, los progenitores de Alejandro Magno, su madre, Olimpia y un apuesto dragón. Espiando, el marido de la señora, Filipo, rey de Macedonia. Una leyenda dice que, sospechando que algo estaba ocurriendo en su dormitorio, Filipo miró por el ojo de la cerradura y se quedó tuerto. "No verás, si ves", le dijo Eros a Psique. O sea, que eso: para amor libre y transexualismo, los antiguos, oigan.
Les faize d’Alexandre (traducción de las
Historiae Alexandri Magni de Quinto Curtio).Buijas, ca. 1468-1475.British Library, Burney 169, fol. 14r