"Los ejemplos de profanación que usa Agamben -comenta caritativamente Byung-Chul Han en La agonía de Eros- son pobres e incluso resultan sorprendentes". Han no necesita explicar la sorpresa que le producen, le basta con mostrarnos la ridiculez del ejercicio profanador de Agamben:
"¿Qué querría decir profanar la defecación? No ya reencontrar una pretendida naturalidad, ni simplemente gozar de ello en forma de transgresión perversa (que es sin embargo mejor que nada). Se trata, en cambio, de alcanzar arqueológicamente la defecación como campo de tensiones polares entre la naturaleza y la cultura, lo privado y lo público, lo singular y lo común. Es decir: aprender un nuevo uso de las heces, como los niños intentaban hacerlo a su manera, antes de que intervinieran la represión y la separación"Giorgio Agamben, Profanaciones.