"No le pongas deberes al niño, que tiene extraescolares", le decía al final del curso pasado una madre al maestro de su hijo. Hay que tomar en serio estas palabras porque nos ponen en la pista de un fenómeno educativo de gran importancia.
Para las familias que se lo pueden permitir (es decir: que se lo pueden pagar de su bolsillo), la escuela es sólo una parte (y una parte menguante) de la trayectoria educativa de sus hijos. Han descubierto hace tiempo que las necesidades educativas reales no son cubiertas por el sistema educativo, así que administran su derecho a la educación de manera cada vez más autónoma, de acuerdo con los signos de los tiempos.
El resultado es que en la actualidad 9 de cada 10 niños hacen algún tipo de actividad extraescolar. Sólo hay que considerar esta cifra para darse cuenta de la inmensa hipocresía que hay en la campaña contra los deberes, que tan buena acogida tiene en la prensa. Lo más honesto sería que los padres pusieran las cartas sobre la mesa y les dijeran claramente a los maestros: "No pongáis deberes a mi hijo, que apenas le queda tiempo libre después de las extraescolares". No exagero. Uno de cada dos niños hace dos o más actividades semanales fuera de la escuela.
Cuando estaba escribiendo La escuela contra el mundo, intenté calcular lo que las familias se gastaban entonces de media en actividades extraescolares. No fui capaz de establecer con rigor una cifra exacta y, además, las diferencias entre las familias eran enormes, pero no se desviaría mucho de los 800 euros anuales. De eso hace 10 años. Las actividades más solicitadas son: deportes (72,8%), idiomas (28,4), música o danza (24,9%), dibujo o pintura (22,3%) e informática (21,2% ). Pero aquí no se contabilizan los profesores particulares, los cursos de idiomas en el extranjero o los cursos por internet. El crecimiento vertiginoso de modelos educativos por internet relacionados con las STEM (science, technology, engineering, mathematics), como Smartick y otros, es un fenómeno educativo que conviene seguir de cerca.
En definitiva:
1. Si los niños están sobrecargados de trabajo no es por culpa de la escuela. La imagen de un niño mártir que se pasa las tardes en casa encadenado a los deberes, si tiene alguna correspondencia con la realidad, es anecdótica.
2. Previsiblemente la escuela irá perdiendo cada vez más peso específico en la formación, al menos, del 90% de los niños. El otro 10% lo que no aprenda en la escuela no lo aprenderá ninguna parte.
3. Son las deficiencias de la escuela las que empujan a los padres a buscarse complementos educativos por su cuenta. En mi opinión, la demanda de complementos continuará creciendo.
4. Parecería lógico que la administración pública supervisara las empresas educativas paraescolares para garantizar unos mínimos de calidad en sus servicios.