Me ha satisfecho mucho ver que en Viaje a la escuela del siglo XXI, el libro de Alfredo Hernando editado por la Fundación Telefónica se incluyen entre las escuelas innovadoras las escuelas KIPP norteamericanas. Me sorprende mucho, pero me satisface porque eso significa que para Hernando hay maneras muy diversas de ser innovador. En el número 567 del Culturas de la Vanguardia escribí un largo artículo sobre las KIPP del que extraigo algunos párrafos que me parecen significativos:
(...)... Jaime Escalante (1930-2010). En 1987 el 26% de los estudiantes mexicano-americanos que superaron un examen avanzado de cálculo estaban en su clase de la Garfield High School de Los Angeles. Los cuatro puntales de su acción eran: Altas expectativas para todos los alumnos, más tiempo escolar para el aprendizaje, evaluación estandarizada continua y espíritu de equipo. Los sintetizaba en un lema que repetía continuamente: “Everything is possible with GANAS”. Nunca se le ocurrió pensar que los latinos fueran intelectualmente más incapacitados que el resto. Pero si eran más perezosos, había que curarles la pereza. (...)Escalante ha sido una fuente de inspiración inagotable para Mike Feinberg y Dave Levin. Se conocieron en julio de 1992 en Los Angeles en el curso de verano de Teach for America. Levin trabajó en una escuela del área de Houston de muy bajo rendimiento. Al comenzar su segundo año le pidió al director hacerse cargo de la peor clase del centro. A sus alumnos les dijo que había elegido enseñarles a ellos, porque eran los que peores resultados tenían. “Pero si trabajáis conmigo –les aseguró-, seréis la clase con mejores notas a final de año”. Lo consiguió.
Al concluir sus dos años de docencia, Feinberg y Levin crearon la primera de la actual red de escuelas KIPP. Son escuelas donde se fomentan las altas expectativas para todos los niños y se ofrecen jornadas escolares más largas (de 8 de la mañana a las 5 de la tarde) que se complementan con la asistencia a clase algunos sábados por la mañana y tres semanas durante el verano. En ellas no se aceptan excusas para el fracaso.
KIPP es el acrónimo de Knowledge is Power Program. Está inspirado en una canción que Feinberg y Levin enseñaban a sus alumnos:
“You gotta read, baby, read.You gotta read, baby, read.The more you read, the more you know,`Cause Knowledge is power,Power is freedom, andWe want it.”
En las escuelas KIPP se sigue cantando para memorizar cosas. Pero la canción que más gusta en las aulas es la que cantan los niños a pleno pulmón en cuanto un profesor les pregunta “What room is this?”. Dice lo siguiente:
“This is the roomThat has the kidsWho want to learnTo read more booksTo built a bet-terTo-mo-row!”
“¿Hay buenas noticias sobre las KIPP?”, le preguntó una periodista a Feinberg. “¡Claro que las hay!”, contestó. “Las buenas noticias son que si vienes a una escuela KIPP entrarás a la escuela a las 7.30 y permanecerás allí hasta las 17h, y que deberás venir algunos sábados 4 horas y durante el verano, dos semanas, y que debes hacer deberes cada noche y todo esto te dará una buena preparación para la universidad y te permitirá acceder a una vida mejor. Estas son las muy buenas noticias.”(...)En las escuelas KIPP todo está orientado hacia el estímulo de la voluntad. Los profesores llevan camisetas con el lema “Knowledge is Power” y en las clases hay carteles con inscripciones como “All of us will learn” (con la palabra “will” bien remarcada), “There are no shortcuts” o “Team beats individual”. Pero el lema que las ha hecho famosas es “Work Hard. Be Nice.” Para hacerlo efectivo maximizan cada minuto. No hay tiempos muertos. Lo único que preocupa es lo que funciona y esto les permite ir evolucionando cada año. El cambio efectivo empieza por reconocer lo que no funciona.
A estas escuelas les gusta ponerse nombres como YES College Preparatory, Achievement First, Uncommon Schools o North Star. Muchos participantes de Teach For America trabajan en ellas y muchos KIPPsters (alumnos de las KIPP) se convierten en participantes de Teach For America porque quieren devolver a su comunidad lo que han recibido.
Gina Musumeci, directora de Achievement First ha declarado recientemente: “La única manera de mantener el alto nivel de eficiencia de los profesores es estar segura de que comprenden que la mediocridad no se tolera.”(...)Canada ha demostrado en el corazón de Harlem el poder transformador que una escuela puede tener en todo un barrio. The New York Times Magazine llegó a decir que el suyo era “uno de los experimentos de asistencia social más notables de nuestro tiempo”. “Trabajamos los fines de semana y las vacaciones –dice Canada- y si alguien de mi equipo me viene con excusas en lugar de resultados, está inmediatamente despedido”. Es fácil entender por qué estas ideas despiertan todo tipo de reticencias entre los sindicatos. Pero no se sabe de ninguna revolución protagonizada por funcionarios.
Insisto: hay maneras muy diversas, e incluso opuestas, de ser innovador.