Mujeres, Manuel Rodríguez Rivero:Confieso con vergüenza profesional que lo único que hasta la fecha había leído del navarro (y catalán de adopción) Gregorio Luri (Azagra, 1955) era una brillante
Introducción al vocabulario de Platón publicada, creo, por la editorial sevillana La Isla de Siltolá, que no veo muy citada en sus bibliografías más recientes. No conozco, en cambio, ninguno de sus ensayos sobre educación que le han dado más reconocimiento público, ni tampoco su más reciente
¿Matar a Sócrates? (Ariel, 2015). Como lo había clasificado torpemente como filósofo y pedagogo, me extrañó ver su nombre en la cubierta de
El cielo prometido. Una mujer al servicio de Stalin (Ariel), en la que también aparece, en letra más pequeña, el paratexto aclaratorio “La historia de la familia Mercader” (por cierto, un experto en mercadotecnia juzgaría excesiva la cantidad de mensajes de la tapa). En realidad, el estupendo ensayo biográfico (a pesar de cierto desorden expositivo, producto quizá de la presión de una amplísima documentación testimonial) es, a su manera atípica y nada intimidante, una reflexión histórica (y filosófica) con vocación pedagógica. La mujer, afirma Luri con lucidez, “fue la gran sorpresa de la guerra española”, y eso también quedó claro para los fotógrafos extranjeros, que, fascinados por la novedad, tomaron innumerables placas de milicianas y combatientes revolucionarias ataviadas con el mono que publicaron profusamente los diarios de la época; mujeres, en todo caso, a las que el formidable trueque de valores morales a que dio lugar la República había liberado de las ataduras que constreñían su libertad: la Iglesia, la obediencia paterna o conyugal y el “sentido del decoro” socialmente impuesto. El cielo prometido es, por tanto, muchas cosas. En primer lugar, una apasionante biografía de la matriarca y jefa de clan Caridad Mercader —un personaje cuya resonancia política y reputación van mucho más allá de ser la madre del asesino de Trotski—; en segundo lugar, un retrato de grupo (necesariamente incompleto e impresionista) de un conjunto de enigmáticas mujeres comunistas —mayoritariamente jóvenes surgidas de las clases medias cultas que abrazaron el comunismo en su versión estalinista en pleno ardor revolucionario—, y entre las que figuran África de las Heras, Paulina Odena, Marina Ginestà o Lena Imbert, de cuyas peripecias y avatares el lector se queda con ganas de saber más. Y por último, un telón de fondo del comunismo español de la época, en el que se destaca la ejecutoria de algunos de sus dirigentes propios y foráneos, de sus intrigas y venganzas, de sus luchas intestinas, de sus fabricadas denuncias de revolucionarios antiestalinistas, de su feroz dogmatismo, pero también de su organización, determinación y coraje. Luri se interroga, a su manera, sobre la “ilusión del comunismo” y, de modo especial, sobre lo que considera “el mayor escándalo intelectual del siglo pasado”, es decir, la “sumisión gozosa” de muchos intelectuales a la tiranía. O dicho al modo de Albert Camus: del letal abrazo de muchos intelectuales “cansados de su libertad” a doctrinas y líderes dispuestos a acabar con ellas en aras del cielo (en la tierra) prometido.