El mayo pasado mi mujer y yo nos colgamos las mochilas a la espalda, nos pusimos las botas y nos hicimos trescientos y pico kilómetros andando, desde Blanquerna, en Estambul, hasta Shipka, un paso en los Balcanes situado en el centro de Bulgaria. La excusa era descubrir el camino que hizo Rocafort en pos de los asesinos de Roger de Flor. Pero el objetivo verdadero era ponernos los dos a hacer camino, para disfrutar de nuestra mutua compañía en plena primavera búlgara. Este libro recoge las notas que fui tomando en cada descanso por el camino.