"Alma Werfel se había casado con los tres hombres de más talento del mundo germánico de la época: Gustav Mahler; Walter Gropius, el fundador de la Bauhaus; y Franz Werfel, novelista y dramaturgo. Dejo de lado al pintor Oskar Kokoshka."
"[Alma] sabía que podía ser la reina de no importa qué baile que decidiera honrar con su presencia."
"Poseía un poder erótico-artístico y era dueña de la fórmula alquímica que transformaba su trabajo en oro... producía un calor protector que estimulaba el proceso creador".
"Sus intuiciones fulgurantes tenían una fuente misteriosa. Era una de las raras mujeres mágicas".
"Todos los que contaban algo en la sociedad querían conocerla, en particular los músicos: Maurice Ravel, Alfredo Casella, Arnold Schönberg, Darius Milhaud y Francis Poulenc."
"Tras diez años de vida en común, Franz y alma se casaron... Franz tenía diez años menos que ella."
"Durante los años dorados, Franz Werfel se convirtió en uno de los novelistas y dramaturgos más importantes de Europa... Todo comenzó a degradarse. En la primera representación en Praga del Wozzeck de Alan Berg, dedicado a Alma, Franz fue abucheado: "Chusma judía, chusma judía"
"Tras el Anschluss, se instalaron en París".
"En el Grand Hôtel du Louvre et de la Paix, en Marsella, a donde habían acudido para escuchar una ópera, se enteraron de la rendición de París".
"En la estación de Burdeos reinaba el mayor desorden. Perdieron sus equipajes: "He llorado sobre todo la pérdida de los manuscritos de Gustav [Mahler] y el de la tercera sinfonía de Bruckner", escribió Alma en su diario. Pasaron una noche excelente en un burdel vacío".
"En Lourdes se encontraron en la calle con Walter Mehring y Hertha Pauli... Alma declaró que era un milagro que se hubieran encontrado los cuatro sanos y salvos. Había que celebrarlo: ¡Champagne! Cuando les contó la promesa que Franz había hecho a Bernardette Soubirous [escribir su historia si los ayudaba a salir de Francia], Mehring les confesó que había lanzando una botella al mar con un mensaje en su interior, a la dirección de Thomas Mann en Princeton, en New Jersey".
Frases subrayadas de este libro que estoy devorando:
Alma y Franz consiguieron cruzar los Pirineos andando. Alma se encontró una herradura. La recogió y la guardó entre sus joyas. Finalmente llegaron a la frontera española, donde fueron muy bien acogidos por la policía de aduanas. Con ellos viajaba Golo Mann. Uno de los policías lo reconoció. "Me siento muy honrado por conocer al hijo de tan gran hombre", le dijo. Y a continuación telefoneó para que un coche viviera a buscarlos.