Ayer por la mañana me pidieron desde el Periódico que escribiera un artículo sobre la influencia del diseño de los espacios escolares en los resultados de los alumnos. Por falta de tiempo, tuve que decir que no. Hoy ha aparecido un reportaje con este título:
Un aula en condiciones óptimas mejora hasta un 25% el rendimiento de los alumnos.
De manera intuitiva todos creemos -con razón- que un aula bien iluminada y bien ventilada presenta mejores condiciones para el aprendizaje que otra oscura y húmeda. Pero ese 25% del título llama poderosamente la atención.
El reportaje del Periódico se basa en los resultados de una investigación publicado en septiembre del 2012 en la revista Building and Environment con el título. "A holistic, multi-level analysis identifying the impact of classroom design on pupils’ learning". No tengo nada que objetar al hecho de que la investigación estuviera subvencionada -al menos en parte- por empresas de diseño, lo que importa es la metodología empleada y esta, honestamente, me resulta bastante oscura. Pero eso puede deberse únicamente a mi falta de sagacidad analítica. Vamos al titular, que es lo importante: ¿Es cierto o no que un aula diseñada en condiciones óptimas mejora el rendimiento de los alumnos hasta un 25%?
Lo de "las condiciones óptimas" me parece un poco ingenuo, pero, en fin, aceptemos que hay empresas capaces de diseñar centros escolares en condiciones óptimas: ¿Nos pueden garantizar esos excelentes resultados sin necesidad de tocar ninguna otra variable?
Pues parece que sí... pero solamente los dos años posteriores a la introducción de las condiciones óptimas de diseño (de hecho el pico de ese 25% sólo se alcanza en el segundo año). Pasado este tiempo la prosa se va imponiendo a la lírica. Esto es lo que no recoge el Periódico.