IHay un señor en Ocata al que sólo me encuentro una o dos veces al año, siempre cuando va a cambiar el tiempo. Mi conclusión es que vamos a pasar mucho frío, porque hoy me lo he encontrado y ha estado especialmente dicharachero.
IILa fortuna de ir al mercado y encontrar una merluza que merezca su nombre. IIIComí el día 11 en Ocata, en La Cuina dels Capitans, con José Luis López Bulla y Jordi Amat. Y después de comer nos fuimos, luchando contra el viento rociado de la espuma de las olas, hasta Montgat. Hay experiencias en las que notas, mientras las estás viviendo, que están calando hondo. IVMe llama otro periodista para invitarme a que vaya a una televisión a hablar del juego. Le digo que antes debemos hablar nosotros sobre lo que entendemos ambos por el juego, porque no me gusta descubrir de repente que estoy defendiendo públicamente posturas contrarias a las que mis interlocutores pensaban que defendería cuando me invitaron. Le explico que la actual reivindicación del juego infantil y pedagógico nace de la absoluta desaparición del juego aventurero en el niño y que un juego domesticado sólo es medio juego. Que quien no ha corrido el riesgo de romperse un brazo, no ha tenido infancia y que entre Huckleberry Finn y la gamificación, Huckleberry, a ojos cerrados. Pero que en la escuela Huckleberry está prohibido. Demasiado riesgo. Me dice que ya me llamará. Él y yo sabíamos que no me llamaría. VAyer vinieron de Tele 5 a entrevistarme a la Plaza de Ocata, que es donde recibo a las visitas. La cosa iba de niños blanditos. Tras la entrevista, la periodista me pidió consulta privada. VIAndo perdido en un laberinto. Llevo tiempo intentando escribir una apología del conservadurismo que se titulará La imaginación conservadora. No paro de chocar contra mis propios límites, dando vueltas en torno a una serie de interrogantes sin avanzar ni un palmo. Pensar es difícil y pensar bien, aún más y, por si fuera poco, con frecuencia es doloroso. Pero siento que precisamente aquí, en la experiencia del enfrentamiento con mis propios límites me juego la libertad que me permite mi inteligencia.