Byung-Chul Han (en adelante, Han) es el filósofo de moda, y no pienso discutir que está muy de moda.
Tampoco discutiré una ventaja de su escritura: en un viaje de ida y vuelta a Palma de Mallorca puedes leerte dos libritos suyos y no sentirte lleno. Yo he consumido, de postre, cien páginas de
La academia platónica, de Paul Ludwig Landsberg (algún día hablaré de la importancia de Landsberg en el desarrollo del personalismo cristiano en Cataluña y de su relación juvenil con Carl Schmitt).
No, Han no es un filósofo: para ser filósofo además de capacidad analítica hay que tener capacidad poética, es decir, creadora, y don Han carece completamente de ella. Lo que nos ofrece es una más de esas ontologías del presente que los europeos vamos elaborando sin parar (hemos hecho de ellas un género literario) al menos desde la caída del muro de Berlín, a pesar de que padecen un grave problema de credibilidad: como parten de la premisa de que el presente es siempre distinto del pasado inmediato, lo único que en realidad nos ofrecen son análisis ontológicos de la coyuntura, es decir, novedades, noticia, periodismo ontológico. En el caso de Han este ejercicio es ameno porque es un intelectual sagaz y escribe bien… pero es difícil tomárselo en serio.
Los intentos de comprender el presente desde el presente inmediato son ejercicios sofísticos. Lo digo con todo el respeto hacia la sofística, pero sin admiración. Para comprender el presente desde el presente inmediato los nuevos sofistas se ven obligados a aceptar que estamos en condiciones de juzgar el pasado gracias a la luz que arroja sobre él la estricta inmediatez vivida, que en coherencia con sus postulados, está siempre en movimiento: es sólo un flash. A mi me interesan más los ejercicios opuestos: los que pretenden comprender el presente desde el pasado. Lo cual me sitúa en el campo de los conservadores.
Diría que hoy es progresista quien entiende el presente desde el futuro (hay un progresismo entusiasta y un progresismo paradójicamente tenebroso); es presentista o efemerista quien entiende el presente desde el presente, y es conservador quien entiende el presente desde el pasado. Estos últimos creemos que hay algo estable en el hombre, algunas permanencias (toda situación humana comparte como mínimo con otra situación humana cualquiera el hecho de ser una situación humana) que se manifiestan de manera diferente según aquello en lo que el hombre fija su alma naturalmente errante. Platón nos viene a decir que la educación es la articulación de nuestra errancia natural. Han nos asegura que hoy sólo hay errancia invertebrada. La diferencia entre uno y otro es que Platón nos explica por qué es necesario darle forma a la errancia, mientras que Hans se contenta con constatar la actualidad de la errancia informal. Por eso Han es incapaz –me parece- de articular una ética. Y quizás por eso, pienso, es el filósofo de moda.
Byung-Chul Han debería hacernos su auto-ontología: la ontología de Han o cómo la filosofía efemerista sólo puede explicar el presente a la manera de Han, o sea, fragmentariamente. Eso sí que sería ilustrador como ontología del presente.