En un informe psiquiátrico sobre Ramón Mercader, leo lo siguiente: "el criminal es un neurótico valiente". Dando por supuesto que neuróticos lo somos todos -aunque en diferente grado-, la conclusión es más bien inquietante.
"El Führerstaat posee una legitimidad democrática y plebiscitaria. Es mi deber representarlo como abogado" "Hitler ha creado un Estado del bienestar con legitimidad plebiscitaria" "Soy un aventurero intelectual, un jugador irónico. El tedio de la vida sólo es soportable si uno la eleva a la condición de juego" "Sólo un Estado fascista puede asegurar la primacía de la política sobre la economía" "Hindenburg se ha desmoronado, necesitamos otro mito" "En política, la inhibición moral sólo tiene efectos perniciosos" "Soy el más grande! Todo el mundo debiera reconocerlo"
... murió el único autor imprescindible si queremos entender algo de emociones, porque nadie como él conoció los rincones del alma humana. Sólo leyendo a este hombre se aprende a ser humilde respecto a nuestra competencia como educadores emocionales.