Hay dos Balaguer a los que separa el Segre, el moderno, en la llanura, y el antiguo, en las faldas del castillo. En el antiguo, que parece estar erosionándose, los gitanos hacen pintadas contra la invasión de los moros. En el moderno hay moros que llevan a sus hijos a la concertada religiosa.
A la ida nos paramos en el cementerio de Castelleserà, a dejar unos segundos de nuestro silencio en el panteón de los Brufau Civit. A la vuelta, siguiendo el río Sión, hemos entrado en Agramunt, a rendir nuestros respetos a la Mare de Déu del Castell, en la iglesia de Santa María.
El trigo nuevo, los almendros floridos, el cielo muy azul entre las nubes bajas, los pueblos tranquilos, los caminos llanos y el horizonte, nuestro.