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El café de Ocata
ILas primeras palabras de Ortega que oí fueron "...en Heidegger la filosofía visita a domicilio". Creo que fue la primera vez que oí o leí el nombre de Heidegger. Sólo mucho después caí en la cuenta de que Ortega había venido a decir de Heidegger con aquella frase algo emparejable al dicho famoso de Cicerón sobre Sócrates: que éste hizo a la filosofía bajar del cielo a la tierra, hasta hacerla entrar por las casas de los hombres.
Confesiones profesionales.
IISabido es que el pecado de Satán es el pecado de la soberbia. Por ello, y no por otra cosa, pienso hace ya su número de años que la esencia de la Filosofía es la soberbia. En alguna ocasión he intentado mostrar cómo la esencia de la Filosofía y la esencia de la soberbia coinciden fenomenológicamente rasgo por rasgo.
Confesiones profesionales.
IIIMe ha acaecido hartas veces que se me acerca un joven estudiante en demanda de consejo en materia de lecturas.- Maestro, ¿qué libros le parecería a usted que debía leer? Si pudiera usted indicarme una pequeña bibliografía...Cuando era más joven, y aún tenía entusiasmo pedagógico, solía responder:- ¿Tiene usted alguna virtud eminente, o algún vicio francamente tal? ¿Ha llevado usted a cabo algún hecho heroico, o siquiera cometido algún crimen perfecto?Al ver la expresión de desconcierto, rebajaba yo mis exigencias:- ¿No cultiva usted ningún deporte, ni siquiera se pasa la tarde o la noche bailando? ¿No ha hecho llorar todavía a ninguna compañera, ni siquiera, ni siquiera ha sustraído usted disimuladamente un libro de la biblioteca o la librería, ni un mezquino volumen de la Colección Austral?- No maestro.- ¿Para qué quiere usted leer ningún libro?, si no va a entender nada, absolutamente nada, de ninguno, absolutamente de ninguno. Empiece usted por una hazaña o un crimen, hombre: siquiera por echarse a la alberca de la Universidad, a ver si sale a flote y empieza a nadar, o por hacer porque le de den unas buenas calabazas y después hablaremos de bibliografía.
Filosofía e infelicidad.