Defiende don Alonso de Madrigal, “El Tostado” en
El gobierno ideal que la única ley estrictamente buena “es la evangélica, que prohíbe todo lo malo e incita a practicar todas las virtudes”, pero tiene un inconveniente, que no es políticamente practicable y si la impusiéramos, sería una ley "pésima”.
“Necio sería aquel legislador que ordenase que la ley evangélica fuese observada en su totalidad bajo castigo en su régimen político. Dios al imponer leyes imperfectas a los hebreos, no les dio la mejor ley, sino una que contenía algunas deficiencias con relación a la ley perfecta. Y sin embargo esta era la conveniente para aquel pueblo.”
Es posible que la ley que Dios le da a un pueblo sea al mismo tiempo imperfecta para este pueblo y pésima para otros. En cualquier caso, la ley política que prohíbe todos los males es la peor de todas.