Llovía y no paraba de llover y cuando al cielo le da por ensimismarse, a mi me da por lecturas excéntricas. Así que estaba leyendo lo que cuenta Menéndez Pelayo del gaditano Moderato cuando me llamó Javier. Desde hace tiempo vengo sospechando que aunque nosotros estemos lejos, nuestros respectivos dáimones se relacionan entre sí a su antojo.
Asegura Porfirio que Moderato escribió, allá por el siglo I de nuestra era, una obra en griego compuesta por once libros que trataba sobre la doctrina pitagórica, pero de Moderato, como de tantos otros antiguos, sólo se nos han conservado las hojas muertas de fragmentos inconexos.
Era, eso sí, coetáneo de otro hispano, Higinio, de cuya fábula
Inquietud cruzando el río tantas veces he hablado en este Café, pues no en vano resume cabalmente en pocas líneas el completo
Ser y tiempo de Heidegger. Higinio parece que llegó a Roma formando parte del botín de César, pero pronto se ganó un importante prestigio y llegó a ser el bibliotecario de Augusto y el fundador y primer sacerdote de la basílica neopitagórica de la Puerta Maggiore. Me imagino -quiero imaginarme- que Moderato e Higinio tenían cierta relación, ya que estaban unidos por su origen hispano, su erudición y su mutua devoción al pitagorismo.
Por lo que entiendo de sus fragmentos, Moderato parece más un lector heterodoxo del
Timeo de Platón que un intérprete original del pitagorismo... claro que como no sabemos bien qué demonios era el pitagorismo, tampoco estamos muy seguros de qué quiere decir un intérprete del pitagorismo. Además, las malas lenguas contaban ya desde antiguo que Platón había comprado el
Timeo a un pitagórico y después de hacerle algunos arreglos, lo hizo pasar por libro propio.
Moderato admitía cuatro principios de todas las cosas:
- La materia, que en sí misma no tiene forma, pero es receptora potencial de forma, figura, distinción, cualidad, etc.
- La unidad primera (situada más allá del ser),
- La unidad segunda (que podríamos decir que se parece a las ideas platónicas.... si supiéramos qué son las ideas platónicas),
- La unidad tercera, el alma, que participa de la unidad primera y de la segunda. Moderato decía algo muy hermoso sobre el alma: Al participar de la unidad puede llegar a ser un número, pero sólo llega a serlo de manera efectiva cuando es retenida por razones (logos). En cierto sentido, entonces, sólo el filósofo tiene alma.
Vamos a ver cómo Moderato combina estos elementos entre sí para explicar el origen del mundo.
- En el principio era el Uno, la unidad primera o la Razón Universal. El Uno, y nada más. El Uno que no es una cosa (un ser), porque está más allá de toda cosa (de todo ser).
- Por las razones que fueran, esta Razón Universal quiso dar de sí al mundo, es decir, a los diferentes seres que, en su pluralidad, conforman la unidad del mundo.
- Para llevar adelante su propósito, en primer lugar, el Uno o la Razón Universal separó de su esencia única una parte de sí, la cantidad y se retiró de ella. Se autolimitó. Se automutiló.
- Esta cantidad apartada no es exactamente "una cantidad", es decir, algo que puede medirse o pesarse, sino la privación de cualquier cantidad definida. Lo mutilado no parece reducir la riqueza de la Razón Universal, sino que crea algo distinto de ella cuyo ser es un desear dejar de ser lo que es: dejar de ser distinto.
- Lo que la Razón Universal se extrajo fue la posibilidad de una alteridad imperfecta condenada eternamente a echar de menos la totalidad de la que procedía. Este echar de menos es la materia primera de la que surgirá la materia de los seres concretos.
- La privación puede colmar parcialmente su deseo de unidad aferrándose a una forma (a la unidad segunda: la idea) para dar lugar a un ser concreto (los seres del mundo). Ha de ser parcial porque la unión está sujeta a la caducidad del tiempo.
- En su provisional unión con la idea, la materia disfruta de la caducidad del límite, la forma y la proporción. Para hacer posible esta unión, Moderato hacía intervenir de alguna manera a los números.
- Los números serían la representación matemática de principios difíciles de explicar con palabras.
- Las cosas sensibles serían la unión de la cantidad ilimitada (la añoranza) y el principio segundo (la idea), que sería un principio limitante. Lo que no sabemos es si esta conformación fue realizada por algún divino demiurgo, como ocurre en el Timeo, o por otra causa agente.
- No sólo las cosas sensibles individuales podrían explicarse matemáticamente, sino que también el Universo, en su conjunto, obedecería a razones matematizables que explicarían su unidad, sus formas, su movimiento y sus proporciones,
Y, como os decía, me ha llamado Javier, el gran poeta sevillano, y hemos hablado de Moderato de Cadiz y de Higinio, de la razón que se mutila y de la materia con morriña. ¿La razón mutilada ha de ser, como parece, sólo parcialmente racional? Pero, por otra parte, la razón no parece que pueda automutilarse sin darse a sí misma alguna razón y, bajo este punto de vista, la privación añorante, ha de ser de alguna manera racional...
En fin, que hemos quedado a cenar en Madrid el día de mi conferencia sobre Sócrates, titulada, precisamente,
El filósofo ante el enigma.
Por cierto, ¿tendrá Moderato alguna calle en Cádiz?