“Díaz de León, en casa de los Pivert cuenta la historia de “mi tío Gorgono” –su tío verdadero-, personaje famoso en Aguascalientes. A los 17 años engañó a una tía. Se puso a frecuentar un cabaret famoso en el que los jóvenes del pueblo medían su valor apagando las luces a tiro limpio para pelear en las tinieblas a navajazos. Una vez en un exceso de valentía uno se abrió el vientre y se puso a masticar sus propios intestinos… Gorgono mató pronto a una mujer golpeándole la cabeza con una piedra y tiró su cuerpo a un arroyo. Condenado a muerte, el abogado no vio otro medio de evitar la ejecución que el de aconsejarle que matara a alguien en la prisión a fin de pasar por segunda vez ante los tribunales y ganar tiempo. En la prisión de Aguascalientes, Gorgono era zapatero y se ganó el respeto general. Mató de un fuerte golpe a un detenido que le había faltado el respeto. Condenado de nuevo, permaneció mucho tiempo en la cárcel. La revolución lo liberó. Volvió a su casa con una barba con forma de río y constató que ya no le quedaba vivo ningún familiar. Se acordó que había matado a todos hacía tiempo. Se puso en la boca un cartucho de dinamita y encendió la mecha. Los hijos de Gorgono aún viven en Aguascalientes rodeados de admiración. Díaz de Leon escribió con esta historia una pieza de guiñol que el público consideraba inmoral.
La prisión de Aguascalientes, por otra parte, no tenía ni grillos ni guardias. El criminal era conducido a ella por la policía. El jefe de la prisión salía a recibirlo y, con un cuchillo, trazaba vivamente en el suelo la línea en la que estaba la entrada y el prisionero daba su palabra de no traspasarla.
Díaz de León cuenta también una leyenda de México. En la calle Juan Manuel, que hoy es una prolongación de la Venustiano Carranza, vivía un hombre rico que salía por las noches, pedía la hora a un transeúnte y cuando se la daba, exclamaba: “Dichoso tú, que conoces la hora de tu muerte”. Y lo mataba.”
Podemos confirmar que existió un Gorgonio Esparza en Aguascalientes. Nació el 9 de septiembre de 1880. Debió ser una buena pieza, porque de él se decía que lo protegían “los espíritus del mal”. El escritor Antonio Acevedo Escobedo, basándose en su leyenda, compuso una “farsa popular para el teatro guiñol” titulada “Ya viene Gorgonio Esparza! El matón de Aguascalientes.”
Acevedo sitúa el primer acontecimiento sangriento de la vida de Gorgonio en la cantina “El hombre libre”, donde se juntaba con el Bigotes y el Pataseca, a la luz de un aparato de Petróleo. Pataseca solía presumir de las muchas muertes que había causado, entre ellas los quince miembros de una familia. Un día Gorgonio le pidió a un músico que le tocara “esa canción del silencio de la noche”, que le gustaba tanto y él mismo comenzó a cantarla, lo que provocó las bromas de Pataseca que le dijo “con esos gemidos hasta parece marica”. Gorgonio retó a los tres a una pelea con la luz apagada. Acevedo le hace decir a Gorgonio en un verso que dirige a Pataseca: “Ora, recoja sus tripas, porque ya me tropecé”, a lo que responde el interpelado: “Válgame mi mala pata, ya no me levantaré”. Cuando se hizo el silencio, se encendió la luz y se encontraron tres cadáveres junto a Gorgonio. Pero no fue detenido por esto, sino porque las autoridades encontraron a su mujer muerta en un pozo de su huerta. Le había partido la cabeza con una piedra al descubrirla riéndose con un cuñado suyo. En la cárcel aprendió el oficio de zapatero. Mató a otro preso y lo sentenciaron a muerte. Estando frente al juez para conocer su sentencia, estalló la revolución. Gorgonio aprovecho el jaleo para golpear al juez y escaparse.
Por lo que sé, a Francisco Díaz de León lo llevó su padre a la cárcel de visita siendo aún un niño y allí conoció personalmente a Gorgonio. Una vez adulto, rescató su sangrienta vida del olvido escribiendo un resumen de la misma. Antonio Acevedo se basó en él para escribir su obra. En la última escena, muestra a Gorgonio lamentándose de la soledad a la que lo ha condenado su mala vida. Sólo le queda un familiar, Pancho Díaz de León. Decide suicidarse, pero no encuentra más arma que un petardo que le sobró de las fiestas del pueblo. Se lo metió en la boca y lo hizo estallar.
Díaz de León prologó en 1944 la farsa “Ya viene Gorgonio Esparza!” de Acevedo, que se había estrenado el 13 de junio de 1941.
¿Cómo no comprender a Dalí cuando en una visita a México aseguró que no pensaba volver nunca más porque no soportaba que existiese un país más surrealista que sus pinturas?