"Uno de los presos era Séneca Pérez, un ácrata vegetariano, grabador de imprenta. Con los talones de goma de las botas hacía sellos de la Falange de diversos pueblos que servían para marcar avales falsos; hasta que lo descubrieron y lo fusilaron ante todos los presos formados; alguien le lanzó a los pies un manojo de cebollas. Contado parece grotesco, pero pensando en el hambre que se pasaba y que Séneca era vegetariano, S. lo ve como un gesto de fraternidad casi aterrador.(...)Sócrates Gómez, un chico bien plantado, estaba en la misma galería que S., hasta que lo pusieron en una celda de castigo porque un periódico clandestino, manuscrito, de los comunistas, lo atacaba por tratar de reorganizar las juventudes socialistas y lo acusaba de hacer el juego a Franco en el mismo momento en que Franco mandaba fusilar a su padre."
Víctor Alba, Sísifo y su tiempo.