Son tantas las cosas que me interesan de México que no soy capaz de establecer un orden claro entre las mismas, pero, sin duda, entre las primerísimas, se encuentran sus librerías de viejo, donde uno puede encontrarse con los grandes intelectuales del exilio. Con el barcelonés Eduardo Nicol, por ejemplo, al que tanta gente recuerda con agradecimiento en México (un "trasterrado estricto", según mi amigo Xavier G.) y que tan olvidado está en España. He tenido la fortuna de hallar este libro dedicado por el propio Nicol a "Manuel Rodríguez", que quiero creer que se trata del pintor Manuel Rodríguez Lozano.
Manuel Rodríguez Lozano fue marido de Nahui Ollin, "tal vez la mujer más bella que ha nacido en México", me comenta Xavier G. Añado que fue recluso de la cárcel de Lecumberri, ahora transformada en Archivo General de la Nación, donde viviré recluido el lunes y el martes. En 1942 Rodríguez Lozano pintó este mural en Lecumberri. ¿Qué pensaría Ramón Mercader al verlo? El viernes pasado estuvimos contemplándolo mi hijo y yo en el Palacio de Bellas Artes, donde se inauguraba una exposición sobre el arquitecto Carlos Leduc, que colaboró en 1936 y 37 con Caridad Mercader en México y en Nueva York:
En mi estimación personal, un poco por encima de Nicol se encuentra el pamplonés García Bacca, un fenomenal filósofo. Este libro que he comenzado a leer es una delicia.
Junto a los anteriores, otros dos grandes: Ramón Xirau -fallecido el año pasado-, hijo de Joaquín Xirau.
Y, por supuesto, José Gaos.
En México la Fundación SM me ha publicado -a mí, que no espero hallarme nunca a mí mismo en una librería de viejo- este texto, que es una versión ampliada de mi conferencia de clausura del 11 SIEI, que tuvo lugar el viernes 9:
Pero me he encontrado también con la revista "Transatlántica de Educación", que lleva un artículo mío...
... y con este importante libro del gran Martín Gabriel Barrón Cruz, en el que participo también con un texto que recoge algunas noticias sobre Ramón Mercader que no me parecen menores...
Y quizás, dado que las cosas fueron realmente bien en el Museo Casa Estudio de Diego Rivera, quizás...
Pase lo que pase, una cosa está clara: si me acompaña la salud, volveré más veces a México. Este es un país en el que es imposible no hacer buenos amigos.