No soy científico y no tengo la explicación para este fenómeno, que sin duda la tendrá, pero me he quedado boquiabierto contemplando esta exuberancia meteórica trinitaria. Curiosamente, ningún otro paseante por la playa de Ocata parecía darle la más mínima importancia al milagro de la luz. Aquí tienen la prueba de mi gozosa perplejidad. Yo estaba allí.