Ya lo he contado otras veces, pero hoy me resulta necesario recordarlo. Cuenta Séneca, en De la Ira que Celio, un abogado muy vehemente, cenaba un día con un cliente al que tenía intimidado por la pasión que ponía en todo lo que decía. El cliente optó por llevarle la corriente y hacerle de comparsa. Pero Celio no soportó tanto asentimiento y le gritó: “Di algo en contra ya, para que seamos dos.”