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"En otra parte que no fuera España -dice don Marcelino-, tal libro hubiera llevado a sus autores derechamente a un manicomio, juzgándolos con mucha benignidad. Pero nuestro Consejo de Instrucción Pública lo juzgó sapientísimamente de otra manera y los dejó continuar en la enseñanza, trasladándolos a otra escuela, sin duda para que pudiesen extender el radio de sus conquistas." Lo más curioso de esta joya es que las fuentes de los autores no son espíritus cualquiera, sino de la más alta alcurnia, como Lúculo, Fenelón, San Luis Gonzaga, San Pablo, Moisés, Santo Tomás de Aquino y hasta la Virgen María.
"¡Pobres pedagogos que soñaron ser regeneradores del mundo! -concluye nuestro polígrafo- ¡Cuánto mejor les estaría perfeccionarse en la letra cursiva! ¡Qué semillero de Hermógenes han sido aquí las dichosas escuelas normales!".