En el pasado, los senadores acostumbraban a entrar en la curia acompañados de sus hijos desde el momento en que podían llevar la toga praetexta. Cada vez que tenía lugar una discusión sobre un asunto grave en el senado, y los debates debían continuarse el día siguiente, se acordaba que nadie dijera nada públicamente sobre el asunto que había sido discutido hasta que se anunciara oficialmente la resolución. La madre de un muchacho llamado Papirio, que había estado en la curia con su padre, le preguntó a su hijo de qué habían tratado los senadores ese día. El muchacho respondió que el asunto debía mantenerse en secreto, y no divulgarse. Tanto lo secreto del asunto como el silencio de su hijo incitaron a la madre a preguntar de manera cada vez más apremiante e incisiva. A tanta presión sometió al niño que éste, finalmente, le respondió con una broma engañosa: le dijo que había sido discutido en el Senado de la República qué sería mejor, que un hombre tomara dos esposas o que una esposa fuera compartida por dos hombres.
Cuando la madre oyó esto, empalideció completamente. Salió de la casa temblando y expandió la noticia entre las mujeres. Al día siguiente, una gran cantidad de mujeres se congregó ante el Senado. Llorando y suplicando, rogaban que una mujer pudiera casarse con dos hombres, en lugar de que un hombre pudiera tomar dos esposas. Cuando llegaron los senadores se preguntaron a qué obedecía aquel griterío. Papirio se dirigió al centro de la curia y contó lo que había ocurrido. El Senado aplaudió su brillante conducta y a continuación emitió un decreto prohibiendo que los niños entraran en el senado con sus padres, con la excepción de Papirio. Posteriormente el nombre de Papirio se convirtió en un título honorífico con el que se ensalzaba al joven que sabía cuándo hablar y cuándo permanecer en silencio.
Macrobio, Saturnalia (traducción libre)