...¿Y qué es máquina?
Uno creía saberlo hasta que tropecé en la anécdota del padre Malebranche con la perra preñada que cuentan Ortega (de paso) en un libro de caza y Luri (más detenidamente) en su café de Ocata. Malebranche fue un loco cartesiano. No hubo otro más loco que él en su siglo, hasta el punto de que al leer el “Tratado del hombre” sufrió una taquicardia y hubo de acostarse.
Descartes desarrolla en el “Tratado del hombre” la teoría de que los seres vivos son maquinarias complejas, relojes delicados cuyos elementos están relacionados por un sistema de engranajes biológicos con otros elementos, en una cadena precisa de estímulos y respuestas. Y relata Luri que paseaba Malebranche por la Rue Saint Jacques de París con La Fontaine y otros amigos cuando una perra preñada se les acercó meneando el rabo. Malebranche se arrodilló y la acarició, y después, para sorpresa de todos, se levantó y recogiéndose la sotana le arreó una patada al animal en la tripa. Los amigos de Malebranche manifestaron su extrañeza por esta conducta, y Malebranche les reprochó su ignorancia, porque aquella perra era solamente una máquina.
–Ni más ni menos. Si se la toca en un lugar, se rasca; si se la silba, se acerca y si se la patea huye. Y todo lo hace mecánicamente. Haríais más bien en guardar la misericordia para las almas humanas. Ver en Cristiano una máquina es correr el peligro de creer que todo lo hace mecánicamente, desviando nuestras simpatías hacia futbolistas más torpes. ¡Y anda que en Valencia no hubo Malebranches dando patadas a la máquina! Si ese estilo lo inspira el “Espirito Santo” (Nuno), ganas dan de hacerse del tiro de pichón, como contestó Foxácuando le dijeron que el Espíritu Santo inspiraba la política de Pio XII con España.
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Comienzo a sospechar que mi destino en esta vida es ser citado por Quintano en el ABC.