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El café de Ocata
Este chiste judío le gustaba mucho a Derrida: Un grupo de judíos estaba en una sinagoga admitiendo que no eran nada a los ojos de Dios. En primer lugar habló el rabino: ""Dios mío, sé que no soy nada, no soy nada". Después de él, rezó un hombre rico, golpeándose el pecho: "Dios mío, yo tampoco soy nada, aunque estoy obsesionado con las riquezas materiales, no soy nada". En tercer lugar rezó un pobre: "Dios mío, no soy nada". Al oírlo, el rico le susurró al rabino: "¡Qué insolente! ¿Quién se habrá creído que es?"
Este chiste hegeliano es uno de los favoritos de ZizeK: "Un hombre quiere tener sexo con su mujer y ella le contesta: "Lo siento, querido. Tengo una terrible migraña. No puedo hacerlo". Esta posición inicial ha sido negada/invertida con el progreso del feminismo. Ahora es la mujer la que quiere sexo y el pobre hombre agotado replica que tiene una terrible migraña. Pero a esta situación le sucede la negación de la negación que invierte de nuevo la lógica. Ahora es la mujer la que exclama: "Querido, tengo unas terribles migrañas, así que vamos a tener un poco de sexo para refrescarme". Pero uno puede imaginarse un momento posterior aún más depresivo de radical negatividad: Los dos tienen migraña y deciden tomarse una taza de te.
Este me lo contó una buen católico: "Cuando Cristo les dijo a los que estaban dispuestos a apedrear a la mujer adúltera que el que estuviese libre de pecado tirase la primera piedra, recibió una pedrada en la cabeza. "¡Madre! -gritó- ¡Te he dicho mil veces que te quedes en casa!"