Si un pedagogo os habla seriamente (es decir, no en el Club de la Comedia):
1) De "maneras eficientes de proceder en la reinvención común del sistema educativo”.
2) De "la necesidad de implantar métodos de aprendizaje que empoderen al alumno para que mejore su expectativa vital en una sociedad cambiante".
3) De que en la escuela antigua "el objeto de estudio eran las disciplinas, y no la realidad”.
4) De que "el propósito competencial debe integrar las dimensiones cognitiva, emocional y ética”.
5) De "la necesidad de desarrollar competencias para la vida basadas en informaciones, conceptos, habilidades, actitudes y valores, por igual, en una idea de formación integral del alumno como aprendiente autónomo".
6) De "cambiar la idea del profesorado como aplicador de recetas, por el facilitador de nuevas respuestas a nuevos contextos".
7) De "replantear instrumentos de evaluación, y hacer que sea el propio alumno que se autoregule".
8) De "hacer permeables las paredes de la escuela para vincular aprendizaje y realidad".
7) De que "el nuevo enfoque formativo pretende capacitar al alumnado para dar respuesta, por un lado a retos globales, como el desarrollo sostenible, la violencia vinculada a la diversidad cultural, la pobreza y la inequidad y desigualdad de género. Por otro lado, debe garantizar el éxito profesional teniendo en cuenta el cambio tecnológico exponencial que ya está transformando las realidades, sabiendo que ello requiere capacidad para resolver problemas, pensamiento crítico y creatividad".
Deberían tomar nota en primer lugar de que hay muchas palabras que los nuevos pedagogos no se atreven a pronunciar. Piensen en ellas, es muy instructivo. La más llamativa es "inteligencia". Quizás debieran sospechar también que si este lenguaje es difícil de comprender es simplemente porque no dice nada. Si fuera así -y yo creo que lo es-, estaría situando a la escuela fuera de la realidad al jugar frívolamente con predictores hipotéticos del futuro que no tienen NINGUNA garantía científica y sí mucho de arbitrario. Pero "en un mundo competitivo, las organizaciones que usan predictores inválidos se colocan a sí mismas en una posición desventajosa”.