El creador de las escuelas libres, el pedagogo alemán Gustav Wyneken (1875-1964), es también el autor de El eros pedagógico, una de las obras que la pedagogía debe tomar cum grano salis. Teniendo como referente al Platón del Banquete, Wyneken defiende la conveniencia de crear un vínculo entre el alumno y el maestro que haga posible la sublimación del erotismo en el conocimiento. Acabó en la cárcel en 1921, acusado de pederastia, pero sus ideas no han sido nunca completamente olvidadas. Su eros pedagógico fue recogido en su forma más sublimada por Paul Goodman en Estados Unidos y por Homer Lane (el mentor de A.Ş. Neill) en Inglaterra y en su forma más estrictamente erótica por algunos grupos de la izquierda radical alemana del 68.
En uno de sus textos más significativos, Las antinomias centrales de la pedagogía, Wyneken se pregunta abiertamente si es lícito educar a un niño. Se responde que educar significa transformar un hombre en otro y eso éticamente es tan condenable como el asesinato. A su juicio, no podemos fundamentar moralmente el derecho a formar -a "violentar", según sus palabras- una persona indefensa porque educar equivaldría a esclavizar. "La educación no debe ser la impresión de un sello ajeno en el alma del niño ni la acomodación del hombre joven a cualquier norma y finalidad, sino simplemente un desarrollo y cuidado de las fuerzas y disposiciones que están durmientes en el hombre, sin ninguna intromisión de fuera, sin instilación de ideas o sugerencias ajenas ". El papel del maestro debe ser "contemplar y dejar crecer sin intervenir". Wyneken parece estar pensando en Sócrates y Alcibíades.
Para borrar la impresión de la educación capitalista en el niño, aunque fuera contra su voluntad, hubo escuelas en Berlín, como la Rote Freiheit, en las que las revistas porno estaban consideradas material didáctico y los juegos sexuales eran directamente estimulados por unos pedagogos obsesionados en evitar todo trauma infantil a los niños... al precio que fuera. Los niños debían ser obligatoriamente espontáneos y libres en la expresión de su sexualidad, porque los adultos habían decidido que la represión sexual era la causa subyacente de todas las neurosis sociales y que el control del deseo sexual era un instrumento de dominio de la sociedad burguesa y la causa de la agresividad inherente al sistema capitalista. Se abrieron jardines de infancia que hacían todo lo posible para que los niños se enfrentaran a situaciones en las que el erotismo (tal como era concebido por el adulto) fuera ineludible, poniéndolos en la tesitura de liberarse las represiones que no tenían. Así que si se interesaban espontáneamente por otras cosas o simplemente querían jugar a juegos infantiles de toda la vida, los pedagogos se empeñaban en estimular su curiosidad sexual para poder satisfacerla posteriormente.
Uno de los libros del momento, La revolución en la educación, de 1971, criticaba también la deserotització de la vida familiar puesta de manifiesto -a su juicio- por la prohibición de la actividad sexual entre los niños y el tabú del incesto. Con el objetivo de reerotitzar las relaciones humanas se crearon comunas que pretendían superar toda restricción burguesa eliminando la propiedad privada, las relaciones monógamas y el control venenoso de la vergüenza por parte "del sistema".
Los juegos sexuales entre adultos y niños se veían con buenos ojos en la Comuna 2 de Berlín, creada en el verano de 1967 como un proyecto de educación antiautoritaria, y en diferentes kindergartens privados de Frankfurt, Berlín, Hamburgo, Stuttgart... Una y otra se descubría que los niños se mostraban espontáneamente mucho más interesados por sus juegos que por su sexo, pero los adultos estaban dispuestos a desinhibirlos de las inhibiciones que no tenían.
Quien quiera más información puede acudir al capítulo 9 de la autobiografía de Daniel Cohn-Bendit, Der grosse Bazar (1975), en el que describe su experiencia como maestro en un Kinderladen de Frankfurt. O puede encontrar sus declaraciones en el programa Apostrophes del 23 de abril de 1982. Obviamente no todos los adultos de la izquierda radical y contracultural alemana eran partidarios de ignorar las fronteras naturales entre los niños y los adultos, pero haberlos, los había.
La historia no termina aquí. En 1985 Los Verdes, en su convención en Lüdenscheid, defendieron que una sexualidad "no violenta" entre los niños y los adultos debería estar permitida, sin restricciones de edad.
Por cierto, el fracaso educativo más grande de Sócrates fue el incontinente Alcibíades, el niño mimado de la democracia ateniense.