Mañana los medios de comunicación se llevarán las manos a la cabeza comentando los sonrojantes datos del "Programa internacional para la evaluación de competencias de la población adulta" (PIAAC), una especie de PISA para adultos que nos deja en el furgón de cola de la OCDE. Después de un par de días de gesticulaciones, las aguas volverán a sus cauces y la mediocridad seguirá siendo el pan nuestro intelectual de cada día.
Permítanme decir la mía.
No hace falta estudiar mucho los datos. Es lo que esperábamos. Pero quizás las conclusiones no sean tan obvias y convenga resaltarlas. Digo esto porque esta tarde me han llamado de un diario y en seguida me he dado cuenta que no eran capaces de deducir lo evidente: "El PSOE debería pedir públicamente perdón por el estado de la educación en España".
Voy a intentar explicarme.
Lo obvio: en matemáticas y comprensión lectora estamos abajo del todo.
También es evidente que nuestros niveles de excelencia -que tanto determinan la competitividad de un país- son bajísimos:
Pero para evaluar bien estos datos conviene compararlos con los de PISA, es decir, con los de la población de 15 años. Según PISA con respecto a los niveles de excelencia, nuestros jóvenes están peor que los mayores: no alcanzan el 4%:
Para decirlo con toda suavidad: no vamos bien.
Pero el dato lo más llamativo de PIAAC, a mi modo de ver, se encuentra en este gráfico:
Los que hoy tenemos entre 55 y 65 años nos comenzamos a educar en un sistema que en cuanto a resultados era el más pobre de la OCDE. Pero fíjense ustedes en estos datos:
1) Un poco mejor que nosotros estaba Italia y un poco mejor que Italia, estaba Corea. Hoy Corea ocupa los primeros puestos del mundo en PISA. Eso quiere decir que el cambio es posible.
2) Es tan posible que nosotros lo estábamos haciendo. Observen el estirón que se dio en España entre la población de 65 y la de 45 años: era, con diferencia, el mayor de todos los países de la OCDE. Llevábamos un ritmo de mejora superior al de Corea.
3) El cambio se frena, pero se mantiene vivo hasta el grupo de edad de 35 a 44 años.
4) Después, la LOGSE. Echamos el freno. En seco. Veamos el Efecto LOGSE en detalle:
Se produce un ligerísimo, casi irrelevante, avance con la implantación de la LOGSE (población de 25-34) que parece más efecto de la inercia que de otra cosa. Nos detenemos y vamos ligeramente para atrás (con la población de 16-24 años).
Este es el Efecto LOGSE tal como fue puesto de manifiesto por el gran José Manuel Lacasa:
Observen ustedes que con el nefasto sistema educativo anterior a la LOGSE, cada cinco años disminuía cinco puntos el porcentaje de población sin estudios secundarios... y sin reducir el nivel de exigencia. El progreso fue tan espectacular que si consideramos los últimos 50 años, somos el cuarto país de la OCDE que mejor lo ha hecho. Lo que ocurre es que después llegó la LOGSE... y resulta que somos el país que peor lo ha hecho en los últimos 15 años.
En definitiva: que haciendo gala de un desconocimiento que hoy se muestra como claramente negligente, decidimos alegremente cambiar un sistema que funcionaba bien, porque estaba produciendo una mejora real, por otro que funciona mal. Eso sí, como funciona homogéneamente mal, somos uno de los países más equitativos del mundo repartiendo mediocridad.